Los mejores bikers del mundo y cientos de populares completan ocho etapas por parejas, con casi 700 kilómetros por impresionantes parajes de viñedos en Sudáfrica y un desembolso que puede rondar los 10.000 euros
«Esto es de locos, un paraíso, los mejores senderos del mundo, un país hecho para el mountain bike». Ibon Zugasti acaba de ganar la etapa del día en mixtos junto a su pareja, Alice Pirard, y sigue flipando. Y no es novedad para él, pues pocos españoles han disputado siete veces la Cape Epic. La fiebre del MTB tiene su Meca en un lugar insospechado de Sudáfrica al que peregrinan cada año no sólo los mejores ciclistas del mundo, también cientos de deportistas populares dispuestos a compartir campamento y experiencias únicas. Allí, en la provincia del Cabo Occidental, se disputa desde 2004 la Absa Cape Epic: ocho etapas, casi 700 kilómetros y más de 15.000 metros de desnivel acumulado entre impresionantes parajes de viñedos.
Luis Enrique ha impulsado este 2023 mediáticamente una prueba que no lo necesita. Porque su boom es tal que las inscripciones tardan en agotarse cada año menos de 48 horas… pese a que el precio ronda los 3.000 euros -hay tal demanda que luego la organización realiza un sorteo-, por participante. Porque una de las grandes peculiaridades de la Cape Epic es que se disputa por parejas, hasta 650 en total. «A eso hay que sumarle en torno a 1.000 euros del billete de avión desde España, más el gasto en fisioterapia y mecánica que ofrecen varias empresas. Equipaciones, bicicleta propia, preparación… Y 11 días de vacaciones», apunta Miguel Silvestre, conocedor en primera persona de la Cape, ex ciclista y organizador de pruebas, que, sin embargo, habla de la magia de un evento sin igual: «Es la Prueba, con mayúscula. Con muchísima diferencia. No hay nada que se le parezca. Es como comparar el Aston Martin de Alonso con un Seat Panda». «Siempre lo digo, la Cape sale barata para todo lo que da. El finisher que mata por venir, que puede tardar ocho o nueve horas cada día, comparte todo con el mejor del mundo, una súperetapa reina cada día», agrega Zugasti, que habla de la cobertura mediática, de un país entregado, del mimo a los participantes…
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Y por eso, en la línea de salida, junto a los afanados populares, están presentes los mejores bikers del mundo y también los más mediáticos, impulsados por las principales marcas que no dejan pasar el escaparate. Los especialistas en XCO, la distancia olímpica, como Nino Schruter (junto a Andri Frischknecht lidera la prueba tras cuatro etapas disputadas) o el español David Valero -bronce en los pasados Juegos de Tokio-, con los maratonianos. Porque no es lo mismo una prueba de una o dos horas en un circuito que el desafío de ocho días consecutivos en ruta. «No es de una dificultad técnica enorme, pero es muy exigente. Tiene menos de aventura, pues no hay navegación, que de puro mountain bike. Se da mucho valor al diseño del recorrido, a los detalles, todos los senderos están cuidados, las salidas son escalonadas desde las siete de la mañana para que no se formen embudos…», describe Silvestre.
La idea original surgió hace una década. Kevin Vermaak, inspirado en La Ruta de los Conquistadores de Costa Rica, inauguró en Sudáfrica una prueba por etapas que pronto, bajo auspicio de la UCI, se iba a convertir en el «Tour de Francia del mountain bike». En 2020, el mismo grupo de inversión que compró la marca Ironman se hizo con la Cape Epic y los precios subieron en torno a los 400 euros, pero ni eso ha conseguido frenar su popularidad mundial.
Un auge que tiene en España uno de sus principales caladeros, pues siempre es el segundo o tercer país con más participantes, en torno a 100 por edición. Gracias también a los famosos que le dieron eco, como Santi Millán, Josef Ajram, Rafa Medina, el duque de Feria, en su día. Ahora es Luis Enrique el que la pone en boca de todos -también Vicenzo Nibali, recién retirado-, en su tercera participación (completó las de 2013 y 2018): lo primero que hizo tras ser despedido como seleccionador en el pasado Mundial fue ponerse a preparar la Cape Epic.
En total, el asturiano, que ya ha completado un Ironman, varios maratones y hasta el durísimo Maraton des Sables en el Sáhara, le ha dedicado 13 semanas a la puesta a punto a las órdenes de su preparador físico (Chema Arguedas), contando en Instagram sus peripecias. Para él es un reto especial, pues junto a dos parejas más (en una de ellas está su hermano Felipe), forman el Team Unzué en homenaje al ex portero y su lucha contra el ELA, pareja de Luis Enrique en 2013 -por entonces eran primer y segundo entrenador del Celta-, cuando invirtieron 48 horas para quedar entre los 50 primeros de la categoría Masters. Esta vez el ex seleccionador, que hace patria montando una MMR (marca asturiana), forma dúo con Tomás Latorre, al igual que en 2018. Tras tres etapas y el prólogo, y casi 22 horas pedaleando, marchan en la posición 38 de su categoría, en la 323 de la general.
Eso, correr junto a alguien, es quizá el elemento más especial de la Cape, pues no sólo se comparten esfuerzos, también desvelos, averías y hasta tienda de campaña, donde la noche puede estar azotada por el viento o la lluvia. Es su ADN y su explicación está en los orígenes. Entonces -bicis de 26′, rígidas, de dos platos y muchas aún sin frenos de disco- se fraguó para garantizar la seguridad: los GPS no eran tan exactos ni la cobertura de los móviles y llevar a alguien al lado era la mejor garantía de no quedar abandonado.