Otro escándalo sexual ha revolucionado el mundo del fútbol. De nuevo se ha producido en el Manchester City de Pep Guardiola, donde el también jugador Benjamin Mendy ha sido juzgado por varios casos de violación. Esta vez es el defensa Kyle Walker el que está en el ojo del huracán.
El periódico ‘The Sun’ ha publicado un vídeo en exclusiva del británico en un bar besando a una mujer que no es su pareja y tocándole los pechos. Además, el jugador del City se baja los pantalones en medio del establecimiento y muestra sus genitales ante las carcajadas de sus acompañantes.
El extracto del vídeo publicado muestra los hechos acaecidos el pasado domingo, 24 horas después de la victoria de su equipo ante el Newcastle. Según relata el tabloide, sobre las 17:20 horas, Walker apareció por un local “visiblemente borracho acompañado de varios amigos y unas mujeres rubias. Allí estuvieron 90 minutos bebiendo y bailando provocativamente con ambas mujeres”.
“Las imágenes son realmente inquietantes. La mujer con la que está Walker no es su esposa, pero él se acerca y le toca los pechos. Te preguntas si puede ser peor, y entonces saca su pene a la vista del bar y de las mujeres con las que está. Es muy preocupante”, cuenta una de las fuentes de ‘The Sun’.
El defensa podría enfrentarse a cargos de exhibicionismo y exposición intencionada por los que podría ser condenado a un máximo de dos años de prisión.
Infiel reincidente
Kyle Walker está comprometido con Annie Kilner, su pareja desde que era un adolescente y con la que tiene tres hijos. La relación ha sufrido muchos altibajos debido a las infidelidades y escándalos del jugador.
En 2019 Annie rompió con él cuando Laura Brown, una estrella de la televisión británica, reveló que había mantenido relaciones sexuales con el defensa del City. Pero tras recibir el perdón de la madre de sus hijos, la polémica volvió a estallar cuando Laura dijo que esperaba un hijo de Kylee.
Walker tuvo que mudarse de piso y a los pocos días salió a la luz que había infringido las normas del confinamiento para una sesión de sexo de cuatro horas con dos mujeres, lo que también fue perdonado por Annie Kilner
Son unos metros de césped artificial rodeados de tres muros y una verja horizontal gigante. La pared está pintada de blanco, rojo y negro y apenas la separa medio metro de la hierba. Si la pelota sale fuera, rebota. Así de fácil. "Isso aquí é Flamengo (Esto de aquí es el Flamengo)" y "Raça, amor, educaçao (Raza, amor y educación)" rezan dos lemas gigantes en la fachada. Más allá de los muros, entre pobreza, delincuencia e ilusión, nace el barrio de Mutua, centro del municipio de Sao Gonçalo, en la Región Metropolitana de Río de Janeiro. A esa academia del Flamengo, una de las 125 que tiene el club por todo Brasil, llegó en 2006 Vinicius José Paixao de Oliveira, padre, se lo imaginarán, de Vini Jr, a su lado, hoy estrella mundial en el Real Madrid, camino de su segunda final de Champions.
El niño Vinicius tenía entonces seis años y su primera ficha deportiva decía que era lateral izquierdo. Compaginó el fútbol en la academia del 'Fla' con el fútbol sala en el Canto do Río, otro club humilde de la zona, hasta los nueve años, donde tuvo que decidir. Hizo las pruebas para el Flamengo de fútbol indoor, pero le invitaron a volver al año siguiente, cuando fuera un poco más mayor. Jamás volvió, claro, convencido, él y su padre, de su futuro sobre el verde.
El niño Vinicius era "muy tímido", pero "se transformaba dentro del campo", recuerda en una conversación con EL MUNDO Carlos Eduardo Abrantes, más conocido como Cacau, el director de la Escolinha de Flamengo. El hombre que recibió al padre de Vinicius en aquel edificio de Sao Gonçalo sale en muchas de las fotos de la infancia del futbolista. Fue, si hay que buscar una palabra, su descubridor. El primero en ver los regates que le enamoraron y que Vini había aprendido de su primer gran ídolo: Robinho. "Le conocí ese día... Tenía seis años cuando su padre le llevó a nuestra academia".
La situación económica de la familia de Vinicius era bastante precaria, como la de casi todos en Sao Gonçalo. Casi no tenían dinero para pagar la cuota de la academia y el propio Cacau les ayudaba a conseguir las botas de fútbol, pero el niño Vini lo compensaba todo en el campo. Comenzó a acumular trofeos en los torneos de la zona y a llamar la atención de los entrenadores del Flamengo, el club matriz. Los compañeros, mientras, le llamaba "¡Robinho! ¡Robinho!"
En agosto de 2010, pasó las pruebas y entró en el Flamengo. Una alegría para el niño y un cambio de vida para la familia. Vivían en la casa de la abuela, en la calle Heitor Rodríguez 40, en Porto da Rosa, un barrio de Sao Gonçalo pegado a Mutua, donde estaba la Escolinha. A mano. Pero Ninho do Urubu, el centro de entrenamiento del Flamengo, estaba en la otra punta de Río de Janeiro, a 70 kilómetros de distancia cruzando el infernal tráfico de la gran ciudad. Más de dos horas en coche, más de tres horas en autobús. Una odisea para un niño de 10 años y un esfuerzo económico y personal para sus padres. Su padre, que se dedicaba a la informática, se fue a trabajar a Sao Paulo para ganar algo más de dinero y la madre le acompañaba todos los días hasta Gávea, un barrio de clase media alta de Río, situado a medio camino desde Sao Gonçalo, donde Vini cogía el autobús hasta la ciudad deportiva.
Fueron unos meses duros, pero "el padre y la madre hicieron todos los esfuerzos posibles para que Vini pudiera jugar en el Flamengo", recuerda Cacau. "Fueron fundamentales para lo que pasó después, confiaban muchísimo en él". Con el tiempo, la familia consiguió que un autobús le llevara directamente desde Sao Gonçalo y más tarde se mudó con un primo que vivía algo más cerca. Así estuvo entre viajes y mudanzas durante seis años, hasta que a los 16 firmó su primer contrato profesional y se mudó con sus padres y hermanos a la zona oeste de Río, más cerca del campo de entrenamiento. "Cuando comenzó a avanzar en las categorías inferiores del Flamengo empecé a pensar: lo va a conseguir", admite Cacau, que elogia su determinación y cómo ha encajado la presión desde muy niño.
"Vini siempre superó muchos obstáculos con su dedicación y esfuerzo, es un futbolista muy decidido y mentalmente está preparado y acostumbrado a toda esa presión desde muy joven", reflexiona. Y es que los focos tras su llegada a Madrid no eran nada para Vini, con los ojos de Sao Gonçalo y de su familia sobre sus hombros desde que se recorriera todo Río de Janeiro con 10 años para entrenar.
"Lo que más me ha sorprendido de él es su capacidad para pasar por todos esos momentos difíciles, ha sido extraordinario", dice Cacau, que hace un par de años estuvo 15 días en Madrid, en casa de Vinicius, porque la estrella mundial no pierde contacto con las personas que acogieron a aquel niño. "Es un orgullo máximo porque su sueño también es nuestro sueño, verle triunfar por el mundo es un regalo. Es el mismo hoy que en Sao Gonçalo, va hacia el rival buscando el gol con mucha personalidad. No ha cambiado".
Leny Yoro, central de 18 años del Lille, era la primera opción del Real Madrid para reforzar el centro de la defensa. Un central joven, físico y con mucho potencial para aprender al lado de Militao, Rüdiger y Alaba, una vez que Nacho se ha ido a Arabia y Rafa Marín ha sido vendido al Nápoles. La directiva del Madrid contaba con el galo, pero éste finalmente ha elegido al Manchester United, que ha puesto sobre la mesa una oferta económica irrechazable. En el Bernabéu trazan ahora su Plan B, cuyo nombre principal, según ha podido saber EL MUNDO, es Aymeric Laporte.
El defensa de la selección española ha sido el mejor central de la Eurocopa y ya sonó para reforzar al conjunto blanco cuando jugaba en el Manchester City. El pasado verano se fue a Arabia Saudí, aceptando un generoso contrato en el Al Nassr, pero su excelente torneo en Alemania le ha puesto de nuevo en el foco continental. A sus 30 años, aparece como una opción barata y de nivel para dar oxígeno a una posición que da dolor de cabeza al cuerpo técnico.
Militao viene de superar una rotura del cruzado, Rüdiger acaba de terminar la temporada más exigente de su carrera y la rehabilitación de Alaba, que también se rompió el cruzado, va más lenta de lo que el club se imaginaba. El brasileño tiene 26 años, es joven, pero el alemán cumplió 31 en marzo y el austriaco acaba de hacer 32. La defensa necesita savia nueva en forma de futbolista joven, como iba a ser Yoro, u oxígeno para rotar durante el curso, como sería Laporte.
Está, además, el tema de los cupos nacionales. Ahora mismo, el Madrid tiene en su plantilla a Carvajal, Lucas, Ceballos, Brahim y Fran García. Latasa, Vallejo y Pablo Ramón están haciendo la pretemporada, pero lo más normal es que terminen cedidos o traspasados. Y aunque futbolistas como Valverde, Camavinga, Vinicius y Rodrygo podrían cumplir como cupo al haber estado tres temporadas en el club entre los 15 y los 21 años, no es un tema que la directiva pueda descuidar. Debe tener a ocho jugadores 'locales' entre los formados en el club y en equipos de la Federación Española y este verano han salido Nacho, Joselu y Kepa.
Laporte tiene contrato hasta junio de 2026 con el Al-Nassr, que pagó por él 27 millones de euros al Manchester City, pero vería con buenos ojos la opción de regresar a Europa para jugar en el Madrid y pondría de su parte en la negociación. Su perfil zurdo encaja en los gustos del cuerpo técnico de Carlo Ancelotti y los madridistas de la selección española han hablado muy bien de él en la concentración.
Sobre el césped de Alemania ha brillado. Ha hecho pareja con Le Normand y Nacho y a pesar de los debates sobre su físico en el inicio del torneo, ha terminado siendo el mejor defensa del mismo, tanto en defensa como en salida de balón.
A la espera de los nombres que puedan surgir en los próximos días, una cesión, sea el central que sea, sería la mejor vía de fichaje para un Madrid que ganaría tiempo. Aseguraría la posición durante esta temporada y buscaría un nuevo proyecto de central joven durante los próximos meses.