El español vencía al brasileño Mateus Alves por 6-4 y 5-3 cuando se vieron obligados a parar el partido
Carlos Alcaraz en un instante de su partido ante Mateus Alves.LUIZA MORAESEFE
Los seis partidos de la segunda jornada del torneo ATP 500 de Rio de Janeiro que se estaban jugando o debían disputarse la noche del martes fueron cancelados por fuertes lluvias, entre ellas el estreno de Carlos Alcaraz.
El español comenzaba la defensa del título ganado en 2022, ante el brasileño Mateus Alves, un duelo que minutos antes de la suspensión ya había sido interrumpido brevemente debido a vientos fuertes.
Alcaraz ganaba con sufrimiento 6-4 y 5-3 a un combativo Alves, que sintió el respaldo de los miles de brasileños que colmaron la cancha principal del certamen, la Guga Kuerten, con capacidad para 6.200 espectadores.
“Jornada cancelada. No más partidos por hoy”, indicó el Abierto de Rio, el principal torneo de tenis de Sudamérica, en su cuenta en Twitter, sin precisar cuándo se van a llevar a cabo la reanudación.
El mal clima, que en ediciones anteriores ha alterado la programación de la competición, también obligó a suspender otros dos partidos.
«Intenta pegar todo lo duro que puedas», reclamaba este jueves el entrenador, Juan Carlos Ferrero, y, al otro lado de la pista, Álvaro Alcaraz, en labores de sparring, se dejaba el físico. Debía ser Jannik Sinner, el rival de su hermano Carlos este viernes en semifinales de Roland Garros (14.30 horas, Eurosport), como antes fue Stefanos Tsitsipas, Félix Auger-Aliassime o Sebastian Korda. «Venga, al mejor de tres», retaba Ferrero a los hermanos e
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Carlos Alcaraz aún era una revelación, un adolescente prometedor, cuando ganó a Novak Djokovic en el primer enfrentamiento entre ambos, en semifinales del Masters 1000 de Madrid de 2022. Acababa de cumplir 18 años y le faltaban unos meses para celebrar su primer Grand Slam. Fue sólo una presentación en el Olimpo que pronto le daría entrada, pero ya entonces el serbio quiso apadrinarle; él ya sabía de su potencial. «Lo conocí en Internet cuando tenía unos 12 años y ya estaba ganando torneos», anunció el vencedor de 24 Grand Slam y así empezó la relación entre ambos.
Desde entonces, cada vez que se encuentran fuera de la pista, mantienen una larga charla y el afecto es mutuo. En el pasado Wimbledon, por ejemplo, antes de medirse en la final, coincidieron en un entrenamiento y Alcaraz llegó a fotografiarse con los hijos de Djokovic, Stefan y Tara, que lo idolatran. En el último Masters 1000 de Shanghai las cámaras grabaron su conversación y cómo el serbio llamaba «titancito» al español con cariño.
La sintonía entre ambos es curiosa, pero no tanto como su histórica rivalidad. Pese a la exagerada diferencia de edad, 16 años casi exactos -los dos nacieron en mayo-, en sólo tres años han construido una historia que ya contienen imágenes de dos finales de Grand Slam, una de Juegos Olímpicos, otra de Masters 1000 así como varias semifinales importantes. De hecho su partido de este martes en el Open de Australia (probablemente en turno nocturno, es decir, a las 09.00 o las 11.00 horas en España) será el primero de cuartos de final; nunca antes se toparon tan pronto.
La polémica de Djokovic
Será su octavo enfrentamiento, con cuatro victorias a favor de Djokovic y tres a favor de Alcaraz. El serbio sostiene el mal recuerdo de los dos trofeos de Wimbledon concedidos al español, especialmente el último, cuando fue inferior. Y Alcaraz tiene en carne viva la derrota olímpica en París que no sólo le dejó sin un oro, también le desmontó anímicamente para lo que quedaba de temporada.
«Espero una gran batalla, como la mayoría de partidos en los que nos hemos enfrentado. Diría que sólo dos veces la batalla ha sido desigual: el año pasado en Wimbledon él dominó la pista y yo tuve un buen partido en las semifinales de las ATP Finals de 2023. En el resto, siempre ha habido intercambios tan intensos como los que tenía con Nadal», valoró este domingo Djokovic después de cerrar su pase y mantener en Melbourne su progresión ascendente. Como es habitual en él, en los primeros partidos, ante Nishesh Basavareddy y Jaime Faria sufrió ciertos apuros, pero en los dos últimos, ante Tomas Machac y Jiri Lehecka -este domingo ganó 6-3, 6-4 y 7-6(4)-, su dominio ha sido indiscutible.
JAMES ROSSEFE
Sus mayores problemas están fuera de las pistas, en las gradas, y son dos. El primero, el público australiano, que le abuchea desde su expulsión del país por negarse a vacunarse del covid y le genera cierto malestar. Y el segundo, un reportero del canal aussie Channel Nine, que se burló de sus fans serbios y le llevó ayer a retirarse de la pista sin conceder entrevistas post-partido. «Sólo pido una disculpa suya», reclamó y está por ver si ésta llega.
Una victoria sin problemas
«Intento no pensar en todo lo que ha conseguido, si pienso en todo lo que ha hecho no podría jugar. Ha ganado 24 Grand Slam, ha estado muchas semanas como número uno. Pienso en que puedo ganarle, saber mis armas. Voy a jugar y creer», valoraba por su parte Alcaraz, inmaculado pese a que aún se está adaptando a los cambios realizados en pretemporada. Este domingo, ante Jack Draper, acumuló demasiados errores con su saque y con su derecha, pero gracias a su velocidad, solventó sus apuros en el primer set y luego el británico se rompió; el marcador se cerró con 7-5, 6-1 y retirada.
Después el español se encerró en la sala de los fisioterapeutas junto al suyo, Juanjo Moreno, para ver el partido de Djokovic y confirmar que viviría otro episodio de la mayor rivalidad intergeneracional que ha dado el tenis. Mientras espera a medirse en una final de Grand Slam a Jannik Sinner, el adversario que le toca, Alcaraz sigue retando a quien le precedió en la cima del tenis. Meses atrás, confesaba que suele pensar en Djokovic en sus entrenamientos, en su tenis y especialmente en su consistencia. Ahora lo volverá a tener delante para seguir ampliando su número de páginas en los libros de historia.