El ex jugador se hace cargo del equipo, que se encuentra en puestos de descenso, de forma inmediata y contará con la ayuda de Carlos Marchena
Rubén Baraja se hará cargo de la plantilla del Valencia CF.E. M.
El ex jugador del Valencia durante una década, Rubén Baraja, vuelve ahora como entrenador para hacerse cargo del equipo en uno de los momentos más difíciles de su historia.
Tras a marcha de Gennaro Gattuso y la enésima interinidad de Voro, el ex centrocampista toma las riendas de la plantilla de forma inmediata, con lo que ya podría sentarse en el banquillo el próximo lunes, en el trascendental partido ante el Getafe
Baraja, de 47 años, ya ha entrenador al Real Zaragoza, CD Tenerife, Real Sporting de Gijón, Rayo Vallecano y Elche CF, y con el Valencia ya fue técnico del Juvenil A de División de Honor de la Academia VCF.
El ‘Pipo’, señala el Valencia en un comunicado, “es uno de los jugadores más laureados e ilustres de la historia del Valencia CF, conoce la idiosincrasia del club y vuelve a casa como entrenador para aportar su profesionalidad y compromiso después de forjar su leyenda en la década de los 2000 contribuyendo a ganar dos Ligas, una Copa de la UEFA, una Supercopa de Europa y una Copa del Rey”.
Su cuerpo técnico contará también con otra leyenda valencianista como Carlos Marchena.
El Valencia CF agradece públicamente a Voro “su implicación y compromiso” durante esta etapa.
Por soberbia o por pereza, el Barça cometió un pecado capital en Dortmund que tuvo que purgar pasando un calvario. Esperaba un paseo triunfal hacia las semifinales y se encontró con la necesidad de remangarse en un partido industrial en el que el Borussia hizo su trabajo y el de los azulgrana. No fue hasta el minuto 54 cuando un gol en propia puerta de los alemanes permitió al Barça despejar los muchos fantasmas que afloraron. Hacia mucho tiempo que en Champions no se veía al equipo de Flick tan ramplón. [Narración y estadísticas (3-1)]
Quizá fue mérito del Dortmund, que cambió de piel bajo el amparo de su Muro Amarillo. No fue el rival dócil al que vapulearon en Barcelona hace una semana sino que explotó las debilidades del equipo culé hasta aturdirlo y desdibujarlo. Lo volvió mortal. Presionó, robó y se lanzó hacia la portería de Szczesny al toque de arrebato, sin nada que perder. Sus opciones, pocas al inicio, pasaban por enloquecer el partido. Y lo lograron durante tantos minutos que el Barça intimidante no asomó.
Sin Pedri en la brújula, De Jong y Gavi no lograron sujetar a los alemanes. Koundé claudicaba en cada duelo con Adeyemi, Gerard Martín apenas podía vigilar su espalda y, sin retener apenas unos minutos el balón, los milagros del tridente ofensivo es imposible que aparezcan. No quedaba otra que apretar los dientes y agarrarse al 4-0 de la ida.
Malos presagios
Pero es que desde el arranque, el Barça sólo achicaba y tanta fue la presión que acabó llegando el error. Koundé rompió el fuera de juego y Gross se lanzó a por Szczesny, que no pudo atajar el balón sin derribar al alemán. Penalti y gol de Guirassy emulando a Panenka, el undécimo, para convertirse en el máximo anotador del Dortmund en una temporada en Champions. A los 15 minutos, a ese tanto se sumaban tres remates más a puerta que no presagiaban nada bueno. De hecho, respiraron los azulgranas cuando se anuló por fuera de juego el remate de Gross que acabó en el fondo de la portería.
Estaban noqueados y la imprecisión se traducía en pérdidas constantes que aumentaban el peligro sobre su portería. Flick empezaba a mostrar cara de preocupación cuando veía que cada contra de su equipo perdía gas a medida que avanzaban hacia el área. Cayó Fermín en fuera de juego en una escapada en la que le asistió Lewandowski y Raphinha, en lugar de crear peligro cerca de Kobel, concedía faltas peligrosas en campo propio. Que el brasileño ni tenía activado su instinto matador quedó muy claro cuando entre Gerard Martín y Lewandowski le lanzaron en una carrera hacia la portería y se dejó el balón atrás. Tampoco fue capaz de armar un disparo en el área pequeña estorbándose con el polaco.
No encontraba el Barça la chispa que lo activara y solo se sintió algo más cómodo cuando el Dortmund no tuvo más remedio que bajar un poco sus revoluciones sin dejar de amenazar, como hizo Adeyemi de nuevo colándose a la carrera por la orilla izquierda. La réplica la dio De Jong, que filtró una asistencia a Koundé a un suspiro de la línea de gol que el lateral no controló con astucia para batir al guardameta suizo. Al borde del descanso volvió a enfilar la portería Beier, esta vez por el costado derecho, que salva un providencial cruce de Araújo.
Guirassy anota el 2-0 ante la mirada de Szczesny.AFP
Si mandó Flick algún cambio en el descanso, no se notó. El partido se retomó con una doble parada de Szczesny a Adeyemi y Gross y, como una exhalación, llegó el segundo tanto del Dortmund en un córner tocado por Bensebaini para que Guirassy marque el 2-0 a placer. El Barça aún tenía dos goles de ventaja, pero empezaba a temerse lo peor. Hasta que el centro tenso de Fermín se convirtió en un gol en propia puerta de los alemanes que les empinaba de nuevo la eliminatoria. Y menos mal.
Tuvo el andaluz una clara ocasión de sentenciarla y evitar más sufrimiento, pero la mandó a la grada por encima del larguero. Miró Flick al banquillo buscando el tempo de Pedri, el colmillo de Ferran y el pulmón de Éric García. Pero ni aún así pudieron matar un duelo que siguió abierto y provocando taquicardias. Guirassy, desdibujado en el duelo de ida en Montjuïc, se vengó completando un hat trick, que hizo temblar al líder de LaLiga desnudando su cara más vulnerable. Duranville, recién salido en banda, volvió a desquiciar a Gerard Martín para sacar un centro que despejó mal Araújo y rebaño el goleador guineano.
La ventaja del Barça le mantenía vivo, pero el tembleque aumentó cuando Brandt encontró otra grieta para el cuarto, aunque en fuera de juego y los demonios azulgranas se esfumaron para poder disfrutar del premio de volver a una semifinales de la Champions.
Cuando más atragantada parecía España, apareció el discreto Martín Zubimendi para, de una dentellada, destrozar los planes de Dinamarca y poner a España al frente del grupo en la Nations League. Le habían dado galones y los estaba luciendo incluso en el área. Si en la primera parte, justo cuando el equipo empezaba a carburar, se le escapó el gol, en el minuto 79, cuando había fallado el aluvión de ocasiones con el que mantuvo esforzado a Kasper Schmeichel, el balón que se encontró acabó en el fondo de la portería por su colmillo. Un justo premio a un trabajo más insistente que brillante. [Narración y estadísticas]
Era justo lo que De la Fuente pretendía. No le podía saltar las costuras pese a que tuviera que remendar su once. Aquellos que tenían que alzar la mano lo hicieron. Pedro Porro borró su mácula ante Escocia emulando el desparpajo de Carvajal en ataque, ayudando a Lamine Yamal y encontrando cómo evitar que los daneses colapsaran esa banda que peleaban a dentelladas.
Dinamarca en ningún momento se sintió víctima, pero tampoco se lanzó en tromba. Llegó a Murcia a proteger su liderato con la lección bien aprendida. De hecho, Raya fue el primer portero en atajar, un remate de Dolberg ganándole la carrera a un Laporte que, durante mucho minutos, pareció lejos del partido.
España empezó a mostrar sus señas. Otros nombres, mismo estilo. El estadio se estremecía cada vez que Lamine tocaba la pelota, pero el primero en probar fue Grimaldo, que le ganó el lateral a Cucurella porque De la Fuente buscaba profundidad con Oyarzabal con querencia al centro. Apareció también Pedri para sorprender a Morata con un taconazo que le dejaba ante Schmeichel. El capitán ya intuía que le tocaba un partido de brega ante un equipo que enredaba a España conforme se acercaba al área. Reclamó un penalti por un derribo casi en la línea lateral del área, pero la campeona de Europa no conseguía desatar su vendaval aunque generaba ráfagas que parecían presagiar que el gol estaba próximo. Lo tuvo Morata con un disparo cruzado que lamió el poste. De nuevo Schmeichel tuvo que esforzarse en salvar el duro disparo de Yamal que luego, como Pedri, vio cómo los centrales daneses evitaban dos remates con los que hubiera tumbado su portería.
Ahí se acabó se acabó la tensión del equipo de De la Fuente. Dinamarca lo detectó y entendió que era su momento. Comandó una contra Eriksen, venció a Laporte y le ofreció tensa la pelota para que Gronbaek sólo la empujara... pero se encontró con la mano de Raya. España se espesaba por momentos y empezaba a temerse un susto. Lo dio Laporte en un rechace que caso sorprende al meta del Arsenal. Tenía que estirarse la campeona y así lo entendió Pedro Porro al filo del descanso con un pase en profundidad a la carrera de Lamine que, incomprensiblemente, no acabó en el fondo de la portería.
El seleccionador entendió lo que necesitaba el equipo, que arrancó la segunda parte dispuesto a cercar el área danesa como fuera. Lamine, poco acertado en este duelo, no dejó de intentarlo en ningún momento, pero hacía falta más: el talento de Baena y el sostén de Mikel Merino. España volvió a tomar aire, pero su ocasiones no hallaban portería. Hasta lo intentó Laporte con un pase filtrado que dejaba a Morata en el cuerpo a cuerpo con el guardameta danés.
La pelota no quería entrar y la grada reclamaba a Joselu como salvador. No le entregó De la Fuente a Cucurella, pero sí al ex delantero del Real Madrid. Mientras, Dinamarca movía todas sus piezas sin conseguir que nadie inquietara a David Raya. Entonces llegó el gol de Zubimendi, con ayuda de la defensa nórdica y la colaboración de arquero que, como su padre, no se llevará un buen recuerdo de España.
La larguísima revisión del VAR puso en duda un tanto que la grada celebró hasta tres veces en medio de una fiesta que conmemoraba que la campeona de Europa, remendada por culpa de las lesiones, regresaba para entregar la Copa de su afición. Sin bajas, espera Serbia en Córdoba.