La investigación de la denuncia por agresión sexual contra Dani Alves vendrá marcada por lo que pasó antes de entrar en el lavabo en el que hubo relaciones sexuales. Forzadas, según la víctima y consentidas, para el jugador. Más de un mes después de la denuncia, el Juzgado de Instrucción número 15 de Barcelona ha tomado declaración a los implicados, acompañantes y responsables y empleados de la discoteca Sutton, además de estudiar las imágenes de seguridad del reservado y otras del local, así como examinar atestados policiales e informes médicos de la denunciante para dilucidar si se cometió delito la madrugada del 30 de diciembre.
Lo que pasó dentro del lavabo, si hubo o no consentimiento, será el núcleo central del debate judicial y para apuntalar una versión u otra están las pruebas que constan en la causa y las que tienen que aportarse, como la confirmación de que el rastro de semen que había en el suelo corresponde al jugador, quien ya aportó una muestra de ADN para cotejar. Sin embargo, a la vista de lo que se ha desarrollado en este proceso judicial hasta ahora, lo que sucedió en los 20 minutos previos antes de cerrarse la puerta de ese minúsculo habitáculo del privado VIP de la discoteca puede decantar la balanza en un sentido u otro.
Por el momento, todas las evidencias cercan a Alves, quien el pasado viernes cumplió 15 días en prisión provisional y aún deberá esperar varias semanas hasta que la Audiencia de Barcelona se pronuncie sobre el recurso presentado por sus abogados para salir en libertad provisional. La principal prueba de cargo es la declaración “contundente” y “persistente” de la víctima quien ante el juzgado mantuvo la misma versión que hizo ante los Mossos d’Esquadra, la misma noche y dos días después de los hechos, sobre la agresión sexual sufrida además de los golpes recibidos supuestamente por el jugador cuando ella trató de resistirse.
Pero antes de eso, la mujer y sus dos amigas fueron invitadas al reservado en el que estaba Alves con un amigo. Allí el jugador estuvo acosando a las tres chicas, tal y como testificó la denunciante y explicaron en su declaración este viernes en el juzgado sus acompañantes. Incluso afirmaron que el jugador las manoseó y se sintieron incómodas por lo que la juez les ofreció la posibilidad de denunciarlo por agresión sexual, aunque ellas lo rechazaron ante la gravedad de la violación que sufrió la víctima.
En este sentido, la denunciante explicó ante los Mossos que también vio “cómo tocaba a mis amigas” y se percató “de lo pegado que estaba a ellas”. Después explicó que el jugador la agarró a ella por detrás mientras bailaban y le decía cosas a la oreja que no entendía ya que eran en portugués. “Desde atrás me cogió la mano y la puso en su pene y la quité. Lo hizo dos veces, la segunda con mucha fuerza y la volví a retirar. Me estaba dando asco”, explicó la víctima. Ya en su declaración judicial la mujer insistió en esta sensación de desamparo ya que “estábamos muy apartados”.
“Me colapsé, empecé a tener mucho miedo y sin que pasara nada pensé ¿Y si me pone algo en la bebida?”, destacó la víctima quien añadió que se preguntaba: “¿Y si me voy ahora de aquí y al salir nos cogen o algo?. Esta declaración refrenda lo que contó ante la policía cuando añadió que Alves sacó una botella de cava para invitarlas pero que ellas dejaron las copas en la mesa sin tocarlas, ya que tenían una bebida. “Estaba insistiendo y era muy pesado”, explicó la mujer quien añadió que “me estaba dando asco”.
Sin “intimidación ambiental”
Los abogados defensores de Alves consideran que no hubo este presunto acoso a la víctima y sus amigas en los 20 minutos previos a la entrada al baño. A partir de las imágenes de las cámaras de seguridad del reservado remarcan que las tres mujeres entraron sobre las 3:20 de la madrugada, tras ser invitadas por el jugador y su acompañante, y que durante “20 largos minutos se observa a un grupo de cinco personas departiendo de un modo lúdico y festivo rodeados de muchísima gente en un espacio abierto, que dista mucho en ser el contexto y escenario de intimidación ambiental que la notoria jurisprudencia de nuestros tribunales estima como bastantes para doblegar la capacidad de la víctima y su capacidad de autodeterminación”.
Por eso creen que estas imágenes de la cámara de seguridad del local “desmienten del modo más radical el clima de terror que la denunciante describe” y cuestionan su declaración ya que sobre las 3:42 se ve al jugador acceder al lavabo y dos minutos más tarde acude la denunciante tras hablar con las dos amigas y el camarero sin que el jugador “le franquee el paso o abra la puerta”, como ella declaró.
“Las imágenes hablan solas”, añaden los letrados del brasileño pese a que las amigas de la víctima corroboraron su versión de que fue Alves quien le instó a cruzar una puerta sin que ninguna de las tres supiera que llevaba a un lavabo. Incluso una de ellas acudió a otro servicio en la sala general, en una planta inferior, al desconocer que en el reservado había uno. Lo cierto es que en las imágenes el jugador se pierde de vista esos dos minutos que dice su defensa hasta que acude la víctima, pero se desconoce al lugar que entra, según fuentes judiciales.
El recurso presentado por los abogados de Alves para pedir su libertad remarca que “este es el momento previo al encuentro sexual en el diminuto cubículo o baño en el que entró primero uno y luego la otra. Y que la denunciante describe y expresa como vivido en un clima de terror, pavor o microcosmos de dominación, escenario que las imágenes desmienten del modo más radical”. Añaden que estas imágenes dejan una duda sobre si las relaciones sexuales fueron consentidas o obligadas.
“Me ha hecho daño”
En su declaración en el juzgado las amigas de la víctima explicaron que desconocían que la puerta conducía a un lavabo privado y llegaron a pensar que daba acceso a un espacio en el que se podía fumar. A los 16 minutos Alves abandonó el baño del reservado e instantes después lo hizo la denunciante, quien a la amiga que aún estaba en el reservado diciéndole “nos vamos de aquí”. Poco después, en el guardarropía y mientras coincidían con la otra amiga, la víctima empezó a llorar y aseguró que había sufrido una agresión sexual mientras repetía “me ha hecho daño”.
También testificaron en el juzgado este viernes seis responsables y empleados de la discoteca, como los camareros que invitaron a las mujeres a petición de Alves o el portero que confirmó que vio a la víctima llorar junto a sus amigas y al verbalizarle la presunta violación la hizo entrar dentro del local y activar el protocolo contra agresiones sexuales. Así, llevaron a la chica a una sala apartada y llamaron a los Mossos d’Esquadra y a una ambulancia. Aseguran que ella no dejaba de decir “no me van a creer” y por eso no quería denunciar.
Sin embargo, la víctima relató los hechos a una patrulla y dos días después firmó la denuncia aportando el informe médico del hospital Clínic que la atendió y que indica que se le encontraron restos de ADN que no eran suyos y lesiones en las rodillas y brazos. Precisamente, el juzgado abrió la investigación a partir de comunicación remitida por el centro sanitario como marca el protocolo de agresión sexual.
El juzgado está a la espera de recibir los informes sobre la ropa que llevaba esa noche y que se está analizando, ya que se encontraron restos, así como la comparación de las huellas y el semen encontrado en el lavabo con el del acusado y la víctima. La investigación sigue su curso y mientras Alves continúa en prisión provisional.
Cinco millones de indemnización
Mientras Alves está en prisión su ya ex equipo, los Pumas UNAM del fútbol mexicano, le han pedido una indemnización de 5 millones de dólares por violar una cláusula de conducta de su contrato cuando fue acusado de agredir sexualmente a una mujer en una discoteca de Barcelona. Alves fue despedido el mismo día que fue detenido e ingresó en prisión por orden judicial.
El clun consideró que la presunta agresión sexual cometida por Alves “perjudicó la filosofía” del equipo. Según el UOL Sporte, además de las rescisión de contrato aquel 20 de enero, los ejecutivos de Pumas también le mandaron un correo electrónico a Alves en el que le informaron de su salida del equipo y le solicitaron la indemnización millonaria.
Los Pumas exigen el pago por la cláusula de conducta en el contrato en la que podían penalizar al ex lateral del Barcelona por “la participación en casos de dopaje”, “en cualquier escándalo que se haga público” o en “cualquier acto que sea considerado delito bajo la ley del país en el que tuvo lugar”.