España sale viva de su peor partido y se jugará ser campeona de la Nations League en el Metropolitano

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España salió viva de Kaiserslauten y se jugará ser campeona de la Nations League el martes en el Metropolitano ante una Alemania que la desnudó como hacía muchísimo tiempo que nadie lo hacía. Ni siquiera Inglaterra, verdugo en la Eurocopa, consiguió empequeñecer tanto a las españolas. Por eso la mejor noticia fue que, en el peor día, agarradas a los palos y a Cata Coll, sobrevivieron sin ni siquiera haber hecho ningún mérito para lograrlo.

Nadie reconoció a España salvo los primeros diez minutos de la segunda parte. Las mejores jugadoras del mundo no parecieron ni su sombra durante 80, incapaces de hilvanar dos pases seguidos, con todo su talento congelado y bajo el yugo de las alemanas, que las sometieron a una presión que no las dejaba pensar y las condenaron a correr tras ellas. La subcampeona de Europa no podía ni respirar. Se había dibujado un partido duro, exigente, justo lo que llevaban advirtiendo, pero no encontraban la forma de cambiar el guion. Irreconocibles, desdibujadas y persiguiendo las carreras de Alemania, España se limitó a sobrevivir agarrada a su guardameta.

Avisó Anyomi con un disparo cruzado que rozó el poste en el arranque y Bühl comenzó a decirle a Ona Batlle que iba a ser su tormento, yéndose de su marca para forzar a la guardameta mallorquina a aparecer. Al acoso se sumó Minge y Kett, forzándola a una parada increíble. Hasta Irene Paredes sacó bajo palos un tiro de Brand. España, sin pelota, fue vulgar hasta para defenderse. Lo hizo a trompicones, sin capacidad para frenar, ni siquiera en falta, las contras que, como cuchillos, armaban las alemanas, que vivían instaladas en campo rival.

No aparecía Alexia, asfixiada, ni Aitana, alejadísima del área y sin chispa. Esther ni siquiera tocó en zona de peligro y Mariona y Clàudia Pina se alternaron en las orillas a ver si así eran capaces de sorprender en algo a un rival que, alentado por los bramidos de un público entregado, veía clara la oportunidad de dar el primer golpe en la final. Por eso, lo mejor que le pudo pasar a la selección fue irse al descanso viva.

Todo cambió al inicio de la segunda parte. España dio un paso adelante y avisó con dos remates de Alexia Putellas. Había que asustar, inquietar a Berger, que no es infalible y aún piensa cómo Aitana encontró su punto débil en la semifinal de la Eurocopa. En la mejor ocasión de España, estaba vendida y la salvó que el remate de Esther a pase de Mariona se estrelló en el palo.

Ese susto, y la posibilidad de que España reaccionara, hizo a las alemanas volver a meter la directa. Ganaban todos los duelos y hacían de cada recuperación una transición demoledora. Las sensaciones eran de que el duelo se había igualado, pero las ocasiones eran para las germanas, con remates de Clara Bühl o de Nüsken. Buscó Sonia Bermúdez la manera de agitar a su equipo mandando a Eva Navarro al campo en lugar de una desdibujada Clàudia Pina. Necesitaba coraje y aliento, por eso también buscó a Athenea, aunque en la orilla izquierda, como en el Real Madrid, la cántabra no brilló.

Sin embargo, Alemania no se amedrentó y Clara Bühl decidió que ella solita buscaría llevar a Alemania a un título tras siete años de sequía. Se estrelló en el palo, como Brand con un remate lejano, pero fue una pesadilla que empequeñeció a toda la defensa española, de las laterales a las centrales. Lo mejor para la selección seguía siendo el resultado, que dejaba la final abierta para el Metropolitano. Aún así, Bermúdez hizo debutar a Edna Imade en la punta del ataque, pero el problema de España era que seguía sin oler la pelota, y así es imposible generar ocasiones. Todas caían del lado alemán, que acabó volcada, con Nüsken obligando a Cata a despejar un balón fuera del área que cazó Martinez, sin poder dirigir entre los tres palos de una portería vacía. Esa falta de acierto evitó que las alemanas decantaran el primer acto de una final que dominaron. España se lleva una lección.

kpd