Suecia 36 España 39
La selección logra en el Mundial su quinta medalla consecutiva pese a llegar al descanso con una desventaja de cuatro goles. Alex Dujshebaev volvió a demostrar que es el mejor jugador del mundo
Sobra carácter, de eso nunca se duda, pero la resistencia de España parte de un amplio conocimiento de sí misma, de sus fuerzas y de hasta la última de sus debilidades. Nunca muere porque si no es así, es asá. Y si no, de otra manera. Pese a que a la selección le falta altura, y un lanzador que atemorice, y kilos en defensa… es la tercera mejor del mundo. Este domingo, ante Suecia (36-39), se colgó el bronce que lo confirmó, pero lo había anunciado antes: entre Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos era el quinto podio consecutivo. Quien quiera una medalla en París 2024 tendrá que bajar antes a España de las alturas. Por encima sólo están Francia y Dinamarca, dos equipos de antología, quizá los mejores de la historia. (36-39: Narración y estadísticas)
Como ocurrió ante Noruega en cuartos, en la final de consolación España presentó un millón de soluciones cuando más sufría y la mayoría funcionaron. Al descanso, perdía por cuatro goles (22-18) y al final ganó por tres. La remontada tuvo varios héroes, como Rodrigo Corrales, inspirado en la portería en la segunda parte, pero ninguno como Alex Dujshebaev.
Antes de irse a los vestuarios se lo llevaban los demonios, enfadado con todos, consigo mismo, con sus compañeros, con cualquiera que se le cruzara, porque las cosas no estaban saliendo. De hecho, en las entrañas del Tele2 Arena tuvo una discusión con su hermano Dani de esas que sólo se pueden tener con un hermano. Los gestos no engañaban, mejor que hubiera ruido para no enterarse del todo. Pero al volver su actitud ya era distinta. Antes de que Suecia sacara de centro, abrazó a media selección y en un extremo de la defensa 5:1 se lanzó a por varios balones, varias recuperaciones fueron suyas. Más allá de sus siete goles, muchos de cadera, un lanzamiento que nadie ha perfeccionado tanto, su desempeño en defensa fue un estímulo para todo el equipo, que fue detrás. Si el líder se lanza contra el suelo para cortar un pase, el resto le sigue.
Kauldi Odriozola, diabólico en la posición de avanzado, el fogoso Jorge Maqueda -llegó a pedirle al público sueco más ruido- o Adriá Figueras vestido de Julen Aguinagalde acompañaron al mayor de los Dujshebaev en un ascenso de España que fue imparable. Ni los gritos de las 20.000 almas que abarrotaban el Tele2 Arena de Estocolmo hicieron nada. La selección tomó inercia y con ella se abalanzó sobre otro podio.
El momento Corrales
En los momentos clave, al contrario que España, Suecia demostró que no tenía más. La lesión en cuartos de final de su central y referente, Jim Gottfridsson, le desnudó y le despojó de recursos en el ataque posicional. Ante el equipo que entrena Jordi Ribera el conjunto escandinavo corrió y corrió y corrió y en la primera parte le salió muy bien, pero en cuanto Corrales encadenó tres paradas su vértigo se convirtió en mareo. Ahí se decidió el resultado.
Con el resultado a favor y su público cantando ABBA -literalmente, extraño ejercicio de nostalgia-, todo era fácil para Suecia. Cuando España se puso por delante (23-24, min. 36), se acabó el partido. Ni en superioridad se separaron del torbellino de la selección y de la inspiración de Dujshebaev.
“Hemos recuperado el partido en muy poco tiempo y eso ha generado inseguridades en Suecia, que ya no corría igual, que ya no lanzaba igual”, analizaba Ribera en zona mixta con su habitual tranquilidad. La euforia iba por dentro. Antes, la organización le entregó el premio al mejor jugador del partido al extremo sueco Hampus Wanne en una decisión tan política como incomprensible. En las vitrinas de la casa de Dujshebaev -o en cualquier caso en las de Corrales, Figueras o Odriozola- quedará hueco para siempre.
Igualmente España se fue a casa con la mejor posición posible para el próximo Preolímpico -será organizadora y tendrá a los rivales más sencillos- y lo que es más importante, con el bronce que merecía al cuello. La gesta ante Noruega en cuartos pesó ante Dinamarca en semifinales, pero en este Mundial, un torneo más, la selección demostró su resistencia. Nunca muere porque si no es así, es asá. Y si no, de otra manera.
Dinamarca celebra su tercer Mundial seguido
Nadie lo había conseguido nunca y ahí lo tienen: Dinamarca se proclamó este domingo campeona del mundo por tercera vez consecutiva en una final (29-34)que dominó en todo momento. Fue otra demostración de una generación única, pues de nuevo el mejor no fue Mikkel Hansen ni tan siquiera Mathias Gidsel si no que fueron Rasmus Lauge y Simon Pytlick. Francia, con Nikola Karabatic en pista pese a sus dolores, lo intentó, pero no tuvo opción. En los próximos Juegos Olímpicos seguramente volverán a medirse, y el resultado será incierto, pero los Mundiales son cosa de Dinamarca. J.S.