El Mundial 2030, envuelto en controversias por la elección de las sedes, tuvo el martes una cita crucial, con la reunión constituyente de la Comisión Interministerial que debe coordinar su organización con la intervención del Gobierno. Pilar Alegría, ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, presidió la cita, que convocó a representantes políticos, deportivos y empresariales. Según sus palabras, la reunión fue «un momento trascendente para el que será el mayor acontecimiento deportivo en nuestro país desde los Juegos de Barcelona».
En el órgano constituido están representados los 15 ministerios con los que el Gobierno dará respuesta a los desafíos de seguridad, movilidad, sostenibilidad y logística, entre otros, que presenta un evento de estas características. No en vano, la organización de la cita mundialista exigirá un enorme despliegue de recursos públicos, técnicos y humanos.
La Comisión Interministerial desarrollará su labor a través de los diferentes grupos de trabajo que de ella se deriven. En ellos participarán un representante del órgano rector del fútbol mundial, así como los presidentes de la Real Federación Española de Fútbol, Rafael Louzán; del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco; y del Comité Paralímpico Español, Alberto Durán. Los tres han asistido a la reunión constitutiva celebrada ayer en el CSD.
A la espera de los campeones
Junto a ellos han estado presentes los ex seleccionadores José Antonio Camacho y Vicente del Bosque. En próximas reuniones se incorporarán algunos de los futbolistas que alzaron la Copa del Mundo en 2010.
En representación de las Comunidades Autónomas han asistido el conseller de Deportes de la Generalitat de Catalunya, Berni Álvarez; y la secretaria general para el Deporte de la Junta de Andalucía, Isabel Sánchez. Además, han participado el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; y los representantes de UGT, Cristina Estévez, y de CCOO, Armando Recio.
Foto de familia de la Comisión Interministerial.CSD
La Comisión Interministerial liderará la interlocución con los Gobiernos de Portugal y Marruecos, con quienes España comparte la organización del Mundial. También se encargará de fomentar la colaboración público-privada y de promover actividades vinculadas al torneo.
«Este acontecimiento va más allá del ámbito estrictamente deportivo. Constituye una extraordinaria oportunidad para transformar, para inspirar, para unir y para mostrar al mundo la España del siglo XXI. Somos un país abierto, moderno, diverso, innovador y profundamente comprometido con los valores de la igualdad y la integración, con la sostenibilidad y con los derechos humanos; que, además, tiene la experiencia, la capacidad y la voluntad de asumir este reto con altura de miras», subrayó Alegría, acompañada por el secretario de Estado para el deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, a su vez vicepresidente de la nueva Comisión.
Empieza la fiesta en una Europa donde son cada vez más los que quieren que se acabe, y no sólo el 'outsider' español Alvise Pérez, surgido de la sentina de las redes sociales. Crecen los euroescépticos con discursos que desentierran la peor de las pasiones del continente: el nacionalismo. Nada ha costado tanta sangre. Entre esas pasiones ancestrales se encuentra también el fútbol, que levanta estandartes no siempre en la dirección adecuada, pero cuya reconstrucción a lo largo del tiempo es, hoy, lo más parecido al amenazado sueño europeísta, con libre circulación de jugadores desde la 'sentencia Bosman', hace casi 30 años, gracias a sus tribunales. Europa tiene un Real Madrid campeón de la Champions con más acento francés que español sin que ello ofenda a sus aficionados, y selecciones que integran a hijos y nietos de migrantes, como el francés Kylian Mbappé los españoles Lamine Yamal y Nico Williams, dispuestas a conquistar la Eurocopa. El fútbol, tantas veces señalado por las viejas lacras, tiene, pues, una misión, y no es únicamente la de ganar. Es la de mostrar cómo el balón transita mejor si encuentra puentes. Como las ideas. Como Europa.
Cuando Francia levantó su primer Mundial, en 1998, Jean Marie le Pen, fundador del Frente Nacional, se avergonzó del equipo que lideraba Zinedine Zidane por la mayoritaria presencia de jugadores de origen magrebí y subsahariano. Para este ex miembro de la Legión Extranjera no era digno de la 'grandeur'. Por entonces, se trataba también de un emergente 'outsider' de la política francesa, volcada con el proyecto europeo que había liderado Jacques Delors y en pleno desarrollo del Tratado de Ámsterdam, que ampliaba los ámbitos de competencia de la Unión Europea (UE). El perfil multirracial de 'Le Bleu' no ha cambiado, capitaneada la selección por Mbappé, de padre camerunés y madre argelina, fiel a la 'France noir, blanc et beur'. En cambio, el legado de Le Pen, aunque con matices y el nuevo nombre de Agrupación Nacional, ha llevado a su hija Marine a un triunfo histórico en las elecciones europeas del pasado domingo, en la figura de su apadrinado Jordan Bardella. Francia no es la Hungría de Viktor Orban ni la cambiante Polonia. Es el corazón del europeísmo, junto a Alemania, sede de la Eurocopa y donde los radicales y euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD) se han hecho con el segundo puesto.
El hincha Macron, cercado
Emmanuel Macron, un hincha de la selección, como demostró en los palcos mundialistas de Moscú y Doha, acudió a despedir al equipo de Didier Deschamps en Clairefontaine, 'Chez le Bleu'. Al contrario que su padre, Marine también se comportó del mismo modo en sus redes sociales cuando Francia ganó su segundo Mundial, en 2018. Es mejor estar del lado del fútbol, el problema es el mensaje que se incorpora. El de los nacionalistas y euroescépticos es peligroso, especialmente en un torneo de selecciones como el que se inicia, mañana, en Múnich, y con un 'revival' de grupos de hinchas violentos en el corazón del continente. Son los ultras 2.0.
La UEFA está formada por 55 federaciones nacionales, mientras que la UE la componen 27 países. La Europa futbolística es más grande que la política y ello obliga a equilibrios diplomáticos diferentes. No obstante, la coordinación es cada vez mayor, especialmente en lo que respecta a las grandes tensiones o conflictos internacionales, como sucede en la actualidad con las guerras en Ucrania y Gaza. El organismo de Aleksander Ceferin apartó a Rusia de las fases de clasificación, en paralelo a las decisiones de los países occidentales, pero mantiene en su seno a Israel, igual que Eurovisión, del mismo modo que las grandes potencias del continente no han retirado a sus embajadores en Tel Aviv.
Ucrania, causa y privilegio
Ucrania toma parte en el torneo, después de una heroica clasificación y de que sus jugadores hayan sido liberados de las férreas normas de reclutamiento en el país, al considerar que competir es su forma de luchar. Un criterio tan entendible por la propaganda que busca Volodimir Zelenski para la causa ucraniana, como polémico por tratarse de un privilegio. El portero Lunin ha dejado claro que los importantes son los que están en el frente.
Ucrania gozará de simpatías en Alemania, pero su competitividad está lejos de llevarla al grupo de las selecciones con aspiraciones, pese a estar en uno de los grupos más asequibles, junto a Bélgica, Eslovaquia y Rumanía. Su título es su presencia.
Calendario de la Eurocopa Alemania 2024
El sueño de Platini y el Brexit
Italia, campeona en 2021, un año después por la pandemia, vive en una montaña rusa: no se clasificó para el Mundial anterior (Rusia) ni para el siguiente (Qatar). El pedigrí es su aliado, pero no parece en condiciones de repetir la gesta que cumplió en Wembley, ante Inglaterra. En Londres concluyó una Eurocopa extraña por la pandemia y por transitar por varios países. Cuando Michel Platini, ex presidente de la UEFA, la ideó, pretendía ser un homenaje al proyecto europeo. Cuando se celebró, el 'Brexit' había dinamitado uno de sus puentes y Platini había dejado su lugar entre acusaciones de corrupción. La maldición quiso que la final se celebrara en Londres, fuera ya de la UE.
La Inglaterra que entonces perdió es un candidato a todo desde hace unos años, ya que goza de una de sus mejores generaciones, a la que ahora se añade Jude Bellingham, después de su estirón y su Champions en el Madrid. Sin embargo, algo falla a nivel mental en este equipo que dirige un entrenador de perfil bajo, Gareth Southgate. Estuvo cerca en el Mundial de Rusia, cayó ante Italia en la final de Wembley y perdió ante Francia, con un error de Harry Kane en el punto de penalti, en Qatar. Sabe que es su última oportunidad.
Francia es la roca, pero una roca por la corre Mbappé y sobre la que baila Griezmann. El nuevo jugador del Madrid falló un penalti en la tanda que dejó fuera a su selección en la última edición, pero en la final del Mundial, pese a la caída de Francia, dejó claro su capacidad para cambiar el signo de un partido. La Euro es su primer gran torneo lejos del PSG, un estímulo más para este futbolista-depredador. Vinicius hará lo mismo en la Copa América, antes de su encuentro en el Bernabéu para jugar juntos por más Champions y uno contra el otro por el Balón de Oro.
Datos de todas las Eurocopas
La bandera alemana
A ese Bernabéu no volverá Toni Kroos, cuyo regreso a Alemania es parte de su final de cuento. No todos lo escriben tan bien. Ha dado a la 'Mannschaft' el mando que necesitaba, porque jugadores de calidad le sobran. Kroos y el hecho de ser local confieren a Alemania una condición de favorita que no ha vuelto a exhibir desde su título mundial en Brasil, hace 10 años. Kroos estaba allí. Durante su Mundial de 2006, la juventud alemana acabó con complejo de exhibir su bandera, dado el pasado nazi. Ahora el peligro es que los radicales de la nueva Alemania no lo hagan en exceso y con otras intenciones.
También en Brasil estaba Cristiano, el eterno. El folletín que protagonizó en Qatar aventuraba un final de 'primadona' que ha perdido la voz, pero la gestión del español Roberto Martínez en el banquillo lo ha rehabilitado, pese a jugar en el balneario de Arabia. La clasificación de Portugal ha sido excelsa, hecho que la coloca en un segundo escalón en el que también está la España de Luis de la Fuente.
Campeona de la Liga de Naciones, donde derrotó a Italia y Croacia, rivales en su grupo, España llega tras la crisis del caso Rubiales, con un entrenador que fue parte del 'Rubialismo' y un presidente, Pedro Rocha, imputado. El balón dictará, pues, sentencia con respecto a una selección que depende de jugadores clave: Carvajal, Rodri, Pedri, Nico Williams y Lamine Yamal.
Carvajal ha hecho su mejor temporada tras muchos sinsabores con España; el jugador del City es el compás de un equipo pragmático, olvidado el catecismo de la posesión; el canario fue el mejor joven de la pasada Euro y vuelve al mismo sitio tras reventar y entrar en un bucle deportivo y personal; Nico tiene la platea que no le ofrece el Athletic, y Yamal está, a sus 16 años, ante el reto de romper en estrella de la Europa que viene, esperemos que con menos euroescépticos.
"¿Por qué os parece bien que la NFL o la NBA jueguen partidos oficiales en Europa y no que la Liga se lleve un Villarreal-Barça a Miami?". Esa pregunta se repitió desde el entorno oficialista cuando todo el fútbol español, excepto los dos clubes que sacaban tajada, se volvió en contra de la fracasada aventura americana de Javier Tebas. La comparación sólo denota ignorancia.
Nunca compré la indignación de que un simple partido en campo neutral adulteraba la competición, me parece exagerada, pero sí creo firmemente que es un insulto a los aficionados locales y que comparar nuestra cultura deportiva con la estadounidense es no tener ni idea de cómo se vive esto en cada sitio. Aquí, ir al fútbol es (siempre) pertenencia, allí es (frecuentemente) experiencia.
No pasa con todos los equipos, por supuesto, pero la NFL lo sabe y lo maneja: rara vez quita partidos en casa a sus aficiones más fieles. Desde 2007, habrá jugado 57 partidos en Inglaterra, Alemania, Irlanda, México, Brasil y España. Buffalo (su vínculo con Toronto es diferente), Green Bay, Detroit y Dallas aún no han cedido un partido en su estadio. Pittsburgh, Baltimore, Chicago y Seattle, sólo uno. Sin embargo, Jacksonville lleva ocho partidos como local en Londres y el del Bernabéu será el quinto de Miami. Salen fuera los que les da igual jugar en casa porque en la grada casi siempre hay más camisetas del equipo visitante, algo que aquí jamás sucede. Perder un partido no les genera conflicto con sus fans porque apenas tienen fans, tienen clientes.
Pero, por encima de todo, hay una diferencia que hace la comparación especialmente triste. La Liga quiere ir a Estados Unidos a mendigar, la NFL viene a Europa a conquistar. Ya lo ha hecho en Inglaterra y Alemania, donde cada partido es un acontecimiento y el seguimiento de la liga se ha disparado. ¿Lo logrará en España? No a la primera.
Que queden entradas a pocas horas del partido en una ciudad como Madrid, donde Bad Bunny llenará diez veces el Metropolitano porque no ha querido 20, Radiohead vende cuatro noches en un ratito y no puedes salir a cenar por el centro si no reservas con dos semanas de antelación, delata que el impacto ha sido limitado.
Fuera de los que ya éramos aficionados y de los vecinos de Chamartín, es posible que la mayoría de sus conocidos en la ciudad no sepan que se juega. Pero la NFL debe ser lista y persistir. Esta conquista es un proyecto a medio plazo y ojalá triunfe porque, créanme, si entras en el fútbol americano te quedas a vivir. Para siempre.
El lanzamiento de penaltis es una suerte que manejan los futbolistas con buen pie y a Inglaterra le sobran. Da igual que sean incapaces de encontrarse en 120 minutos, de generar desequilibrios incluso de mostrar su calidad. Cuando llega el momento de la vida extra, esa que da la tanda, aparecen. Inglaterra está en semifinales por no haber errado sin que Kane ni Foden estuvieran entre los lanzadores. Sí Bukayo Saka, quitándose la losa que ha arrastrado tres años después de ser el mejor de una seleción mediocre a la que, si no es porque Pickford, con su chuleta de lanzadores pegada en la botella, busca el error de Akanji, Suiza habría plantado cara como hizo durante todo el partido, sometiendo por momentos a los Three Lions. [Narración y estadísticas (1-1, 5-3)]
Ver jugar a los ingleses no te impide dar una cabezadita a la hora de la siesta. Sólo las carreras de veloz Saka pueden sobresaltar, porque el resto es sopor. Superó los sustos en la fase de grupos, jugó con fuego ante Eslovaquia y sólo en esa prórroga agónica volvieron a aparecer los galones de Bellingham y, por primera vez, los de Kane. Es como si en la locura del arrebato se desatara un desorden que libera el talento. Olvidarse de la música para bailar sólo a ritmo de tambores. Incluso eso tardó en ocurrir ante Suiza.
Southgate mantiene a su equipo bien atado, por más que vaya cediendo a algunos cambios para calmar las críticas y, sobre todo, buscar soluciones para no salir por la puerta de atrás. La apuesta por Mainoo ha aparcado los experimentos y dado equilibrio a la medular, pero mientras Bellingham sigue acostándose a la izquierda y buscando cómo encontrar su lugar para romper hacia el área. Foden fue durante todo el partido una sombra.
Juego lento y conservador
Suiza es un equipo ordenado que conoce al dedillo el plan de Murat. No se desespera y busca la velocidad que tiene en la bandas y en Embolo. Su única laguna fue la banda izquierda, donde Saka se colaba una y otra vez por el agujero que dejaba Ricardo Rodríguez sin que Aesbischer fuera capaz de taponarlo. Ese era el mayor peligro de los pross, que siguen atascados. Tanto que hasta Mainoo se animó a avanzar hacia el área hasta estrellarse contra el muro de Akanji. Poco a poco Suiza, a pesar de que Xhaka andaba a medio gas, fue cogiendo vuelo. Comenzaron a aparecer Freuler y Vargas para surtir a Embolo. Los suizos que llenaron el fondo del estadio, a quienes alienta su entrenador antes del arranque, son un reflejo de lo incansable que es su equipo en el campo.
Enredados los ingleses, sólo buscaba la punta de la madeja el jugador del Arsenal. Un juego lento y conservador provocó que los suizos volvieran tras el descanso dispuestos a dar un paso adelante. Se estiraba Ricardo Rodríguez para buscar a Embolo en el segundo palo en su batalla con el villano Konsa, nutría Akanji de balones en largo a Ndoye y Vargas se lanzaba al uno contra uno. Murat había metido piernas frescas en el campo y ese atrevimiento provocó que en el minuto 69, Kane tuviese que sacar un balón en su propia línea de fondo.
Antes de que Inglaterra intentara espabilar, se vio con un gol en contra. Schär buscó en profundidad a Ndoye para romper a Trippier y poner un balón al segundo palo que rebañó Embolo. Acababan de sonar las trompetas para los Three Lions.
Pickford consulta las anotaciones en su botella.Dean Mouhtaropoulos
Southgate movió el banquillo para intentar aguantar unos días más su trabajo. Por eso hizo debutar a Luke Shaw, y mandó al césped a Eze y a Cole Palmer para empujar a los suizos, que se dejaron de manera involuntaria. Antes de que alguno tocara la pelota, Saka se escapó, recortó para verse en el pico del área y armar un zurdazo que ni vio Sommer hasta que recogió del fondo de la red. Era el primer disparo de Inglaterra entre los tres palos de todo el partido. Sobrevivía en el minuto 80 para jugársela, otra vez, a cara o cruz.
Cantaban sus gradas al inicio de la prórroga, pero apenas sirvió. Un cañonazo de Declan Rice y un doble disparo de Bellingham que atrapó Sommer en la primera parte de la prórroga. Suiza quiso apretar a Pickford y lo hizo. Shaqiri buscó el gol olímpico que se estrelló en la escuadra, Amdouni armó un zurdazo que obligó al meta inglés a vestirse de salvador antes de tiempo y el rechazo a punto estuvo de aprovecharlo Widmer. Los penaltis no parecían un mala manera de intentar ganar vida.