Todos los artículos que el periodismo mundial tenía preparados sobre la superioridad del PSG en esta temporada futbolística terminaron en la basura al descanso de la final del Mundial de clubes por culpa de la zurda de Cole Palmer. El inglés hizo suyo el MetLife Stadium de Nueva Jersey y se sacudió el frío dos veces en un celebración ya icónica para los adolescentes que aman el balón. Dos veces amagó sobre la defensa del PSG y dos veces ejecutó a los de Luis Enrique. En la tercera, prefirió asistir con finura a Joao Pedro para sentenciar al campeón de Europa antes del intermedio. El final tuvo de todo, incluida una tangana en la que el técnico asturiano propinó un manotazo a Joao Pedro. [Narración y estadísticas (3-0)]
El PSG aterrizaba en el domingo neoyorquino con el protagonismo merecido tras el imponente 4-0 al Real Madrid. Un resultado que ahora, superada ya la final, habla todavía peor del nivel actual del conjunto blanco, camino de una necesaria reconstrucción futbolística y emocional. Sobre el césped, Luis Enrique repitió el once de la semifinal imaginando un escenario similar, pero Enzo Maresca, exjugador del Sevilla y ahora técnico blue, le tendió una trampa física que no pudo superar.
El italiano, que este año ganó la Conference League contra el Betis y terminó cuarto en la Premier, metió a Reece James, lateral derecho, en el centro del campo para asentar el músculo de su equipo, rodeado del ecuatoriano Moisés Caicedo, imperial, y Enzo Fernández. Atrás, un muro físico con Gusto, Chalobah, Colwill y Cucurella. Arriba, Cole Palmer, liberado en defensa y en ataque, conectando con Neto y Joao Pedro, implacables e incansables en la presión.
El Chelsea demostró que el PSG, un equipo estelar este año, es humano, y mostró al Madrid el camino a seguir en el futuro a corto plazo si quiere competir de nuevo en el fútbol continental. Agobió a Beraldo en salida, ahogó a Vitinha y Neves, motores técnicos de los franceses, robó rápido el balón e hizo correr a los galos. No quiso amasar la posesión, sino ser vertical, ya sea en largo o en corto, para evitar la presión alta del PSG. Su seña de identidad. Así ganó.
Palmer estuvo a punto de abrir el marcador en el minuto siete y Doué tuvo el gol parisino en dos ocasiones en los primeros quince minutos. El duelo era físico, más de duelos individuales que de táctica, y los puñetazos volaban sin miedo al golpe.
En el 21, Nuno Mendes falló en un choque con Malo Gusto en un balón largo a su espalda, el lateral ‘blue’ se plantó en el área, cedió a Palmer tras intentar el disparo y el inglés, libre de marca ante la pasividad del mediocampo del PSG, definió con finura al lado derecho de Donnarumma. Éxtasis en el MetLife Stadium, teñido de azul en las gradas y con Donald Trump en el palco, sentado a la derecha de Gianni Infantino.
No se quedó ahí Palmer. En el 29, Enzo le encontró a la espalda de la zona izquierda del PSG, sin Nuno Mendes, perdido en el ataque. Vitinha llegó al corte, pero Palmer amagó el pase, se internó en el área, volvió a amagar y desde el mismo lugar del 1-0 anotó ante Donnarumma. Su zurda sentenció el Mundial.
Demasiados errores en un PSG casi irreconocible, con Dembélé desaparecido, con Vitinha, Fabián y Neves incapaces de hacerse con el control y con Hakimi y Mendes sin ser lo superiores que habían sido en el torneo.
A partir del segundo tanto, el Chelsea dio un lógico paso atrás y apuntó todavía más a su plan inicial: bloque fuerte en defensa y contraataques rápidos al recuperar. En el 42, encontraron oro de nuevo. Palmer rompió líneas, los mediocentros no llegaron a su marca y el inglés filtró en la frontal para Joao Pedro, que definió con una vaselina sensacional.
Los vestuarios aceleraron al PSG, necesitado de un gol tempranero para meterse en el partido. Lo intentó, siempre con Vitinha como timón, pero se encontró con Robert Sánchez. El español voló en varias ocasiones ante Kvaratskhelia, Dembélé y Vitinha para evitar el primer tanto francés y Luis Enrique comenzó a agitar su ataque. Entró Barcola por el georgiano y los galos apretaron todavía más la meta londinense, pero Sánchez se hizo gigante ante su ataque.
La desesperación del PSG se hizo latente en el tramo final, más emocional que futbolístico. El partido comenzó a tener de todo menos juego. Pérdidas de tiempo, conatos de peleas, alguna agresión… Joao Neves terminó expulsado por tirar del pelo a Cucurella y tras el pitido final ambas plantillas se enzarzaron en una bronca con Donnarumma, Nuno Mendes, Joao Pedro y Colwill como protagonistas y que terminó con el brasileño en el suelo tras un manotazo de Luis Enrique.
Todo ante la atenta mirada de Trump, que entregó el primer Mundial de clubes al Chelsea. Muchos millones a su bolsillo y un título para ser rey del fútbol mundial durante los próximos cuatro años.