El imposible 12+1, el ramo de Margarita y los árbitros en el adiós del Atlético: “Revisaron una acción anterior para no pitar penalti, más de lo mismo”
“Creo mucho en mis jugadores, lo han hecho 12 veces”. Se refería Simeone a la (casi) imposible gesta que el Atlético debía acometer ante el Botafogo, campeón del Brasileirao y de la Copa Libertadores y líder del grupo B, el de la muerte. Las palabras no fueron acompañadas de hechos porque las veces a las que se refería el Cholo eran ante rivales bastante inferiores al Atlético como el Valladolid o el Valencia en LaLiga o el Sparta de Praga en Champions entre otros.
“Hacer seis puntos en el grupo no era malo, pero nos condenó el partido ante el PSG donde cualquier situación nos perjudicó”, comenzó Diego Simeone sus primeras impresiones tras quedar eliminado en fase de grupos. Criticó el argentino los arbitrajes que ha sufrido el Atlético en este Mundial. “Hoy con el penalti, revisaron una acción anterior para no pitarlo… Más de lo mismo…”, sentenció el entrenador.
Aunque los jugadores, o por no ver la jugada, o por no querer valorar la importancia de los colegiados, no entraron a valorar la actuación de los trencillas. Antoine Griezmann fue algo más allá y expresó: “Enfadado, porque tenemos más, pero no tenemos que enfocarnos en los árbitros […] es un problema más profundo del equipo”
Arbitrajes aparte, técnico y jugadores señalaron al partido ante el PSG como el culpable de que el club vuelva a Madrid a las primeras de cambio. “Se ha dado todo en el segundo y en el tercer duelo, pero no en el primero y por eso no pasamos a la siguiente ronda”, comentó Jan Oblak. Algo que secundaron Barrios y Llorente: “Ganar dos partidos de tres e irte a casa con seis no es plato de buen gusto”, añadió el canterano.
El capitán, uno de los mejores en el terreno de juego con dos paradas milagrosas en las únicas llegadas claras de los brasileños, también quiso exponer la falta de suerte que han tenido a nivel ofensivo. “No ha sido suficiente, infelizmente el balón no ha entrado”, expuso el cancerbero sobre quedarse a dos goles del objetivo para pasar de ronda.
Amuletos
Y eso que el club lo intentó todo dentro y fuera del terreno de juego para que el milagro se obrase. El propio Griezmann depositaba antes del encuentro el famoso ramo de Margarita, que adorna uno de los córners del Fondo Sur del Metropolitano, para intentar sumar cualquier elemento, cualquier amuleto, a la imposible causa que debían afrontar los rojiblancos.
“Yo cr3o”, ponía el club en sus redes sociales para intentar incendiar a las masas. Pero las redes no juegan y el apoyo virtual no se siente como gustaría. Y más teniendo en cuenta que en las gradas había superioridad de brasileños (se esperaba que viajaran en torno a 15.000) que españoles.
No hubo gesta y debe haber reflexión en un equipo que fue insuficiente para competir en este Mundial de clubes que abandona a las primeras de cambio. Mientras otros clubes se reforzaban, el Atlético se conformó con lo que tenía porque este torneo “estaba en la planificación de la temporada en curso”.
Puede estar en una recta. Puede estar en una lanzadera, pero este Atlético va a todo gas. Jorge Martín, reciente campeón mundial de MotoGP, una persona que ha llegado a rodar a 363 kilómetros por hora, lo pudo comprobar in situ tras aparecer en el Metropolitano montado en su nueva Aprilia.
Este Atlético muerde, domina, va arriba y no especula. Hubo debates sobre si esto era posible, hubo amagos de hacerlo otras temporadas anteriores, pero cuando los resultados fallaban, la idea titubeaba. Como una vela sensible a cualquier brisa. Pero esta vez la base es firme y también la mano que la sostiene. No necesitó más que un gol de Sorloth para hacerlo, pero no siempre se alcanza la excelencia. Ya son once victorias seguidas, casi nada. [Narración y estadísticas, 1-0]
Se asienta en un 4-4-2 con clara vocación ofensiva. En nombres que no estaban, como Julián Álvarez, en otros que no contaban, como Javi Galán y en otros que han encontrado su mejor versión, como Rodrigo De Paul. Luego está el sospechoso habitual, un francés que mejora las jugadas rojiblancas y que, cuando toca, las culmina. Dos dobletes en los dos últimos partidos para seguir engordando su nombre en la historia rojiblanca. Un tal Antoine Griezmann.
Falta que se incorporen otros, como Samu Lino. Indispensable en épocas pasadas e intermitente en este nuevo tiempo. Mezcla una de cal y otra de arena, cosa no muy del agrado del entrenador. Ante el Getafe comenzó con dos de arena tras sendos grandes pases de Giuliano y De Paul. El argentino, por su parte, pudo hacer el primero tras una gran dejada del Cholito, pero estaba costando romper la tela de araña del Getafe.
Salieron los azulones con un planteamiento muy defensivo por parte de Bordalás, dejando grandes armas de ataque como Uche en el banquillo y volviendo a apostar por los niños en las bandas. Pero los madrileños no eran los mismos que el año pasado, a lomos de Greenwood, terminaron con la racha de victorias seguidas en el Metropolitano del Atlético, a 20 se llegaron, con un tres a tres abrumador.
No quiso especular más Simeone tras los primeros 45 minutos pese a las claras ocasiones que disfrutó su equipo. Cambió el Cholo a Lino por su hijo, otra jornada del brasileño en la que pensar en su efectividad. Y empezó el Atlético a buscar el coliderato con más ahínco. Barrios tuvo la primera tras una buena jugada rojiblanca, pero la estrelló en el lateral de la red.
Luego quiso el Cholo llamar a la historia con un cambio entre leyendas. Salió Griezmann del terreno de juego para dar entrada a Koke. La idea era recuperar el medio campo, algo que se había escapado un poco con la salida de Uche y Sola en el conjunto azulón e intentar abrir la lata, que se resistía por un gran desempeño defensivo de los de Bordalás, que terminaron por adelantar las líneas a ver si pescaban a un cansado Atlético.
Tiempos pasados
Y cuando parecía que las tornas cambiaban, cuando parecía que el Getafe buscaba la machada en el Metropolitano, llegó el martillo noruego para rematar un soberbio centro de Molina. De esas bananas que son un pecado no aprovecharlas. La pregunta que se hizo el respetable es, ¿ahora qué?
Volvió el Cholo a tirar al monte. Sacó a Le Normand por Barrios y el equipo pasó a defensa de cinco. Raro, pero efectivo. Se buscaba la victoria y se consiguió pese al susto de Milla. Habrá otros días para conseguir brillo. En Barcelona, ¿quizás?
Mientras 'ardía' la avenida de Arcentales, una madre vestida con la camiseta de Griezmann disfrutaba con su hijo de la maravillosa puesta del sol que se ve desde el parque del estadio Metropolitano. Es la perfecta metáfora del contraste que vive hoy este Atlético de Madrid. La llama y la calma. Era día de llama. De remontada y de intensidad... De rugidos. Rugió el león, rugió el Metropolitano y rugió Oblak. [Narración y Estadísticas, 2-1]
El esloveno volvió por sus fueros con una gran actuación durante el encuentro y con una parada decisiva en la tanda de penaltis. Su performance merecía los cuartos de final de la Champions, lugar que n oocupaba el Atlético desde la 2021/22. El equipo necesitaba fuego, sí, pero también calma. Sólo había que remontar un 1-0.
Así, desde un bloque medio con las líneas muy juntas, cerrarían todos los pasillos interiores que tan bien ataca el equipo de Inzaghi, con esa movilidad tan característica que le mantiene ya con 16 partidos seguidos sin perder. El plan funcionó de inicio con un robo de Molina que generó el primer 'uy' en la grada y una salida de Lino, como un cohete por la banda izquierda, cuya finalización exigió una buena parada de Sommer.
Como dos rivales que se miran al espejo, Dumfries quiso responder al brasileño apenas dos minutos después. Oblak, el Oblak que necesita el Atlético, apareció para negar el gol al neerlandés. Lautaro se desesperaba porque estaba solo al palo largo. Minuto 14 y el partido era un vaivén de emociones, juego y ocasiones. Era todo lo que se puede esperar de una noche de Champions en un duelo de estrellas.
Barella y Lautaro eran dos de las que estaban en el césped. El primero era la batuta de los neroazzurri, el segundo, el vértice sobre el que se montaba la ofensiva. Aunque el argentino apenas levante 174 centímetros del suelo, es increíble su juego de espaldas y la manera de aguantar las embestidas de Savic y Witsel. Aunque al final de la noche la suerte le fuera esquiva, el partido del Inter fue suyo.
Su homólogo, Morata, debía responder al desafío del 9. Escribíamos en este periódico que ambos estaban en el mejor año de sus carreras, así que el duelo estaba servido. Las contras del Inter eran cosa de Lautaro, pero el primer remate a puerta fue un cabezazo del madrileño, blando, pero bien dirigido. 1-1 en el duelo particular.
Resultado que se puso en el marcador tras dos minutos de locura disputada la primera media hora de partido. El primero que golpeó fue el Inter. Lo hizo aupado a una pared de sus dos estrellas y a una llegada fulgurante de Dimarco, quien remachó la descarga de Barella en el punto de penalti.
Dimarco, tras marcar el primer gol del partido.Juanjo MartínEFE
Y respondió a quien más esperaba el partido. Griezmann comenzó el partido en cuerpo, pero no en espíritu. Fallón, cabizbajo y sobre todo sin sonreír y, si él no sonríe, al Atlético le cuesta más hacerlo. El equipo sabe luchar, presionar, morder, pero le falta algo de creatividad y esa es la característica fundamental del juego del Principito.
Y, aunque la creatividad tardó en llegar, apareció la efectividad. Un fallo estrepitoso de Pavard le valió, al borde del fuera de juego, para remachar ante Sommer al borde del área pequeña. Casi hace el segundo cinco minutos después, pero la defensa interista repelió otro disparo suyo dentro del área. Bienvenido Principito.
Griezmann celebra el empate del Atlético.MariscalEFE
Terminó el francés la primera mitad como comenzó la segunda, percutiendo. Lástima que le cayó a la derecha un pase atrás de Llorente y disparó blando a las manos de Sommer. Tuvo otra 10 minutos después, pero Morata no le vio y remató mal arriba. Si la deja pasar se quedaba solo el francés. Se hubiera caído el estadio si culmina la remontada de la eliminatoria en la portería del fondo sur del Metropolitano.
El partido avanzaba y el cronómetro apretaba en la cabeza del Cholo. El argentino, que en varias fases del partido pedía calma, en el 70 declaró fuego. De Paul y Lino al banquillo, Riquelme a la izquierda y Correa en punta con Morata. Griezmann al medio campo a intentar recuperar la creatividad perdida. Necesitaba una sacudida el encuentro que había perdido lustre con el paso de los minutos.
La sacudida casi se la da Lautaro al Atlético de Madrid tras conducir dos contras con maestría y dejar solos a Thuram y a Barella. Afortunadamente, el francés no tiene el temple del argentino y el italiano llegó fundido a los últimos metros. Ambos definieron mal.
Los últimos diez minutos de partido eran un toma y daca donde el gol podía encontrarse en cualquiera de los lados. Memphis pudo empatar en dos ocasiones. La primera tras una gran jugada de Correa, esta noche sí, el gran agitador que necesitaba Simeone en los metros finales. Y la segunda tras un gran disparo al poste.
El león
Y tanto insistió el león que terminó por encontrar a su presa. Lo haría tras un gran pase de Koke. El neerlandés se revolvió bien y remató fuerte y al palo. Eliminatoria empatada a cinco minutos del final. El Inter, plagado de defensas, grogui. El Metropolitano en ebullición. Y Riquelme pudo evitar la prórroga en sus botas cuando la creatividad de Griezmann había vuelto. Una pena.
El Inter, lejos de afectar el golpe en el tiempo añadido, mostró una versión más parecida al partido de ida. Mas agresivo y más intenso. Thuram amagó con un cabezazo que silenció a la grada. Y era el Atlético el que esperaba cazar una contra. En cuestiones de caza, lógicamente, hay que llamar al león. Esta vez, Memphis no pudo encontrar el gol tras una gran jugada de Riquelme. El partido se iba a decidir por los pequeños detalles.
Un córner por ejemplo, como el que remató Lautaro, pero no encontró portería. Un 'valderrama' de Thuram a Savic, que el VAR pudo interpretar de otra manera. O la sustitución de Griezmann... los caminos del Cholo son inescrutables. Nada pasó y el partido se decidió en los penaltis. La suerte más injusta en el fútbol. Lo fue con Lautaro, el mejor del Inter y el que falló el penalti definitivo. Pero no con el Atlético que creyó y rugió como nunca.
Esta Eurocopa fue la de la jubilación del último apodo de la selección española. Luis De la Fuente acabó con el famoso Tiqui- taca, como otro Luis, Aragonés, desechó la famosa Furia hace ya 16 años. Ahora, con un juego más vertical y con la mitad de pases, la selección española es solo La Roja, pese a que ese apelativo entre en conflicto, como ellos han reivindicado alguna vez, con el de la selección chilena.
Su rival el viernes será la Mannschaft, El equipo. Los alemanes no se complican mucho la vida a la hora de poner apodos. El mismo, por cierto, que tienen los austríacos para el suyo. En su caso, se escribe Das Team. Tampoco los eslovenos, con Reprezentanca, que significa Equipo Nacional, se han roto la cabeza a la hora de nombrar a su selección.
Por seguir con apodos básicos vamos con las selecciones que tiran de colorido. Hay dos que apelan al azul como son Francia, Les Bleus, e Italia, los Azzurri, con diferente suerte dentro de este torneo, aunque los transalpinos siguen siendo, a día de hoy, los vigentes campeones. Si los primeros tomaron el color de la heráldica nacional en el siglo XII, los segundos honran a la Casa Real de Saboya, responsable de la unificación italiana en 1861.
Si pasamos al rojo, por ejemplo, nos encontramos, España aparte, con los Cruces Rojas de Suiza por su característica bandera dividida en cuatro partes de ese color y los ya depauperados Diablos Rojos belgas, que han visto cómo, en este campeonato, decían adiós una de las mejores generaciones de su historia. De hecho, lo de diablo les viene dado por la prensa y la capacidad de trabajo de sus jugadores, algo que no han demostrado en esta cita.
Por último, tenemos las combinaciones cromáticas ucraniana y rumana. Si los primeros son los Simyo-Zhovti (Azul-Amarillo) por el cielo y los campos de trigo, los segundos se denominan los Tricolorii (Tricolor), colores que representan a la bandera rumana y que significan la grandeza y poderío del país.
Y, como si del Libro de la Selva se tratara, hay equipos con apodos muy 'animales'. Varios leones y aves entre los equipos europeos. Los Three Lions ingleses originarios de Ricardo Corazón de León y los Leones Orgullosos checos. Hasta tres equipos recurren al águila: La bicéfala que Albania tiene en su bandera y Serbia en su escudo de armas, ambas provenientes de la antigua Yugoslavia. Y también está Polonia, los Orly, las águilas, animal que se encuentra en su escudo. Eslovaquia recurre al halcón para nombrar a sus chicos porque comparten su "destreza, perspicacia, velocidad y salvajismo".
Pseudónimos bélicos
Recurriendo a la última de esas características hay que destacar la simbología bélica. Así, están la Armada Tartán por la famosa tela de las faldas escocesas, los Fieros croatas como recoge su himno, la Dinamita Danesa como cantaba la parroquia en la Euro del 84 y los Cruzados georgianos basados en los míticos caballeros del siglo XI en adelante.
Y cerramos con los apodos metafóricos como la famosa Naranja Mecánica de Johan Cruyff y su fútbol total. También están los Magiares Mágicos que apelan a la época de otro futbolista que conocemos bien en España, el húngaro Ferenc Puskas. Más alegórico es el apodo turco, Estrellas Crecientes, símbolos del Imperio Otomano y que cuadra con jugadores como el joven Arda Güler.
Y cerraríamos este repaso con el Equipa das Quinas, o de los Escudos. Por eliminación hay que adivinar que se trata del conjunto luso, ese que lidera un sensible y emocional Cristiano Ronaldo. Veremos si los escudos impiden que el hombre enmascarado francés haga de las suyas en cuartos.