J. J. Spaun, un voluntarioso trabajador latino, campeón del US Open: “Sólo traté de seguir esforzándome, lo que hice toda mi vida”

J. J. Spaun, un voluntarioso trabajador latino, campeón del US Open: "Sólo traté de seguir esforzándome, lo que hice toda mi vida"

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La historia de J.J. Spaun parecía condenada a ser una más de las tantas que suceden en el mundo del deporte. Un jugador modesto que se atreve a desafiar a los más grandes en los mejores escenarios y que termina ahogado en su intento. Así transcurría este domingo el desenlace del US Open, donde Spaun arrancó con cinco bogeys en sus seis primeros hoyos. Fin. Cuarenta golpes en los primeros nueve hoyos y todo parecía tener un final cruel, como en el pasado The Players Championship, donde cayó en el desempate del lunes frente a Rory McIlroy.

Sin embargo, las bocinas salvadoras sonaron y el juego en Oakmont se interrumpió durante 96 minutos. Una tormenta descargó con fuerza, Spaun se cambió de ropa, se relajó y volvió al campo como si fuera un jugador diferente. Dos horas y media más tarde, dejaría para siempre su estatus secundario.

El nuevo ganador del US Open nació de la unión de un padre mexicano (habla perfectamente castellano) y una madre filipina tan obsesionada con el golf que el primer swing de J.J. fue cuando aún estaba en su interior: Dollie Spaun continuó jugando en el campo de pares 3 de South Pasadena (California) hasta el octavo mes de gestación.

Aptitudes desde la infancia

Cuando era un niño, enseguida mostró buenas habilidades como golfista y con el manejo del skate, aunque nunca destacó de forma extraordinaria. “Solo traté de seguir esforzándome, lo que hice durante toda mi vida”, comentaba emocionado en la jornada final del US Open como metáfora de su propia vida. “Mi planteamiento fue que, por mal que fueran las cosas, tenía que comprometerme con cada golpe. Seguí luchando. Afortunadamente, lo hice en los nueve segundos, las cosas se alinearon… y aquí estamos con el trofeo”.

Así analizó su victoria un jugador que comenzó en el Circuito Canadiense, donde en sus primeros años apenas acumuló 800 dólares en ganancias, interesante contraste con el cheque de 4,3 millones que se embolsó el domingo. Después de las penurias iniciales en 2015, logró proclamarse jugador del año en el Circuito Canadiense y ascender al Korn Ferry Tour, segunda división del PGA Tour.

“No fui preparado para ser profesional. Todo sucedió paso a paso. Junior golf, golf universitario, me hice profesional… y ahora estoy aquí con el trofeo del US Open”, insistía Spaun. Nunca fue favorito, no se formó en academias de élite ni jugó con los mejores juniors de Estados Unidos; disputó torneos normales de club, de los que se organizan cada domingo, y todo lo que logró fue paso a paso. Sin embargo a base de cavar, ascendió al PGA Tour y logró ganar en Texas en 2022, su única victoria hasta la de este domingo.

Una madrugada caótica

En la fecha definitiva todo empezó mal, salió nervioso y agotado en el tee del hoyo uno, a mitad de la noche su hija enfermó y tuvo que recorrerse de madrugada el centro de Pittsburgh en busca de una farmacia de guardia. “Vomitó toda la madrugada. Fue un inicio de día caótico. No la culpo por mi mal comienzo, pero encajaba con todo lo que estaba ocurriendo”, describió en la rueda de prensa.

Por si fuera poco, en el hoyo 2, el destino retorció un poco más las ilusiones del norteamericano. Pegó un gran segundo golpe, pero su bola impactó en el mástil de la bandera y salió despedida fuera de green. De una oportunidad clara de birdie a un nuevo bogey. “Todos hicieron ‘¡oooh!’ en vez de aplaudir y supe que había pasado algo raro. Fue una situación de dos golpes”, relató sin amargura. Reaccionó con un simple gesto de resignación. Nada de rabietas. “Es el US Open. No puedes permitir que la frustración te domine tan temprano”.

El ‘putt’ de Spaun en el hoyo 18 que le dio el triunfo en Oakmont.EFE

Afortunadamente, el parón fue un regalo del cielo: “Me vino bien. Reinicié todo” y, en los segundos nueve hoyos, pasó al ataque. Se acordó de un consejo que Tiger Woods dio a Max Homa. “No hay que hacer nada loco en un US Open, solo mantenerse ahí. Y hoy lo recordé: estaba cuatro golpes atrás antes del parón y en cuatro hoyos ya estaba empatado en la cima”.

Y en el 18, la apoteosis, un putt de casi 20 metros para convertirse en ganador de major y ser el único superviviente a Oakmont bajo el par. Hace un año, Spaun estaba al borde de perder la tarjeta. Es campeón del US Open. ¿La clave? “Aceptar que, si esto se acababa, iba a caer luchando. Así me lo dice mi coach: ‘si vas a fallar, hazlo intentando el golpe que quieres. Ve hasta el final'”.

Spaun también convive con una diabetes que le hace estar permanentemente controlado. “Fue como un cuento. Todo se dio como si estuviera escrito. En medio de la niebla, con mi familia ahí… simplemente mágico”, la voz se le entrecortaba. No solo es una victoria, es el respeto de todo el mundo. J.J. Spaun jamás volverá a ser ese jugador invisible. En Oakmont, además del trofeo y el cheque, ganó el crédito suficiente para demostrar que hay otras formas para llegar a la cima tan respetables como el talento.

kpd