El cuento de hadas continúa: Boisson, número 361 del mundo, hunde a Andreeva en una encerrona en Roland Garros y se clasifica para semifinales

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Hasta el cielo de París participó en la encerrona. A primera hora de la mañana la lluvia apareció en la ciudad, obligó a desplegar el techo de la Philippe Chatrier y multiplicó el ya inmenso apoyo que tenía la francesa Lois Boisson. De repente, el distrito XVI, barrio rico donde los haya, se hizo caldera. De repente, la Bombonera, el Pireo. Bajo el mayor ambiente nacionalista de los últimos tiempos en un Grand Slam, Mirra Andreeva, el prodigio que viene en el tenis, 18 años de puro talento, se deshizo y permitió que siguiera el cuento de hadas. Boisson, la número 361 del mundo, una debutante en un torneo ‘grande’, venció por 7-6(6) y 6-3 y disputará las semifinales contra Coco Gauff.

Su evolución, lesionada del menisco el año pasado, sin sponsor hasta hace dos días, guarda un inmenso mérito, pero el ambiente le supone una ventaja considerable. En octavos, su rival, Jessica Pegula, ya se dejó llevar por el ruido, pero este miércoles en cuartos Andreeva se rompió en pedazos.

Hasta mediados del primer set, la rusa entrenada por Conchita Martínez controló como debía, superior en su tenis, dueña de más recursos. Pero poco a poco fue cabreandose para acabar perdiendo los estribos. Ahora un grito cuando estaba a punto de sacar; ahora un móvil sonando; y continuamente un estruendo cada vez que fallaba. Empezó pidiendo silencio a la juez de silla, una petición que se trasladó a los altavoces. Y acabó golpeando una pelota hacia las gradas con toda la desesperación del mundo. En su palco, Martínez le reclamaba tranquilidad, pero era imposible. Con su derecha y su increíble físico, capaz de llegar a cualquier bola, Boisson le remontó un 5-3 a favor y forzó sus nervios en el tie-break, cuando llegó a desaprovechar una bola de set.

El segundo set era difícil de mirar para cualquier persona empática. Mientras la Philippe Chatrier vivía una fiesta a su alrededor, Andreeva estaba al borde del llanto, frustrada, derrotada, cabreada, perdida. Mientras la rusa enloquecía con errores no forzados, Boisson lo aprovechaba y se llevaba el partido, nuevamente el partido de su vida.

Hay mil cosas que sorprender en Boisson, como que en este Roland Garros ya haya ganado el triple que en toda su carrera, pero hay una que destaca especialmente: su gestualidad. Al derrotar a Andreeva y hacer historia -primera francesa desde 2011-, se tiró al suelo y se puso las manos en la cara, pero después apenas mostró emoción.

“Estoy viviendo algo indescriptible. Con todos los momentos difíciles que viví el año pasado, tuve a mi equipo apoyándome y gracias a eso podemos estar ahora aquí”, dijo la jugadora francesa, que sólo había levantado un título WTA 125 y que el año pasado tuvo que renunciar a la invitación en Roland Garros para curarse de una rotura de menisco. “Estaba tan tensa que no le golpeaba bien. He luchado mucho, el primer set ha sido muy intenso, en el segundo he empezado muy mal, pero he podido recuperarme”, agregó.

kpd