Hasta en siete ocasiones Jaume Munar había sido eliminado en segunda ronda en un Grand Slam, su tope, su muro, y en esa misma estancia se descubrió este jueves en mitad de una trampa. En la Suzanne Lenglen, la segunda pista de Roland Garros, seguramente la más ruidosa por la cercanía de sus 10.068 asientos, no sólo se enfrentaba a un tenista francés, Arthur Fils, también se enfrentaba a un tenista joven, impetuoso, emocional. Si las cosas le iban mal, reclamaba los gritos del público. Y, al final, claro, el partido acabó como el rosario del aurora.
Munar estuvo eliminado, luego clasificado y si acabó fuera del torneo con un marcador de 7-6 (3), 7-6 (4), 2-6, 0-6 y 6-4 fue por el ambiente. El mallorquín, apadrinado por Rafa Nadal desde su adolescencia, alumno de su academia, perdió los dos primeros sets en el tie-break, aprovechó después las supuestas molestias en la espalda de Fils para hacerse con los dos siguientes y en el último se desconcentró. Con Fils recuperado de sus dolores, que realmente parecían calambres, cedió su último saque entre gritos de los aficionados franceses que nunca le concedieron silencio.
DIMITAR DILKOFFAFP
Pese a su carácter afable, una hora después, en la rueda de prensa posterior al partido, seguía enfadado. “Que animen al otro me parece perfecto, pero es una falta de respeto absoluta no parar de cantar, gritar tonterías e interrumpir constantemente. Aquí está el público más molesto y forofo del mundo, pesa demasiado la bandera”, comentó de entrada, quien más tarde añadió: “En Nueva York y Australia entienden el deporte de otra manera. Pueden animar mucho y tener un sentido del espectáculo, pero nunca faltan el respeto a los jugadores. En este torneo, es necesario que la gente se calme un poquito porque esto es un auténtico circo”.
Munar, además, cargó contra Fils y su estrategia para ser atendido cuando posiblemente no lo merecía: “Era una supuesta lesión de espalda, pero estoy convencido de que sufrió calambres. En ese caso, no podría haber sido atendido. Además, le he visto bebiendo jugo de pepinillo en los últimos parciales, así que está claro lo que ha ocurrido”.
Su derrota se añadió a la desdicha de Alejandro Davidovich, que cayó ante Jiri Lehecka por 6-3, 3-6, 6-1 y 6-2, para dejar a Carlos Alcaraz solo en el cuadro español. Un registro negativo que pudo haber sido histórico: desde 1981 siempre ha habido como mínimo tres representantes -entre hombres y mujeres- en tercera ronda. Pero Jessica Bouzas y Paula Badosa salvaron la situación. Bouzas, que ya había llegado a tercera ronda el año pasado en Wimbledon y US Open, venció a Robin Montgomery por 6-4, 4-6 y 7-5. Y Badosa se rehízo de unas décimas de fiebre para remontar a Elena-Gabriela Ruse por 3-6, 6-4 y 6-4.
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JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
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Explicaba José Quiles que, en los días previos a su combate en los Juegos de París, chupaba cubitos de hielo para tener algo en la boca y no pensar en el hambre atroz que tenía que soportar. Por su altura y su constitución, su peso normal debería rondar los 70 kilos y su peso como boxeador, como mucho, los 60, 61 o 62 kilos, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) varió sus categorías y le obligó a bajar de los 57 kilos. Una tortura. Este sábado cuando perdió en cuartos de final contra el uzbeko Abdumalik Khalokov, el campeón del mundo, el máximo favorito, no pudo contenerse y se derrumbó al recordar lo mucho sufrido para al final no conseguir una medalla.
"Ahora sólo quiero ir con mi familia y poder tener una vida normal. No sé si volveré a unos Juegos Olímpicos, si lo podré hacer de nuevo, pero seguro que no lo haré en este peso", aseguraba Quiles que, además, vivió su derrota como una injusticia.
"En el primer round sí me ha sorprendido con su velocidad, pero en el segundo sólo ha habido dos o tres golpes claros y han sido míos. Creía que me daría a mí el empate y todo se decidiría en el tercer round. No lo entiendo. Él [por Khalokov] sólo se ha dedicado a correr, no tiraba golpes, y el árbitro no le decía nada", denunciaba Quiles, en caliente, pero con cierta razón.
"Un 5-0 ha sido demasiado"
En el primer round, el español fue dominado por Khalokov, pero en el segundo conectó una ráfaga de golpes y, pese a ello, no le dieron ni una ligera ventaja. Los cinco jueces por unanimidad decidieron que había dominado el uzbejo. Después del 5-0 en el primer round y el 5-0 en el segundo round, el combate ya estaba decantado. "En el segundo round el 5-0 ha sido injusto. Como mucho podía haber perdido por 3-2, pero un 5-0 ha sido demasiado", valoraba el seleccionador, Rafa Lozano, que no quería cargar con sus críticas.
Al fin y al cabo, a España todavía le quedan dos participantes en pie, dos medallistas asegurados. En los próximos días Enmanuel Reyes Pla y Ayoub Ghadfa pelearán por el oro, una realidad que hace que, pase lo que pase, la alegría española sobrevuele siempre el Arena París Nord, la sede del boxeo.
"Llevábamos 24 años sin medallas y ahora vamos a tener dos. Estamos muy contentos, no lo podemos negar. Es el fruto del trabajo que venimos haciendo desde hace 10 años, con pocos medios, con mucho esfuerzo", finalizaba Lozano antes de marcharse a consolar a Quiles, roto por la derrota y por el hambre.
Es diciembre en Murcia, pero qué es el frío. En una de las cuatro nuevas pistas rápidas del Club de Campo, Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero, ambos en manga corta, hacen pruebas y pruebas. De un raquetero a rebosar salen raquetas que parecen exactamente iguales y cuya diferencia sólo es apreciable para el ojo experto: en el marco interior de algunas, hay distribuidas una o varias cintas de plomo pequeñísimas repartidas por diferentes posiciones. Alcaraz escoge una, pega fuerte con su derecha, comenta sus sensaciones con su entrenador, cambia de unidad y vuelve a darle. Al final ambos acuerdan que en su Babolat Pure Aero 98, un modelo que hasta ahora usaba de serie, le añadirán una única cinta de plomo de cinco gramos en la parte inferior de la cabeza. ¿Para qué?
«Es física. Si le añades más peso a la raqueta, la bola saldrá a más velocidad. A más masa, más potencia. Ahora con el mismo movimiento, Alcaraz podrá generar más potencia», asegura Xavi Segura, encordador de la selección española de la Copa Davis o de Rafa Nadal, que advierte el culmen de la evolución de Alcaraz como pegador.
Clive BrunskillGETTY
En el Open de Australia que arrancó este domingo y donde debuta este lunes ante el kazajo Alexander Shevchenko (no antes de las 9.00 horas, Eurosport y Max), el español estrenará arma para responder en pistas duras a tenistas contundentes como Jannik Sinner o Alexander Zverev y así poder ganar en el Grand Slam que abre la temporada, el único que se le resiste. La idea es que sus golpes sean más agresivos, con especial atención al resto y, sobre todo, al saque.
Una difícil adaptación en el Grand Slam
«Sacará más puntos gratis con este nuevo peso de su raqueta y el riesgo es pequeño. Al principio notará que la bola le sale un poco más, pero tiene calidad para adaptarse rápido al cambio», añade Segura. El año pasado, Alcaraz ganó el 85,5% de los juegos disputados al servicio, un porcentaje lejos del 90,2% de triunfos de Zverev y del 91,4% de Sinner. De hecho, en número de aces por partido, el español no estuvo ni entre los 50 mejores del mundo, quedándose en 4,7 de media. Su tenis nunca se ha centrado en el saque, ni debe centrarse, pero cualquier desventaja decide partidos, más en determinadas superficies.
«Hoy en día las pretemporadas apenas duran dos o tres semanas, así que imagino que era un cambio que su equipo valoraba desde hace tiempo. Aunque parezca una cosa pequeña, no ha habido tiempo para probarlo así que la primera semana en Melbourne será muy importante para Carlos. También hay que ver cómo le funcionan los cambios técnicos», explica el ex jugador Nico Almagro, hoy comentarista de Eurosport y Max, que ofrecerá todos los partidos del torneo, en referencia también a la novedad en el servicio del número tres del ranking.
FERRERO TENNIS ACADEMY
Cuando empezó a brillar en el circuito ATP en 2021, Alcaraz adoptó un saque con paradas que el año pasado ya transformó para realizar una sola parada y que este invierno ha vuelto a cambiar para no hacer parada alguna. Entre el Club de Campo de Murcia y la Ferrero Academy de Villena, Alcaraz realizó ejercicio de todo tipo para elevar más su gesto y hacerlo más dinámico. Un día incluso, Samuel López, el ex entrenador de Pablo Carreño, que este año acompañará a Ferrero en la mayoría de torneos, utilizó una canasta pequeña de baloncesto atada a un palo para ayudar a Alcaraz a lanzar la bola más arriba de manera controlada.
Dominicana y Nueva York en invierno
De momento, en los dos encuentros disputados este curso, dos amistosos en Australia ante los locales Alex De Miñaur -derrota por 5-7, 6-4, 5-10- y Alexei Popyrin -victoria por 6-3 y 6-4- las novedades se notaron para lo bueno y para lo malo. Alcaraz conectó saques muy rápidos y derechas durísimas y a la vez acumuló más errores de los habituales. En todo caso fueron dos exhibiciones con todo lo que eso implica. Sólo a partir de su debut en el Shevchenko se podrá valorar el éxito del nuevo peso en su raqueta y de su nuevo servicio, con una cita clave: los cuartos de final.
Después de caer en esa ronda en Melbourne el año pasado ante Zverev, el azar le propuso al español el peor rival hipotético posible, Novak Djokovic, por lo que deberá llegar al inicio de la segunda semana en plenitud. Luego llegaría de nuevo Zverev en semifinales y no se encontraría a Sinner hasta una supuesta final. De momento, los miembros del nuevo Big 2, no se han medido en ningún partido por el título de Grand Slam, quizá ocurra el próximo domingo 26.
DAVID GRAYAFP
«Soy un chico muy ambicioso y quiero más. Australia es lo que quiero tatuarme, aunque a mi padre no le guste mucho. Ser campeón en Melbourne es mi principal objetivo para la temporada<, proclamaba Alcaraz días atrás, aún en España, después de una pretemporada de disfrute, sin sobresaltos. Al caer eliminado de las Finales de la Copa Davis de Málaga, con retirada de Rafa Nadal incluida, se marchó de vacaciones con unos amigos a Punta Cana, en República Dominicana, donde llegó a dar una clase a unos niños en el Oscar de La Renta Tennis Center, y luego realizó un pequeño tour por Estados Unidos, entre el ocio y el trabajo.
Mientras gozaba de planes como asistir a un partido de los New York Knicks en el Madison Square Garden o a una carrera de la NASCAR, completó exhibiciones ante los yankees Ben Shelton y Frances Tiafoe con más comedia que tenis. Luego ya se instaló entre Murcia y Valencia, donde pasó las Navidades -y jugó el típico partidillo de fútbol de la Ferrero Tennis Academy vestido de Boca Juniors- y empezó a entrenar los cambios para este año. Más peso en la raqueta y menos paradas en su saque para estrenarse en Australia.