Fiesta pasada por agua en la Via Caracciolo de Nápoles para sellar la etapa maratoniana y más accidentada de este Giro. La capital de Vesubio, en un día lluvioso, coronó al australiano Kaden Groves, el más veloz en un sprint en el que Mads Pedersen quedó sin opciones por una maniobra imprudente del italiano Matteo Moschetti. Un polémico final para una etapa controvertida. El velocista danés conserva la maglia rosa.
La jornada, la más larga de esta edición de la Corsa Rosa (227 kilómetros), tuvo un desarrollo accidentado, con una caída masiva a 71 kilómetros de la meta, en la que se vieron afectados una veintena de corredores, entre ellos el australiano Jai Hindley (ganador del Giro de 2022), gregario de primer nivel de Primoz Roglic, el checo Josef Cerny, ambos abandonaron la carrera. También resultados lastimados, pero continuaron en la carrera, el colombiano Nairo Quintana, el italiano Lorenzo Fortunato, el australiano Jay Vine, el francés Paul Magnier (el más joven de la carrera), el ecuatoriano Richard Carapaz o el español Jonathan Lastra. La dirección del Giro, tras charlar con los corredores, neutralizó durante 20 kilómetros la etapa por razones de seguridad, el traslado en ambulancia de los lesionados y para que los caídos se reincorporasen al pelotón.
A falta de 57 kilómetros, 14 después de la parada, se reanudó la etapa, pero con la advertencia de que no se contarían los tiempos para la general, los puntos y las bonificaciones. Una decisión adoptada por el director Mauro Vegni para minimizar los riesgos de caídas en el resbaladizo asfalto del Nápoles. Sólo se peleó por la victoria de etapa.
El pelotón emprendió la marcha con con el propósito de cazar a los fugados Taco Van der Hoorn (Intermaché) y Enzo Paleni (Groupama), que habían saltado mucho antes de la caída masiva y que llegaron a contar con una renta del más de dos minutos, pero que fueron neutralizados a falta de 2,5 kilómetros debido al empuje de los equipo Visma, de Van Aert y Olav Kooij, y del Alpecin, de Groves. Una labor que resultó muy rentable para el velocista australiano, que ya se anotó otra victoria en la edición de 2023.
Una jornada accidentada previa a una cita trascendente para el desarrollo de la prueba. Este viernes se producirá la primera gran criba del Giro, con una etapa con cuatro puertos y final en alto. El pelotón se fracturará en un recorrido de dientes de sierra y sinuoso por la cordillera de los Apeninos. Antes del ecuador de la jornada se afrontará una corta y dura subida a Monte Urano, con pendientes del 14 %. La clausura, en Tagliacozzo, con cerca de 12 kilómetros de subida, con un desnivel medio del 5,5% y tramos del 13%. Los últimos 200 metros presentan un firme adoquinado. Roglic está dispuesto a recuperar la maglia rosa. Juan Ayuso, a la expectativa de las maniobras del esloveno.