«Con mi hermano Djordje, cuando éramos niños, cogíamos la pega de los pabellones donde entrenaba nuestro padre y nos la llevábamos a casa. No cogíamos un bote, eh, la quitábamos de las zapatillas de algún jugador cuando no se daba cuenta. Y ya en casa empezábamos a hacer pases y pases y pases y así hasta que mi madre nos llamaba a cenar o directamente nos enviaba a la cama. Si podíamos lo hacíamos en el jardín, pero también teníamos la habitación adaptada para que no hubiera cosas que se pudieran romper», recuerda Petar Cikusa que hará lo mismo que hacía en la infancia en el Mundial de balonmano, donde España se estrena este jueves ante Chile (18.00 horas, TDP).
Si hace 20 años fueron los hermanos Entrerríos y hace una década fueron los Dujshebaev, ahora llegan los Cikusa, mellizos en este caso, debutantes después de amontonar todos los títulos posibles en categorías inferiores -Europeo juvenil en 2022, Mundial juvenil en 2023 y Europeo junior en 2024-, con muchos premios individuales incluidos.
- ¿Jugaban a otra cosa que no fuera el balonmano?
- De pequeños también jugábamos a fútbol, pero era por estar con los amigos, nunca nos interesó mucho. Nuestro juego de niños era el balonmano, era lo que más nos divertía, lo que realmente disfrutábamos. Si nos regalaban algún juguete no le hacíamos ni caso.
Hijos del balonmano humilde
Zoran Cikusa, el padre de los talentos, fue un jugador modesto serbio, uno de los primeros trotamundos del balonmano. En los años 80 llegó a jugar la Copa de Europa con el RK Zagreb, pero después pasó por el Gijón o por el Vitória de Guimarães de Portugal hasta convertirse en entrenador y recibir, en 2000, la oferta que le cambiaría la vida. El Bordils, un club histórico de Girona, entonces en Primera Nacional, la tercera división española, le ofreció dirigir su primer equipo y, al mismo tiempo, trabajar en uno de sus patrocinadores, Girona Fruits, una empresa que comercializa manzanas y peras. Cikusa aceptó -durante una época incluso cargó camiones- y junto a su madre, Tatjana, croata, se instaló en el pueblo para ya no moverse más.
Allí nació su hija mayor, Zorana, jugadora de voleibol en el Torrelavega de Superliga 2, y allí nacieron Petar y Djordje, en diciembre de 2005. Cuenta Zoran que de pequeños, en aquellos entrenamientos en casa, rompieron hasta tres televisores. Y cuenta que hizo más de 300.000 kilómetros entre Bordils y Barcelona para que pudieran entrenar y construir su carrera.
“Vengo a jugar 10 minutillos”
«Nunca he visto jugar a mi padre. Él nunca nos ha enseñado partidos suyos y no hay vídeos en Youtube. Le tenemos mucho respeto, siempre nos ha dado consejos, pero nunca nos ha insistido con el balonmano», asegura Cikusa, de 19 años, que a finales de 2022 debutó con el primer equipo del Barcelona -ya marcó dos goles- y poco después lo hizo con la selección. Esta temporada, mientras su hermano Djordje busca protagonismo con una cesión al Montpellier, él ya comparte muchos minutos en Champions en la primera línea azulgrana con estrellas como Melvyn Richardson o Dika Mem, con quien aparece en su foto de perfil de Whatsapp.
Después de ser reserva en los Juegos Olímpicos de París, que sea el líder de España junto a Alex Dujshebaev es sólo cuestión de tiempo. «De momento vengo aquí a jugar 10 minutillos e intentar ayudar en ese tiempo. No debo tener prisa», asegura ya instruido por el seleccionador, Jordi Ribera. Pese a la marcha de muchos veteranos desde los Juegos Olímpicos de Tokio, el entrenador nunca ha querido acelerar el proceso con los Cikusa, que deben ir poco a poco aunque tienen descaro de sobras.
- En una entrevista con Mundo Deportivo, Gonzalo Pérez de Vargas decía que es «muy sinvergüenza».
- (Risas) Se pasa. Siempre le decimos que es nuestro papi. De hecho hacía de tutor legal en nuestros primeros viajes fuera de España con el Barça porque mi hermano y yo éramos menores de edad. Pero a veces se pasa. A ver, la verdad que tengo mi carácter y no voy a cambiar. Por mucho que me digan, soy como soy.