Las explosiones del escolta del Baskonia, que es colíder, son una de las sensaciones de la temporada. Volvió a hacer 28 puntos en la victoria por 85-79 ante el Valencia
Cuando Markus Howard (Nueva Jersey, 1999) entra en erupción, desata un placer primario en el aficionado al baloncesto, salvo, claro, que sea del equipo contrario. En ese caso las manos también van a la cabeza, pero no por las mismas razones. Es un placer desnudo, ver a un cañonero entrar en ese estado de confianza suprema que llaman la zona, y que hace creer, a él y al resto, que todo lo que salga de sus manos acabará dentro. Sus explosiones anotadoras son una de las grandes atracciones de la temporada y una razón de peso para que el Baskonia marche colíder en la Liga Endesa y la Euroliga. Este domingo, en la victoria por 85-79 frente al Valencia, volvió a demostrar su ferocidad sumando 28 puntos y seis triples, incluyendo el definitivo para lograr la victoria.
Solo en el último mes, Howard ha anotado esa cifra o más puntos en cuatro partidos, aunque en ninguno haya superado los 25 minutos. Suelen ser ráfagas descontroladas, momentos de trance donde atraganta el aro a puntos. Contra el Gran Canaria en la Liga Endesa, batió el récord del Baskonia con nueve triples, y en la Euroliga fulminó al Real Madrid en cuatro minutos sublimes, camino de los 28 puntos. Exhibiciones que en Vitoria suscitan dos preguntas: hasta cuándo seguirá en el equipo y hasta dónde llegarán de su mano.
Markus Howard es el último hallazgo de Alfredo Salazar, un cazatalentos sin el que sería imposible explicar el Baskonia (Nicola, Calderón, Scola, Nocioni, y un largo etcétera). No era un desconocido, porque llegaba rebotado de la NBA, donde descubrió que el tamaño importa, como Facundo Campazzo.
El argentino era uno de los mejores bases de Europa y Howard, el máximo anotador del baloncesto universitario. Pero con 1,80 m. de altura, ninguno tuvo hueco en los Denver Nuggets. En Vitoria, el flechazo ha sido instantáneo. En Howard, el Baskonia ha encontrado lo más cercano que ha tenido a Shane Larkin. Un tirador fino (letal sobre bote), penetrador venenoso, y manejador hipnótico. En suma, un jugador con una habilidad desarmante para fabricar puntos. En solo tres meses ya se ha establecido como uno de los mejores anotadores de Europa.
Vocación de pastor de la Iglesia
Markus Howard asegura que, de no haber sido jugador de baloncesto, le habría gustado ser pastor de la iglesia. La confesión no sorprende a quienes conocen al estadounidense, un hombre de profundas convicciones religiosas. El escolta del Baskonia lee la Biblia en el vestuario antes de cada partido, lleva dos pasajes tatuados en el brazo izquierdo, y el dorsal de su camiseta también sirve como testimonio de fe. «Llevo el 0 para recordarme que sin Dios no sería nada», explica.
En el interior de la muñeca izquierda, Howard lleva tatuado el pasaje de Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Es precisamente el mismo versículo que Stephen Curry escribe con frecuencia en el lateral de sus zapatillas.
Hace unos años, mientras trabajaba como voluntario construyendo una pista de baloncesto en Costa Rica, Howard creó un grupo de estudio de la Biblia junto a otros estudiantes. A su vuelta, se tatuó un nuevo versículo, Jeremías 29:11: «Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes. Planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza», puede leerse en su bíceps izquierdo, un pasaje que le ayudaría a digerir su desencanto en la NBA. Primero, por no ser elegido en el draft de 2020, y después por verse fuera después de dos años sin apenas opciones.
La oportunidad que sí ha encontrado en el Baskonia, donde se ha convertido en una de las grandes sensaciones de la temporada. Uno de los mejores cañoneros que ha visto la ACB en años.