El saudí Yazeed al-Rajhi ganó la temible ’48h crono’, la etapa del Rally Dakar de casi mil kilómetros de recorrido entre domingo y lunes, en la que Carlos Sainz, vigente ganador de la prueba, perdió una hora y 30 minutos con respecto al vencedor.
Sainz, que ya perdió casi una hora el domingo tras sufrir un vuelco con su Ford en una duna, se vio perjudicado por la imposibilidad de recibir asistencia mecánica durante la noche y llegó a la meta con su auto muy dañado. Tuvo que correr sin luna delantera, conduciendo con unas gafas de motorista.
El piloto saudita de 43 años recorrió los 967 km de especial en 10h 56min 54seg, pese a recibir una sanción de dos minutos por un exceso de velocidad.
Segundo fue su compañero de Toyoya Henk Lategan, a 4min 16seg, que se coloca ahora líder de la general provisional con casi cinco minutos de ventaja con respecto a Al-Rahji.
Roma, también KO
El catarí Nasser Al–Attiyah, quíntuple ganador del célebre rally, fue tercero en la etapa a casi seis minutos y medio del ganador y ocupa la misma plaza en la general, a más de once minutos del líder.
“Ha sido muy, muy duro… No tengo la impresión de que estemos solo en el segundo día del Dakar”, reaccionó Al-Rajhi a su llegada al vivac, luego de que los participantes tuvieran que acampar en el desierto la noche anterior.
La jornada fue catastrófica para los participantes españoles de la categoría, ya que Nani Roma, séptimo en la general antes de iniciarse la etapa maratón, sufrió un problema mecánico en su Ford y no había recibido aún asistencia de sus mecánicos.
Mejor suerte corrió el francés Sebastien Loeb. El nueve veces campeón del mundo de rallys, que sigue buscando inscribir su nombre en el palmarés del Dakar, recuperó una parte de la media hora perdida el domingo por un problema electrónico en su Dacia y acabó 7º, a poco más de 13 minutos de Al-Rajhi.
JAVIER SÁNCHEZ
Enviado especial
@javisanchez
Silverstone
Actualizado Domingo,
9
julio
2023
-
18:35Ver 21 comentariosEl líder de Aston Martin acaba séptimo gracias a un...
En el desierto de Arabia, Laia Sanz y su copiloto, Maurizio Gerini, se pasaron la madrugada del pasado sábado al domingo haciendo reparaciones en su Century CR6, remendando el chasis, arreglando piezas, para seguir adelante en el Dakar. En la primera etapa se habían topado con una piedra y habían recorrido 70 kilómetros sin navegación ni marchas, pero consiguieron llegar al campamento. En principio, estaban salvados. Con chapa y pintura podían continuar en el rally. Pero antes de que empezara la segunda etapa apareció un comisario de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y les envió para casa.
La barra de seguridad de su coche tenía una desviación de dos milímetros y eso, según la normativa del raid, suponía la descalificación. «Sufrimos mucho para poder reparar el coche, llegamos a la salida y nos quedamos fuera por dos milímetros. Obviamente duele», proclamó Sanz que, al mismo tiempo, asumió su adiós en pos de la seguridad: «En caso de vuelco no hubiera pasado también, pero también entiendo que la FIA no quiera asumir responsabilidades. Es un marrón».
La expulsión de Sanz en la primera etapa parecía el colmo de la desdicha, tan pronto que era, tan inflexiva la normativa, pero en realidad era sólo el inicio de una tendencia que ha marcado este Dakar. Carlos Sainz en la segunda etapa y Sebastian Loeb en la tercera, también fueron descalificados por daños en sus vehículos, lo que ha generado un debate en la carrera. ¿Aventura o seguridad?
Sainz abre el debate
Sin cambios específicos en la normativa, en la presente edición la FIA ha aumentado los controles para evitar que haya coches dañados por el desierto. El resultado: tres figuras del Dakar, eliminados de entrada. Después de lo ocurrido, algunos pilotos aseguraban que ahora vigilan más en los tramos rocosos para evitar golpes y desde las marcas se proclama que el año próximo no volverá a pasar la mismo: o la FIA modifica el reglamento o se harán estructuras más rígidas para que no haya abolladuras.
«Es un debate que debe abrirse», reclamaba Sainz después de ser eliminado de un Dakar en el que defendía el título. En su caso, un accidente en la primera jornada de la etapa 48 Horas provocó un «sutil» problema en la jaula antivuelcos de su Ford Raptor y los comisarios consideraron que así no podían correr. La normativa estipula que un fabricante puede reparar ese elemento y Ford aseguraba que podía hacerlo, pero la FIA no lo permitió.
«El equipo decía que era muy sencillo de arreglar, pero la FIA no ha querido tomar ningún riesgo. Debería haber sido más flexible, más teniendo la garantía de una marca como Ford. Hay que encontrar el equilibrio. Si miras el coche apenas se ve que la barra está doblada», comentó Sainz, que no valoró presentar una reclamación para seguir compitiendo. El margen de tiempo era inexistente y la FIA raramente rectifica en una de sus decisiones, más si tienen relación con la seguridad.
La lucha de Dacia
De hecho, Dacia, la marca de Loeb, apeló su descalificación y al mismo tiempo aceptó su retirada. Como Ford, consideraba que podía reparar los problemas del Sandrider y así lo expresó a la FIA, pero el piloto no pudo tomar a tiempo la salida de la siguiente etapa. Su reclamación era simbólica, más que otra cosa.
«Los cálculos para verificar el estado de la jaula de seguridad concluyen que aunque una sección está deformada, no afecta a la rigidez de la estructura y, por tanto, no afecta a la seguridad del vehículo», comunicaba la empresa francesa, que como medida especial pedía que Loeb se pudiera reincorporar a la prueba sin opción de luchar por la general, pero sí de vencer en las siguientes etapas. El Dakar cuenta en el nuevo Campeonato del mundo de rally-raid y allí Loeb sí podría luchar por el título. En todo caso, regrese o no el francés, la polémica seguirá viva en el desierto de Arabia.