Queda lejos el récord de puntos ATP que marcó Novak Djokovic en 2016 (16.785), pero Jannik Sinner ya puede presumir de una marca histórica. Este lunes, tras su victoria en el Masters 1000 de Shanghai, se despertará con 11.920 puntos en su ranking, una cifra que sólo habían superado cuatro hombres, el propio Djokovic, Roger Federer (16.010 en 2006), Rafa Nadal (15.390 en 2009) y Andy Murray (12.685 en 2016).
Después de un periodo movido desde 2019, con 15 cambios en lo más alto de la lista -Nadal, Djokovic, Medvedev, Alcaraz…-, el italiano ha establecido un dominio que durará. Es líder desde el 10 de junio de este año, matemáticamente acabará así la temporada y si no se lesiona llegará en esa posición al próximo verano. Pese a haber triunfado en Roland Garros y Wimbledon, Carlos Alcaraz, segundo en el ranking, tiene 4.800 puntos menos, una cifra enorme. ¿Por qué?
Sinner y su éxito en los Masters 1000
En primer lugar, por la regularidad del italiano en los Masters 1000. Como Alcaraz, Sinner ha ganado dos ‘grandes’ esta temporada, Open de Australia y US Open, pero durante el resto de la temporada ha sido más constante en los torneos que están justo por debajo en el orden de importancia. En marzo ya se llevó el Masters 1000 de Miami, el pasado agosto repitió título en el Masters 1000 de Cincinnati y ahora ha triunfado en China: en total, 3.000 puntos en su haber.
Mientras Alcaraz renunció hasta a tres de esos torneos por lesión o cansancio -Montecarlo, Roma y Canadá- y cayó a las primeras de cambio en otro, Cincinnati, el italiano sólo se perdió Roma y en el resto llegó siempre como mínimo a cuartos de final. Construido su margen de puntos en varios momentos del curso, no sólo en un periodo específico, durante una racha prodigiosa, será difícil bajarle del número uno porque además tiene otro sustento: los ATP 500. Pese a su reducida importancia para el conteo, los dos títulos menores y la final que arrastra Sinner en esa categoría -campeón en Halle y Rotterdam y finalista en Shanghai- le hacen todavía más dominador.
La ausencia de motivación de Alcaraz
Pero hay otro motivo por el que Alcaraz está lejos del italiano en la lista: su propia motivación. Aunque alguna vez ha nombrado el número uno del ranking ATP como su objetivo, el español todavía no ha encontrado el fuego en esa lucha. Como reconoce su equipo, se crece en los Grand Slam, allí donde encuentra grandes batallas, pero resbala en el resto de plazas. Pese a su victoria en el Masters 1000 de Indian Wells en marzo, este año en ningún otro torneo de segunda categoría ha llegado siquiera a semifinales ni ha vivido éxitos en competiciones aún más pequeñas. Hasta levantar el título hace unas semanas en el ATP 500 de Pekín, este año sumaba las semifinales en el ATP 250 de Buenos Aires y la primera ronda en el ATP 500 de Queen’s, ya está.
Su falta de foco en el ranking se demuestra en su entrega a los individuales y el dobles de los Juegos Olímpicos de París -Sinner ni estuvo- así como su presencia en la fase de grupo de la Copa Davis, donde no había ningún otro jugador del Top 15. Para asaltar el reinado de Sinner, que se prevé largo, Alcaraz primero debe querer hacerlo y luego ponerse a ello.
Golpea entre las piernas y a la carrera; poco después, devuelve una dejada imposible de devolver; poco después, conecta un globo de espaldas que rebasa a su rival; poco después lanza al aire su raqueta para una volea sin él; y poco después... Las victorias de Carlos Alcaraz en el Open de Australia son hechos por ocurrir, certezas que tarde o temprano tendrán lugar, pero cada minuto suyo en pista merece ser observado. El espectáculo brota en cualquier momento y obliga a sonreír al más mustio. Con su frescura actual, con la sonrisa siempre expuesta, pocos rivales pueden discutirle; lo importarte, en realidad, es divertir y divertirse.
Este viernes, en tercera ronda, ante el portugués Nuno Borges, Alcaraz venció por 6-2, 6-4, 6-7(3) y 6-2 con varios de los 'highlights' que amontonará esta temporada. Después de dos encuentros en la Margaret Court, volvió a la Rod Laver, la pista central del Melbourne Park, y lo celebró con mucho show. El público de pie, ovación ensordecedora; una concatenación de asombros más allá de la emoción del resultado.
Porque Borges fue mucho más rival de lo que fueron Alexander Shevchenko en primera ronda y Yoshihito Nishioka en segunda, pero su juego tampoco tensó a Alcaraz. La diversión debía continuar. En el tercer set, cuando todo parecía decidido, la derrota en el tie-break no provocó su desespero, más bien todo lo contrario. En otros momentos, en otros torneos, esas situaciones se le habían vuelto incómodas -rostro serio, golpes nerviosos-, pero esta vez no fue así. En el cuarto set, Alcaraz recuperó la agresividad del inicio, la intención, la diligencia y cerró alegre el triunfo.
Tan valiente como desafinado
"Intento jugar diferente tenis, diferente tipo de golpeos, eso es lo que me hace disfrutar del tenis y lo que me ayuda sobre la pista. Intento entretener al público", proclamaba el español al acabar, que se medirá en octavos de final al vencedor del duelo entre Jack Draper y Aleksandar Vukic. Draper siempre le ha supuesto un reto, de hecho le venció en su último duelo, la temporada pasada en Queen's, así que serviría para medir con exactitud el momento de Alcaraz.
Como pasó en los duelos anteriores, ante Sousa el actual número tres del mundo fue más decisivo que antaño, más letal con el saque y más incisivo con el resto, pero también menos acertado. Más allá de su porcentaje de primeros servicios -nuevamente, sólo un 60%-, que mejorará en cuanto se adapte al nuevo movimiento, Alcaraz sumó un número inhabitual de errores no forzados, un total de 50 por 54 golpes ganadores. Era el precio a pagar por tanta valentía, siempre arriesgando y dentro de la pista, pero ante otros rivales puede ser peligroso. La opción lógica sería dar un paso atrás, pero entonces llegaría el aburrimiento y eso no puede ocurre. Entre victorias que son certezas para Alcaraz, la diversión debe continuar.
La sede: el Romanos Resort de Costa Navarino, en el Peloponeso griego, un hotel de tantísimo lujo que no sólo cuenta con un campo de golf, cuenta con dos, y hasta 14 restaurantes.
Los candidatos: siete en total, con un español Juan Antonio Samaranch Salisachs, un favorito, Sebastian Coe, y una única mujer, Kristy Coventry.
Los votantes: únicamente 111 miembros, desde aristócratas como la princesa Ana del Reino Unido o príncipe Alberto de Mónaco a ex deportistas como Paul Tergat, Pau Gasol o Federica Pellegrini pasando por dirigentes de múltiples federaciones internacionales y hasta una actriz, Michelle Yeoh, ganadora de un premio Oscar en 2023.
Las elecciones a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI) se deciden este jueves (a partir de las 15.00 horas) con el deporte mundial en vilo y a través «del sistema más sigiloso y opaco que existe», según definía estos días la agencia AP.
Las restricciones del proceso
Después de la sorpresa por la renuncia de Thomas Bach a seguir al frente cuatro años más, el movimiento olímpico vivirá una tensión desconocida desde 2013 y lo hará con el secretismo de un cónclave papal. La reunión no será retransmitida y responderá a las restricciones impuestas por el COI durante todo el proceso electoral. Los candidatos no pudieron publicar videos de campaña, ni viajar para reunirse con los votantes, ni tan siquiera participar en debates entre ellos y apenas tuvieron oportunidades para presentar sus programas.
El actual presidente, Thomas Bach.FABRICE COFFRINIAFP
«Me he reunido por Zoom con todos los candidatos y he podido hablar con ellos, pero oficialmente sólo hubo un acto pre-electoral, en la sede del COI y a puerta cerrada», desvela a EL MUNDO uno de los pocos votantes castellano-hablantes, que reclama anonimato por miedo a infringir alguna regla.
El pasado 30 de enero, los siete aspirantes realizaron un discurso de 15 minutos en la sede del COI de Lausana, donde no se permitió la emisión en vivo de los mismos y tan siquiera que los asistentes entraran con teléfonos móviles. Además, no hubo preguntas de los miembros a Samaranch, Coe y compañía. «Si yo fuera el presidente, creo que sería un poco más flexible», comentó uno de los candidatos, el príncipe Feisal al Hussein de Jordania, quien también exigió más oportunidades de hablar: «El mundo tiene derecho a saber quiénes nos postulamos y qué representamos».
«Hay que tener en cuenta que todas las votaciones en el COI son personales y secretas. Votamos electrónicamente y nunca se sabe a quién ha votado a cada uno. Además va por rondas: empiezas los siete y se elimina el menos votado, siguen seis, luego cinco y así. Sólo se acaba si un candidato logra el 51% de los votos. La tensión va creciendo durante todo el proceso. Porque, además, somos muy pocos. Hay 111 miembros, pero los candidatos no pueden votar, ni tampoco los que procedan de su mismo país. Por poner un ejemplo, hasta que no eliminen a Samaranch, Pau Gasol no podrá votar», comenta un votante a este periódico de los que no tendrá permitido el voto al principio. En primera ronda, con todos los aspirantes en liza, sólo podrán escoger 95 miembros lo que establece la mayoría en apenas 48. ¿Qué decidirá? No se sabe.
Coe, el máximo favorito
Como siempre se han ido creando diferentes grupos de interés, por continentes, por intereses, por idiomas, pero es difícil apuntar diferencias entre los distintos presidenciables. Coe ha marcado la campaña con su propuesta de incluir premios en metálico para los medallistas, una idea que el resto han rechazado. Según las entrevistas concedidas a los medios por unos y otros, no hay programas realmente rompedores más allá del anunciado por Morinari Watanabe, un outsider, que busca que los Juegos Olímpicos se disputen en sedes divididas por los cinco continentes al mismo tiempo.
Juan Antonio Samaranch jr., este miércoles, en la Asamblea.Thanassis StavrakisAP
La candidatura de Samaranch, de hecho, se basa en la continuidad del mandato de Bach, del que es vicepresidente primero desde 2016. La conquista del público joven es su principal preocupación, con alguna novedad, como permitir a los deportistas que utilicen vídeos con derechos en sus redes sociales. Su máximo rival es Sebastian Coe, aunque con un censo tan limitado y tan heterogéneo todo es posible. Coe, presidente de la World Athletics y del comité organizador de los Juegos de Londres 2012 -un ejemplo dentro del olimpismo-, mito del atletismo, tiene el perfil perfecto para el cargo y sólo su favoritismo le puede jugar en contra. Especialmente porque se sabe favorito.
Bach ha apoyado internamente a Coventry para que el COI sea dirigido por una mujer por primera vez desde su fundación en 1894 y el resto de candidatos, como el francés David Lappartient o el sueco Johan Eliasch, supondrían una exagerada sorpresa. En todo caso, el Comité Olímpico Internacional escoge este jueves nuevo presidente con el silencio como protagonista.
Los siete candidatos
Juan Antonio Samaranch
Barcelona (España). 65 años. Miembro del COI desde 2001 y vicepresidente primero desde 2016. Ingeniero con un MBA, entró en el deporte a través de la Federación Internacional de Pentatlón Moderno, pero sobre todo vinculado a su padre, presidente del COI desde 1980 y 2001. Es el candidato continuista de la actual Directiva, aunque Thomas Bach no le ha prestado apoyo directo, más bien lo contrario.
Sebastian Coe
Londres (Reino Unido). 68 años. Miembro del COI desde 2020, cuando ya mostró su intención de presentarse a presidente. Leyenda del atletismo, desde 2015 preside su Federación Internacional, donde intenta una modernización, no sin polémica. Es el favorito por ese papel en el atletismo -el deporte más importante del olimpismo-, por su perfil público y por el poder anglosajón.
Kirsty Coventry
Harare (Zimbabue). 41 años. Miembro del COI desde 2013 y ex presidenta de su Comisión de Atletas. Campeona olímpica de natación, dueña de dos de los tres oros de la historia de su país, es su actual Ministra de Deportes. De ser escogida sería la primera mujer presidenta y la primera africana. Bach le ha dado apoyo interno y, por su juventud, podría cumplir los 12 años de mandato máximo.
David Lappartient
Pontivy (Francia). 51 años. Miembro del COI desde 2022, preside el Comité Olímpico de Francia y la Unión Ciclista Internacional. Político de Los Republicanos, el partido de Chirac y Sarkozy, hoy venido a menos, ha intentado atraer el voto africano prometiendo que allí se celebrarán unos Juegos Olímpicos. Su perfil, muy parecido al de Coe, le convierte en una posibilidad: si hay un ganador sorpresa, será él.
Feisal al Hussein
Ammán (Jordania). 61 años. Miembro del COI desde 2010 como presidente del Comité Olímpico de su país. Hermano pequeño del rey Abdullah II de Jordania, ingeniero y con un máster de administración de empresas como Samaranch, practicó la lucha libre y a partir de entonces se vinculó con el deporte. En las entrevistas ha subrayado que los presidentes anteriores fueron europeos o estadounidenses, reclamando "más puentes" entre oriente y occidente.
Morinari Watanabe
Kokura (Japón). 66 años. Miembro del COI desde 2018 y presidente de la Federación Internacional de Gimnasia desde 2016. Hijo de un sobreviviente de la bomba atómica en Hiroshima, fue dirigente de AEON, una cadena de supermercados japonesa, y entró en el deporte como patrocinador de la Copa del Mundo de gimnasia, el deporte que había practicado de joven. Su propuesta es la más rompedora y seguramente la más improbable.
Johan Eliasch
Djursholm (Suecia). 63 años. Miembro del COI desde 2024 como presidente de la Federación Internacional de Esquí (FIS) desde 2021. Banquero muy relacionado con el Partido Conservador británico, dueño de la marca Head, es el candidato que lleva menos tiempo recorriendo los despachos del olimpismo mundial. En las entrevistas él mismo ha admitido que le sorprende ser uno de los posibles sucesores de Bach.