Un asalto callejero ha acabado con la vida de Marlon Alirio Pérez, el ciclista colombiano que fue campeón juvenil de la carrera por puntos en el Mundial de Ecuador de 1994. Según informa EFE, el deportista ha muerto en un hospital de Antioquia, donde fue trasladado después de ser víctima de un robo armado en el que recibió varias puñaladas en el cuello, informan este viernes fuentes oficiales.
“La Policía colombiana y la Fiscalía asumieron la investigación que permita esclarecer, con celeridad, el asesinato de Marlón Pérez, una gloria del deporte antioqueño”, informó el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, en su cuenta de X.
Rendón añadió que Pérez, de 48 años y que nació en la localidad de Támesis, “fue encontrado en una vía pública del Carmen de Viboral con una herida por arma blanca. Lamentó mucho esta noticia y envío un abrazo sincero a su familia”.
Selle Italia y Caisse d’Epargne
La Federación Colombiana de Ciclismo también lamentó el hecho y dijo en un comunicado que Pérez “destacado ciclista y excampeón mundial en la pista y el paracycling, quien tristemente perdió la vida en un hecho violento durante un intento de robo en la noche del jueves”.
Luego de labrarse un camino en el ciclismo colombiano se enroló con el Selle Italia y más adelante hizo parte Team Tenax (2006), Universal Caffé (2007) y Caisse d’Epargne (2008-2009).
El antioqueño fue campeón mundial de la prueba por puntos en 1994; campeón mundial del tándem paracycling como guía de Javier Serna en 2017 y campeón panamericano de la contrarreloj en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. También fue tres veces campeón nacional de la contrarreloj y ganó seis etapas en la Vuelta a Colombia, además representó al país en tres Juegos Olímpicos (Atlanta 1996, Sidney 2000 y Atenas 2004) y en unos Juegos Paralímpicos (Tokio 2020).
Clave para Urán
En el Clásico RCN triunfó en cinco etapas y tres de la Vuelta al Táchira (Venezuela). Participó en las ediciones del Giro de Italia en 2004, 2005 y 2008.
Pérez también es recordado porque gestionó la llegada de varios corredores a equipos europeos. Uno de ellos fue Rigoberto Urán, quien llegó al Tenax, de Italia, en 2006, donde se inicio en la élite hasta lograr dos segundos lugares en el Giro de Italia (2013 y 2014), además de otro segundo puesto en el Tour de Francia en el 2017.
La vida de Gonzalo Ariño (Onda, Castellón, 1999) es como una etapa rompepiernas. No hay tregua sin repecho. «La vida te va dando golpes, pero ya sabes cómo gestionarlo. Te puedes quedar en el sofá sentado, dándole vueltas a la cabeza. O te levantas, te mueves y empiezas a hacer cosas», reflexiona sin rastro de debilidad, ni física ni mental. Conversa con EL MUNDO a unos días del puerto más temido, su segundo paso por el quirófano para extirpar el tumor cerebral que se le ha vuelto a reproducir.
Ariño ni siquiera aún era ciclista profesional cuando «un mareo raro» en su casa encendió todas las alarmas. «Intentaba hablar y no me salían las palabras», recuerda de ese verano de 2021. Fue operado en septiembre, en el Hospital Universitario de la Ribera, en Alcira (Valencia), todo tan deprisa que ni siquiera supo muy bien a lo que se estaba enfrentando. «Yo sólo pensaba en cuándo me iba a volver a montar en la bicicleta. Mi objetivo era volver lo antes posible a mi vida, a mis estudios (Geografía y Ordenación del Territorio), a competir».
Y lo hizo, claro. «Porque la bici es mi medicina». «Tenían que ponerme freno. Iba demasiado rápido. A los dos días de salir del hospital estaba ya subiendo escaleras. Al rodillo no tardé en subirme tampoco, en apenas un mes. Me decían que no debía sudar...», relata con media sonrisa. La etapa rompepiernas transitaba por un momento dulce ahora. Hoy tiene el recuerdo imperecedero de cuando pudo volver a la carretera. «Fue muy especial. Salí con mi padre. Dos horitas con parada para el café. No la olvidaré».
Aunque el siguiente mazazo para el niño que había dejado a un lado el kárate y el fútbol para apuntarse a las escuelas de ciclismo de Onda, influencia paterna, estaba cerca. Lo cuenta con crudeza y precisión. «Yo ya estaba operado, me frotaba las manos, ya iba a empezar a hacer vida normal, a volver a la bici. Cuando me dijeron que tenía que estar medio año con la quimio fue el peor golpe. Sufrí un colapso, porque mis planes se truncaron. El tratamiento de quimioterapia y radioterapia se alargó un poco. Me fastidió mucho. Una semana al mes tenía quimio. Lo compaginé con los estudios y la competición. Y me dejaba muy tocado, pero seguía. Tenía dudas de si iba a ser capaz, pero en una carrera en Sabadell tuve muy buen resultado, quedé quinto. Y me dije, vamos a seguir palante».
Gonzalo Ariño, del Illes Baleares Arabay.David González
Y llegó el final de 2023 y otra vez la carretera de su existencia tornó veloz y soleada, como si el viento ahora le empujara. El Illes Balears Arabay iba a materializar el sueño de su vida, desde cuando en infantiles, «muy bajito porque crecí de los últimos», se lo pasaba pipa compitiendo que no ganando. Ahora Gonzalo era ciclista profesional. «Igual tenían opciones más fiables que yo, pero me dieron la oportunidad. Le tengo que dar las gracias a Toni Vallcaneras, el gerente de Arabay», hace hincapié. Y, de repente, se vio en mitad del pelotón, saludando a Carlos Rodríguez, diciéndole que era su ídolo, aquella primera carrera en La Nucía, «un buen golpe de realidad» también. Pues nada tenía que ver con el ciclismo amateur. «Dije: 'Madre mía la que me espera'», rememora.
El castellonense se ganó la renovación gracias a sus buenos resultados, a lo que apuntaban su piernas. Pero no iba a ser todo cuesta abajo. Los controles médicos rutinarios del año pasado mostraban síntomas extraños. El tumor volvía a asomar. «Alguna resonancia salió mal y la oncóloga me dio malas referencias. Tenía miedo. Aunque entonces se acabó limpiando todo, el susto me lo llevé y estuve un tiempo parado». Otra vez los subes y bajas. «En verano volví a entrenar y surgió la opción de ir con el equipo al Tour de Estambul. Y el primer día, en Çatalca, me metí en la fuga. Una sensación espectacular, la mejor de mi carrera».
Ariño posa para EL MUNDO, en Benicasim.David González
Este 2025, con los colores blancos y negros del equipo balear, Ariño comenzó a tope, desde enero: Morvedre, Ruta de la Cerámica, Clásica de la Comunidad Valenciana, Trofeo Calviá, Volta a la Comunidad Valenciana, O Gran Camiño, Gran Premio Miguel Indurain... Aunque... «En las últimas pruebas se ha confirmado que el tumor se ha reproducido definitivamente. Estoy tranquilo, porque parece bastante pequeño. No como la otra vez, que eran seis centímetros. Sé lo que viene y no me asusta», pronuncia, mencionando su confianza en el doctor Pedro Riesgo, su ángel de la guarda.
El mismo que tras la primera intervención, estando en la UCI, le enseñó unas llaves. «¿Qué es esto?», le preguntó. «Y yo sabía lo que era, pero no me salía la palabra», dice sobre esos instantes terribles de pérdida del habla, ya que el tumor estaba cerca de las hormonas que influyen en el lenguaje, superados como todo lo que afronta Gonzalo. «Cuando volvieron al día siguiente, lo conseguí». Sabe que en unos días volverá a pasar por lo mismo. «Pero nunca he pensado en dejarlo. Es más, todavía no me han vuelto a operar y ya estoy pensando en regresar a la bici».