Ni el Barça ni Lewandowski pierden el ritmo

Ni el Barça ni Lewandowski pierden el ritmo

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El Barça sigue sin bajar el ritmo en la Liga. Esta vez le bastó con un solitario tanto de un Robert Lewandowski, que insiste en mantener su momento dulce ante la portería contraria, para imponerse a un Getafe que tiró de un juego que unos califican casi como al límite del reglamento mientras otros prefieren calificarlo como aguerrido. Se elija el eufemismo que se elija, lo cierto es que los visitantes abrigaron alguna esperanza de arrancar al menos un punto hasta el final gracias a las buenas intervenciones de su portero, David Soria, que por unas prestaciones en ataque que se han demostrado ya más que seriamente mermadas en lo que llevamos de temporada. [1-0: Narración y estadísticas]

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En la otra portería, mientras, a Iñaki Peña le tocó jugar bajo la alargada sombra, nunca mejor dicho, de un Wojciech Sczcesny que a lo largo de la tarde del este miércoles fue sonando cada vez con más fuerza como refuerzo de emergencia para la portería azulgrana tras la grave lesión de Marc-André ter Stegen. El polaco, que colgó oficialmente los guantes el pasado verano a pesar de que le quedaba aún un año más de contrato con la Juventus, se dejaba querer sin dudarlo y su llegada parece cuestión de horas. La presencia en la plantilla barcelonista de un Lewandowski al que le une una muy buena amistad, a buen seguro, habrá tenido mucho que ver con la decisión del arquero.

En los instantes previos al partido, Flick, pese al runrún, recalcaba ante los micrófonos de Movistar que tiene plena confianza en las posibilidades del meta alicantino para defender el marco barcelonista. El curso pasado, le tocó tomarle el relevo a Ter Stegen precisamente en el momento en el que la defensa azulgrana se mostró más endeble y el número de goles encajados se multiplicó. El hecho de que el primer remate entre palos de un Getafe muy correoso en los primeros minutos acabara cómodamente en sus manos contribuyó, sin duda, a que Iñaki Peña afrontara su reestreno en Montjuïc con toda una inyección de moral. Si bien es cierto, no obstante, que los visitantes tampoco le agobiarían demasiado en los primeros 45 minutos.

Posesión

Tras el arranque fuerte del Getafe para tratar de ahogar la salida de balón de los azulgrana, fue el Barça el que acabó por firmar lo que fue casi un monólogo a nivel de posesión. Con el añadido, además, de que su primer disparo válido entre palos subió al marcador para convertirse en el 1-0. Lewandowski, que mantiene su idilio con el gol en este inicio de la temporada, aprovechó el fallo de Soria al tratar de agarrar un centro de Koundé para estrellar sin contemplaciones el balón en el fondo de la portería. El portero, eso sí, lograría resarcirse evitando que el ex del Bayern echara más tierra de por medio cuando los de Flick se lanzaban sin dudarlo una y otra vez en busca de aumentar unas distancias que, pese a todo, se quedaron igual a la llegada del descanso.

Borja Mayoral falla la última ocasión del partido.Alejandro GarcíaEFE

Por mucho que el Getafe buscara meterse en el partido aprovechando un leve fallo de Íñigo Martínez nada más arrancar el segundo tiempo, los azulgrana encontraron también pronto la manera de amenazar con aumentar su renta. Soria, en este caso, estuvo atento para evitarlo, tanto enviando a córner un centro peligroso de Pablo Torre como para mandar por encima del travesaño, con una plástica intervención, un disparo cargado de veneno de Lamine Yamal y desviar un ajustado disparo de falta de Raphinha. Eric, en la recta final del duelo, rozaría también el gol con un remate que se marchó a las nubes.

Con 1-0 en el marcador, el Getafe aprovechó los instantes finales para tratar de rascar por lo menos un punto volcándose sobre la portería azulgrana. Algo que, no hace tanto tiempo, le habría puesto el miedo en el cuerpo a la grada de Montjuïc. Las sensaciones, ahora, en cambio, son diametralmente opuestas. Por mucho que se sufra, muchos no ven peligrar nunca el resultado. Y eso, en un deporte que se decide muchas veces por detalles, significa una enorme diferencia. La que muchas veces hay, también, entre el éxito y el fracaso.

kpd