En la rica y variada carta ciclista, todos los platos, desde la ‘haute cuisine’ hasta el menú del día, cuentan a la hora de forjar una trayectoria y reunir un historial. Pero las auténticas jerarquías profesionales, las que conducen a la leyenda, las establecen las tres carreras de tres semanas (Tour, Giro, Vuelta) y, pongamos que 10, las grandes clásicas.
En qué número y de qué modo se ganan unas y otras establecen un escalafón que, por ese orden
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Adiós, pero hasta siempre, al último récord que le quedaba a Mireia Belmonte. Otra vez Summer McIntosh, otra vez esa adolescente canadiense de 18 años, apuñaló a la española. Sin matarla, porque, aunque superadas, las hazañas de Mireia permanecen en la memoria y tienen su lugar en la historia. McIntosh, tres oros y tres récords, nadó la final de los 400 estilos en 4:15.48, un recorte salvaje a los números de Belmonte (4:18.94). No hay más que hablar, entre otras razones porque se acaban las palabras. Gracias, Summer. Gracias, Mireia.
En la quinta jornada del Mundial de Natación en Piscina Corta, bajo los ojos asombrados, pero ya habituados de un Budapest orgulloso, con sistemática, casi monótona rutina, siguieron cayendo los récords del mundo. En las series matinales de los 50 libre, Jordan Crooks, de las Islas Caimán, rebajó la plusmarca hasta 20.08. Dejó atrás los 20.16 de Caeleb Dressel. En las semifinales de la tarde, le dio otro tajo a la marca y la dejó en... ¡19.90! Bajar de 20 segundos en 50 metros es, en principio, una imposibilidad biológica. Pero lo imposible se reveló real.
Dressel, volviendo a él, tuvo, allí donde estuviera, un mal día. En la final de los 100 mariposa, Noè Ponti lo despojó del último récord que le pertenecía. Nadó en 47.71, por debajo de los 47.78 del bueno de Caeleb. Su tercer oro está convirtiendo al suizo en Mr. Budapest.
Miss Budapest, equivalente a Miss Mundo, es Gretchen Walsh. Dominó los 100 mariposa en 52.71. Es la tercera vez que bate el tope de la prueba. Lo ha hecho cada vez que se lanzó al agua: en las series, en las semifinales y en la final. Pero es que, pocos minutos después, en las semifinales, dejó el récord de los 50 libre en 22.87. Ranomi Kromowidjojo, la anterior titular (22.93) le dio in situ el relevo con una sonrisa radiante. Deportividad pura. Walsh batía su noveno récord, octavo individual, y conquistaba su sexto oro. Se está haciendo de eso, de oro, a 25.000 dólares por récord.
Las aguas, exhaustas, se remansaron cuando el ruso Ilia Borodin, atleta neutral, ganó los 400 estilos con una buena marca, faltaría más, de 3:56.83. Pero sin amenazar realmente los 3:54.81 de Daiya Seto. Tampoco se encrespó la espuma con los 800 (libre), adjudicados a Zalan Sarkany (7:30.56), un héroe local. Tercera medalla para Hungría y primera de oro.
La jornada se cerró con los relevos mixtos de 4x100 estilos y el triunfo de NAB (o sea, de los rusos). España, con Carmen Weiler, Carles Coll, Mario Mollá y María Daza había establecido por la mañana un nuevo récord nacional (3:36.78). En la final, séptima, lo volvió a rebajar (3:35.52). Era el 14º récord de España de Coll en poco más de un mes: cinco en nuestro Campeonato y nueve en Budapest.
En cuanto a récords del mundo, van 24. ¿Cuántos se sumarán en la última jornada?
La carrera empezó y terminó a la vez. Mathieu van der Poel tomó la cabeza desde el primer metro y, al completar el último, lograba su séptimo título mundial de ciclocross. Igualaba así a Eric de Vlaeminck. Recién cumplidos el 19 de enero los 30 años, aún tiene tiempo de superar al belga y añadir algún color más a los siete del arcoíris.
Dominó desde lejos a Wout Van Aert, que salió desde la cuarta fila, y eso, en los estrechos trazados del ciclocross, es una gran desventaja a la hora de remontar. Wout perdió 46 segundos en la primera vuelta. En la tercera de las ocho, ya sólo tenía por delante al neerlandés. Y cruzó la línea 45 segundos más tarde. Todo concluyó, en el apartado cronométrico, igual que comenzó. El plato fuerte fue como los entrantes. Y, aunque sólo había ojos para la pareja estelar, hay que decir, para ser justos con el resto, que el bronce lo agarró el belga Thibau Nys, y que Felipe Orts acabó decimotercero.
Sol y frío en Liévin, al norte de Francia. Poco y duro barro. Los corredores terminaron más salpicados que rebozados. Wout van Aert, que cumplió esos mismos 30 años en septiembre, campeón en 2016, 2017 y 2018, se inclinó ante Van der Poel por tercera vez esta temporada en la, también, tercera coincidencia de ambos. Estaba en desventaja. Reapareció en diciembre tras un descanso forzoso desde que, el 3 de septiembre de 2024, camino de los Lagos de Covadonga, se cayese en la Vuelta, en la que ya había ganado tres etapas, y se dañase severamente la rodilla derecha. Y, aunque sin Van der Poel en liza, se apuntó un par de victorias en enero, no ha estado realmente en disposición de mirarle a los ojos al neerlandés a la hora de pelear por el título mundial.
Der Poel contra Van Aert
Pero el contencioso no ha caducado. Desde la edad juvenil, el dúo, casi una pareja en sus paralelismos y en la estrechez de su relación, ha protagonizado una de las mayores rivalidades en la historia del ciclismo. Quizás la mayor, dado que, en su compartida superioridad, y a diferencia de otras modalidades más repartidas jerárquicamente, han hecho del ciclocross un territorio propio y excluyente.
Cuando ambos están en liza, en forma y en plazo, los demás no existen, meras figuras de atrezzo. El de Liévin ha sido su enfrentamiento número 188, con ventaja estadística para Van der Poel. En la desigual, pero profusa colección común de victorias, semejante rivalidad ha desembocado en una forma de fraternidad y mutua dependencia. Los dos se miran en la única cara de un mismo común.
Su condición de estrellas absolutas del ciclismo en carretera ha ensanchado, después de romperlos, los horizontes del ciclocross y atraído a las frías campas nuevos y entusiastas feligreses. Aficionados a la bicicleta tradicional que, de otro modo, alejados de los circuitos belgas y neerlandeses, y de sus desconocidos especialistas puros, le hubieran dedicado a la "cabra" invernal muy poca o ninguna atención. En Liévin, el circuito, al que se accedía previo pago, estaba a reventar.
Terminados el barro, la hierba y la arena, Mathieu y Wout se reincorporan al asfalto. Les esperan, piafando, Pogacar, Vingegaard, Evenepoel y compañía. Aguardamos impacientes a todos.
El paso del tiempo y el peso de la clase contribuyeron a que Mireia Belmonte perdiera el récord del mundo de los 200 mariposa. El paso del tiempo reside en que hacía 10 años que Mireia, los nadó en 1:59.61. El peso de la clase lo expresa Summer McIntosh, que lo ha hecho en 1:59.32. Que en natación haya durado tanto un récord habla elocuentemente de la excelsa categoría de Mireia. Y otro tanto que haya tenido que existir alguien como McIntosh para que la española sea ahora una ex plusmarquista.
Mireia se ha inclinado ante una "niña milagro", una chiquilla canadiense de 18 años, que desde los 15 viene estableciendo hitos y rompiendo moldes. El récord de McIntosh estaba cantado. Ninguna sorpresa, pues. Ninguna incertidumbre. Y sirva esta plusmarca de homenaje doble: a la joven canadiense, en la plenitud creciente de sus dones, y a la veterana española, todavía oficialmente en activo, pero fuera ya de los focos, incluso en las piscinas nacionales.
Mireia ha sido plusmarquista mundial de 400, 800 y 1.500 libre. Y de 200 mariposa y 400 estilos. Fue perdiendo algunos de esos récords. El de 400, en los que también reina ahora McIntosh, a manos de Jianjahe Wang. El de 800, nada menos que por el empuje de Katie Ledecky. El de 1.500 se lo arrebató Sarah Köhler-Wellbrock, antes de que a ésta se lo arrebatara Katie Ledecky.
Mantenía los de 200 mariposa y 400 estilos. Ya sólo conserva este último. Toda esta relación de récords expresa la importancia de Mireia en la natación mundial y su trascendencia sin parangón en la española. Casi somos ahora más conscientes de semejante título que cuando Mireia reinaba en el agua. El paso del tiempo inmortaliza a veces las hazañas en lugar de tender a borrarlas. Y en cuanto a peso de la clase, Mireia lo poseía a toneladas.
En la tercera jornada del Campeonato, Gretchen Walsh también rompió un récord del mundo. Dejó el de los 100 estilos, en las semifinales, en 55.71. En la misma prueba masculina, Carles Coll pasó a la final con el cuarto tiempo de los participantes y un nuevo récord de España: 51.30. El sexto en estos Campeonatos. En ausencia de Hugo González, era el líder del equipo español, y está haciendo honor a la púrpura.