Un año después, en el mismo escenario, con idéntico premio y los mismos protagonistas, veo a Carlos Alcaraz mejorado con respecto al que dio el gran golpe al llevarse su primer título en el All England Club y a Novak Djokovic aún en posesión de sus cualidades, que no son pocas, y capaz de sacar provecho del don natural del que también dispone para jugar sobre hierba. Tiene el serbio una lectura diáfana de las jugadas que ayuda a su sobresaliente
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Aún desconocemos si Rafael Nadal volverá a disputar un partido profesional. La Copa Davis deja una puerta abierta para que el legendario tenista español pueda tomar un nuevo tren si España saca adelante la serie y despedirse así de otro modo del juego que lleva honrando desde sus inicios, hace más de dos décadas. Su derrota ante Botic van der Zandschulp arroja, no obstante, un rastro desalentador. Parece difícil pensar que le veamos en un duelo individual.
El ganador de 22 títulos del Grand Slam está lejos del jugador que fue. Su tenis este martes no le alcanzó para plantar cara al número 80 del mundo, que sacó provecho de sus vías de agua y dio a Países Bajos el primer punto de la eliminatoria de cuartos de final ante España. Se impuso por 6-4 y 6-4, en una hora y 53 minutos.
Fue segundos antes de que estallasen los primeros gritos de "¡Rafa, Rafa, Rafa!" cuando el protagonista de esta Copa Davis vio deslizarse por sus mejillas las primeras lágrimas. Poco dado al llanto, ni siquiera en sus más afamadas conquistas, esta vez Nadal dejó traslucir la emoción que le producía disputar ante las 11.300 espectadores que colmaron el Martín Carpena de Málaga el que podía ser el último partido de su vida. El estruendo fue aún mayor una vez concluido el protocolo, interpretados los himnos y hecho el silencio en homenaje a las víctimas de la DANA en Valencia, una vez que el speaker recitó sus logros más relevantes.
Dos víctimas españolas
Van der Zandschulp sintió en el inicio el peso del papel que le correspondía, pero supo aprovechar las oportunidades brindadas por un tenista que está lejos de lo que fue. En el segundo juego el neerlandés cometió tres dobles faltas consecutivas, penitencia que no alcanzó para que Nadal pudiera llevárselo y abrir brecha. El neerlandés, no ha hecho gran cosa en lo que va de año, pero entre sus víctimas figuran nada menos que Nadal y Carlos Alcaraz, a quien venció en la segunda ronda del Abierto de Estados Unidos.
Nadal contaba con sendas victorias en sus enfrentamientos ante el número dos de Países Bajos, ambas en 2022, en Wimbledon y en Roland Garros. David Ferrer optó por él en lugar de Roberto Bautista, que venía de ganar recientemente el título en Amberes, también en pista cubierta. Veinte años después, en su cierre del círculo en la Copa Davis, sin el grado de sorpresa que supuso entonces su presencia en el equipo en la final ante Estados Unidos, Nadal volvía a disputar los individuales no por ránking, 155º frente al 46º, lugar de Bautista, ni por recientes créditos adquiridos, sí por calado histórico y, seguramente, por el nivel que ofreció en los entrenamientos.
Comprensible o no, la apuesta resultó fallida. Lento en los desplazamientos laterales, errático, Nadal resistió hasta el noveno juego, cuando su oponente rentabilizó la segunda pelota de rotura, superándole con un passing cruzado. Refrendó el logro manteniendo su servicio para llevarse el primer set y amplió distancias con otra rotura en el inicio del segundo.
La última vez que Nadal había disputado un partido de Copa Davis fue para culminar el sexto título de España, el 24 de noviembre de 2019, al imponerse a Denis Shapovalov. La última vez que había jugado un partido de tenis individual fue el pasado 29 de julio, en la segunda ronda de los Juegos Olímpicos, cuando cayó en dos sets ante Novak Djokovic.
Hizo soñar a la hinchada cuando, ya 4-1 abajo, recuperó uno de los saques perdidos y se situó 4-3. Van der Zandschulp cometió una doble falta, envió una derecha a la red y quedó 0-30, antes de salir del apuro con su servicio, un arma definitiva. Corto de ritmo competitivo, esta vez Nadal no tendría argumentos para insinuar la remontada.
Queda en el recuerdo la imagen de Carlos Alcaraz saliendo a hombros de la Arthur Ashe cuando en 2022 se proclamó campeón del US Open con sólo 19 años como quedará su imagen marchándose hundido este jueves después de caer en segunda ronda ante el neerlandés Botic van de Zandschulp. Llevaba tres años sin perder tan pronto en un Grand Slam, pero su pena no venía de la derrota. A veces llega, el deporte es así. Alcaraz se lamentaba por la imagen que había ofrecido hasta el punto de llegar a pedir perdón al público de Nueva York por su juego y, sobre todo, por su actitud. En algún torneo menor, incluso algún Masters 1000, había sufrido alguna desconexión parecida, pero nunca se le había visto tan descentrado en una plaza grande.
"Ha sido una lucha contra mí mismo, contra mi mente. En el tenis necesitas estar lo más tranquilo posible para pensar bien durante el partido. Hoy he sentido muchas emociones que no he sabido controlar. Estaba en una montaña rusa: en algunos puntos estaba arriba y en otros abajo. Si quiero conseguir grandes cosas no puedo jugar así. Debo mejorar, tengo que aprender sobre ello", confesaba Alcaraz, nuevamente muy autocrítico después de una derrota. Como sucedió al caer en cuartos de final del Open de Australia ante Alexander Zverev, el español se castigó por no saber redirigir la situación y apartó el cansancio como razón de su desdicha.
"He estado jugando muchos partidos en los últimos meses, con Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos, pero no quiero ponerlo como excusa. Me tomé un descanso después de los Juegos que posiblemente no fue suficiente, pero también debo aprender de esos. Quizá soy un jugador que necesita parones más largos para afrontar los torneos importantes. Tengo que reflexionar sobre ello", comentaba después de un revolcón con consecuencias. El objetivo que apuntaba para este final de temporada, alcanzar el número uno del ranking ATP que ocupa Jannik Sinner, ya está imposible y al final del US Open verá hasta dónde cae en la lista. Con Alexander Zverev aupado al número dos, Alcaraz incluso podría terminar como el cuarto del mundo si Novak Djokovic o Daniil Medvedev son los campeones en Queen's.
La comunicación con su equipo
En todo caso, la preocupación ahora de Alcaraz debe ser rehacer su calendario y recuperar el camino hacia la victoria. Ante Van de Zandschulp fue inefectiva incluso la ayuda de su equipo, siempre tan cercano. Pese a la presencia de todo el conjunto, como es habitual en los Grand Slam, el español no encontró la solución en los ánimos de su entrenador, Juan Carlos Ferrero, o de su agente, Albert Molina. Al contrario de lo que sucede normalmente, en muchos momentos del partido Alcaraz evitaba mirarles y establecer comunicación con ellos. Su apagada gestualidad sólo demostraba muchas ganas de marcharse de la pista.
"No es la primera vez que me siento así. Y siempre que me pasa digo lo mismo: que debo pensar en ello y que debo aprender sobre ello. No lo estoy haciendo y ese es el problema. Siento que he dado pasos hacia atrás a nivel mental y no entiendo por qué. No puedo volver a sentar aquí y volver a decir eso si realmente no aprendo a gestionarlo, si no puedo cambiar durante los partidos, si no sé cómo crecerme cuando me siento así", reconocía Alcaraz que al finalizar el encuentro fue más rápido que nunca. Casi de medianoche en Nueva York, de los vestuarios a la sala de prensa apenas tardó un cuarto de hora y poco después ya estaba saliendo de las instalaciones del US Open para pasar su última noche de hotel antes de volver a España.
"Él [por Van de Zandschulp] ha jugado muy bien, ha jugado un tenis realmente bueno. Pensaba que me daría más puntos, no puntos gratis, pero pensaba que cometería más errores. No lo ha hecho y eso me ha confundido. No he sabido manejarlo y no he podido aumentar mi nivel. ¿Qué puedo decir? No me he sentido bien golpeado la bola, he cometido muchos errores y cuando he intentado remontar ya era demasiado tarde", analizaba Alcaraz después de su derrota más dolorosa en un Grand Slam.