Se acabó el culebrón, Mario Hezonja renovará por el Real Madrid. Así lo ha confirmado el propio jugador en sus redes sociales, con un mensaje de amor abierto al club blanco, al que no ha dudado en tildar de su “casa”.
“El Real Madrid creyó en mí cuando muchos no, se cuidó de mí y de mi familia desde el primer día que llegué y nos hizo sentir como en casa. Mi única intención era quedarme así que estoy feliz de comunicarles que continuaré mi viaje en MI CASA, MI REAL MADRID ¡por mucho tiempo!”, ha escrito el croata en X.
“Como todos sabéis, después de mi último partido de la temporada me convertí en agente libre y soy libre de decidir dónde quiero jugar durante los próximos años. No he celebrado ningún acuerdo con nadie más a partir de ahora y, como dije, ¡siempre lo oiréis de mí primero!”, ha añadido ‘Super Mario’.
Con este anuncio, Hezonja pone punto y final a uno de los culebrones más sonados en el baloncesto patrio desde la llegada de Mirotic al Barcelona. El eterno rival, que ha firmado a Kevin Punter, tenía, según muchos medios especializados, la firma del jugador blanco en un contrato de larga duración y de sustanciosas cifras económicas.
Todo parecía indicar que el ala-pívot iba a hacer las maletas para instalarse en la casa del eterno rival y convertirse en uno de los puntales del nuevo proyecto blaugrana, que trata de salir a flote después de una temporada para el olvido. Pero finalmente, en un nuevo giro de guion, en otro revés de un ‘partido de tenis’ que tenía al espectador girando el cuello de lado a lado de la cancha, Hezonja ha terminado de deshojar la margarita y se ha decantado por el equipo de la capital.
Muchos dicen que fue el Barça quien se echó atrás después de las declaraciones de Hezonja tras la conquista de la última liga por parte del Madrid, pero nunca lo sabremos a ciencia cierta. En esa alocución, un emocionado Hezonja le declaró amor eterno al equipo blanco, destacando la presión del propio Florentino Pérez para convencerle de que se quedara.
A las pocas semanas de hacerse oficial el fichaje de Jordi Fernández, los Nets traspasaron a lo único parecido a una estrella que tenían en su plantilla. Una franquicia con el atractivo mediático de estar enclavada en Brooklyn y que hace nada presumía de un Big Three con Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving, mandaba a Mikal Bridges a los Knicks a cambio, principalmente, de futuro. El primer español (y tercer europeo) en sentarse como entrenador principal en un banquillo NBA captó el mensaje de reconstrucción. Pero, en su ideario y en su ambición de rookie, eso no significaba ni mediocridad ni desidia.
Estos Nets aparentemente destinados a las catacumbas de la clasificación, al tanking de cara al próximo draft, están siendo una de las sorpresas agradables del comienzo de temporada. No sólo han ganado más partidos de los esperados (rozan los puestos playoffs en el Este), también han llevado a la prórroga a los Nuggets de Nikola Jokic o a los campeones Celtics. Y al técnico de Badalona, que ya el curso pasado fue elegido mejor asistente de la NBA (votado por los General Manager), se vuelven las miradas y se le acumulan los elogios.
Ben Simmons
Destacan de él su método, "directo y detallista", y su inconformismo. "Nunca trabajas para aceptar la derrota, esperas que sirva", proclama, consciente de que el plan, más allá de los resultados, mira al porvenir. Este verano, Brooklyn liberará más de 100 millones de dólares en salarios (40 sólo de Ben Simmons, 19 de Bogdanovic...) y podrá lanzarse a por una o varias estrellas (los rumores sitúan a Giannis Antetokounmpo en el Barclays Center). Eso, unido al puñado de primeras rondas de draft acumuladas y al desarrollo individual que Jordi está llevando a cabo con varios de los jóvenes de su equipo, dispara las expectativas.
En la tantas veces monótona temporada regular NBA resulta llamativo presenciar un duelo de los Nets. Fernández, que antes del inicio del curso se llevó a su equipo a San Diego -"fue una de las pretemporadas más duras de mi carrera", aseguró Dennis Schroder-, apuesta por quintetos de small ball, muchas veces sin pívots, con defensas presionantes a toda pista que sorprenden al rival. El Brooklyn Grit lo llama: un baloncesto de garra y dureza. Ha otorgado los galones al veterano base alemán, que ha disparado su rendimiento cuando ya no muchos lo esperaban. Y tipos como Cam Thomas (más de 25 puntos por partido) o Cameron Johnson están siendo dos de las noticias más llamativas de estas semanas. Hasta se ha empeñado en relanzar la trayectoria de Ben Simmons, un número uno del draft (2016), tres veces All Star, arruinado por las lesiones y por su incapacidad menguante de cara al aro. "Quiero verle tirando más. Mi objetivo para él es 10 tiros por partido, tiene que encontrar una manera de llegar ahí. Sé que puede, él es más que capaz", ha retado al australiano.
"Jordi siempre te lo dice con sinceridad, sin tapujos. No va a endulzar nada... Espera que juguemos a un determinado nivel todas las noches, y si no lo hacemos, nos lo dirá. No le importa quién eres ni lo que has hecho", aseguraba Ziare Williams, otro de sus jóvenes. Cuando los Nets perdieron en la prórroga ante los Celtics después de ir mandando buena parte de la noche en el marcador, Jordi alabó a sus chicos, pero también les lanzó un mensaje inconformista: "No pueden estar satisfechos". Algo parecido a lo sucedido un par de días después ante los invictos Cavaliers, a los que llevaron al límite (dominaban por 12 en el acto final). Fernández, esta vez, no esquivó la autocrítica: "Les he dicho a los muchachos que ha sido mi culpa. Le di 12 minutos a Schröder en el último cuarto. No le di descanso. Así es como cae tu ejecución. Así es como cae tu defensa. No le di descansos a Cam. Al final, lo pagamos. Tengo que ser mejor".
El de Badalona, que también es seleccionador de la flamante Canadá (hace unos días recibió la visita de su mentor Sergio Scariolo, con el que trabajó en el verano de 2017 en la selección española), es consciente de dónde está y lo que se espera de él. Llegó hace 15 años a EEUU y ha ido ascendiendo desde lo más bajo (becario en una empresa de tecnificación individual), puesto a puesto, banquillo a banquillo, hasta la cima. Ahora maneja un grupo de 60 personas, entre jugadores, cuerpo técnico, médicos, analistas... Por eso, cuando estos días le preguntan recurrentemente por su hito, una barrera derribada comparable a la de Fernando Martín en 1989, él lo valora en su justa medida. "Este paso es un orgullo, pero quiero más", aseguraba en una entrevista en Gigantes.