2022, el año en el que llegamos al futuro: “Antes éramos chamanes, ahora hay un técnico de datos en cada banquillo”

2022, el año en el que llegamos al futuro: "Antes éramos chamanes, ahora hay un técnico de datos en cada banquillo"
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Vuela un hombre por las calles de Berlín y todos le miran a la cara, esa sonrisa inequívoca de Eliud Kipchoge. Pocos se fijan ya en sus pies, aunque las zapatillas que calza, las Nike Alphafly, son un prodigio de la tecnología, con una espuma ultra ligera, una placa de fibra de carbono única y una cámaras de aire compactadas en sólo 39 milímetros. El récord del mundo de maratón es ante todo mérito de un corredor histórico, no un hito de la innovación.

Vuela igualmente un hombre en el velódromo s

uizo de Grenchen y todos le miran a la cara, esa mirada de esfuerzo de

Filippo Ganna

. Pocos se fijan en su bicicleta, pese a que su

Pinarello Bolide es revolucionaria, hecha con un material inédito, fabricada en parte en 3D y con la tija llena de estrías para imitar a las ballenas jorobadas

. Del récord de la hora se recordará esta vez el nombre del ciclista, no el nombre de la máquina.

El futuro ya está aquí. En los últimos tiempos, especialmente este 2022 que acaba, el deporte ha asimilado la tecnología como un elemento propio, ya no centra debates, ya no aglomera atenciones. Inventar, desarrollar, precisar es ya tan rutinario como entrenar y hasta los practicantes ocasionales utilizan gadgets que tiempo atrás parecían de ficción.

«Estamos en un momento muy interesante. Ya hemos aprendido a utilizar múltiples materiales, hemos perfeccionado la aerodinámica, hemos integrado la nutrición y así muchos elementos. Ahora entramos en la época de de la infinidad de datos», avanza a EL MUNDO

Iván Velasco

, ex ciclista, actual ingeniero del Movistar Team y parte de un pelotón que ha normalizado aquello que fue revolución. La aparición del equipo británico Sky en 2010 desterró el ciclismo más tradicional y condujo el deporte al lugar actual: absolutamente todo está medido.

«Antes se caía en errores, como el escaso ancho de los neumáticos, porque había cosas que se aceptaban sin más, que no se estudiaban. Con el Sky todo el mundo se subió al carro, contrató ingenieros, analistas de datos, nutricionistas y hoy se invierte mucho en investigación», asume Velasco, que admite que por eso hay equipos, como el INEOS -el heredero del Sky-, el Jumbo o el UAE que parten con cierta ventaja. Es un hecho ya asumido: toda competición ya está condicionada por el acceso de los aspirantes a la innovación, de su capacidad para liderarla, de su ingenio para descubrir nuevas ventajas.

Datos en masa contra las lesiones

Antes sólo ocurría en el motor y hoy se ve en muchísimas disciplinas, aunque el motor sigue sobresaliendo. Si en la Fórmula 1 ya hace años que la tecnología señala al campeón, en MotoGP empieza a ocurrir lo mismo sin escándalos.

Pecco Bagnaia

será recordado como el vencedor del último Mundial, aunque lo que definió su título fue la inventiva de su equipo, Ducati. Ya no hay moto sin alerones o aperturas en su chasis, ya no hay carrera que no dependa de la aerodinámica, que ha reducido los adelantamientos y ha disparado la velocidad punta: esta temporada Jorge Martín estableció un nuevo récord con 363,6 kilómetros/hora.

Algo parecido ocurre en los golf, donde la ligereza de la varilla de los palos ha ampliado la longitud de los golpes, y en el tenis o el pádel, donde las nuevas superficies han reducido los intercambios. Y eso que posiblemente no sea el rendimiento donde la tecnología ha avanzado más. En los últimos tiempos la innovación ha hecho el deporte más justo, como se demostró en el pasado Mundial de fútbol con el fuera de juego semiautomático y el chip en el balón, y sobre todo ha hecho el deporte más seguro. La nueva obsesión se llama prevención de lesiones y la próxima frontera es su reducción.

«El campo de la medicina del deporte es hoy muy amplio y se está estudiando mucho. Ahora mismo hay dos tendencias muy interesantes. Por un lado, la sensorización, los wearables, que llevan los deportistas y generan muchísima información: saturación del oxígeno en sangre, variabilidad de la frecuencia cardiaca… Y del otro, la inteligencia artificial, que puede recopilar esos datos en masa y, por ejemplo, calcular al minuto cuánta fatiga acumula cada jugador. La combinación de ambos avances supone una revolución», expone

Juan Carlos González

, jefe de Innovación del Instituto de Biomecánica de Valencia, que trabaja en la búsqueda de nuevos materiales, de nuevas superficies de juego y de nuevas técnicas de prevención. Un ejemplo: con su novedoso escáner 4D pueden analizar cómo responde el cuerpo en cada movimiento, medir al milímetro la torsión de las articulaciones y, por lo tanto, detectar si una rodilla está inestable.

«Hace 10 años sólo nos llamaban de deportes más técnicos, como el atletismo, la natación o el ciclismo. En el fútbol se nos consideraba poco menos que chamanes. Ahora nos contratan, en muchos banquillos ya hay técnicos de datos y eso está haciendo evolucionar nuestro campo», finaliza González, que admite que lo aprendido no sirve sólo a la élite. Los populares también se benefician.

Los populares, factor clave

En la actualidad con sólo un teléfono y una app un deportista amateur puede grabar sus acciones y ver dónde falla: ¿Talona demasiado al correr?¿Abre demasiado el codo al nadar? Antes la biomecánica estaba encerrada en los Centros de Alto Rendimiento, con sus sensores y sus cámaras carísimas. Ya no. La popularización de los pulsómetros y los potenciómetros es un hecho desde hace años, pero hay mucho más.

Con mil gadgets en el mercado, cualquiera puede medir su cantidad de grasa corporal, su curva de glucosa, su nivel de hidratación, la altitud a la que se encuentra y así mil cosas. Como ocurre con los materiales novedosos, como las zapatillas de Kipchoge o las bicicletas más sofisticadas, es cierto que el acceso a estas innovaciones sigue siendo caro, pero no es para ricos. Más en los deportes con más practicantes.

«La tecnología depende mucho del mercado al que va dirigida. En entrenamiento de fuerza hay innovaciones que llevan existiendo desde hace más de 20 años, pero no han llegado al gran público, quizá porque todavía hay prejuicios respecto a este tipo de trabajo. Sin embargo, el running es muy popular y está muy bien visto socialmente y por eso atrae más novedades, como zapatillas o relojes GPS», analiza

Carlos Balsalobre-Fernández

, investigador en Ciencias del Deporte en la Universidad Autónoma de Madrid y creador de apps como My Jump Lab, que ayuda a medir el rendimiento.

En su opinión, hay otro factor que influye en el avance de la tecnología en el deporte, más allá de lo popular que sea éste: el dinero. «Nadie comprará una determinada tecnología si no aporta al menos la esperanza de ayudar a ganar partidos o a reducir lesiones. La prevención médica, de hecho, está estrechamente ligada a la economía. Hay estudios que cifran las pérdidas anuales de los grandes clubes por culpa de las lesiones en cientos de millones de euros», cierra Balsalobre-Fernández, aunque en realidad hay una tercera limitación para los inventos: las reglas.

Innovación en una competición justa

En busca de igualdad todos los organismos han establecido límites a la tecnología, aunque hay deportes más permisivos que otros. El golf hace años que cercenó los avances en la cabeza de los palos, determinando materiales y tamaños, y hoy sólo queda aligerar las varillas. El atletismo, en cambio, encaró recientemente una cuestión parecida de una manera distinta. Cuando Nike empezó a incorporar placas de fibra de carbono en sus zapatillas, empezaron a caer récords y la Federación Internacional, con cierto retraso, tomó una decisión leve. Ahora vale todo menos hacer zapatillas de más de 40 milímetros de grueso.

El gran miedo en general es que, novedad a novedad, al final acabe ganando la marca, el equipo o la franquicia que más dinero pueda dedicar a I+D y que mejores materiales y expertos tenga. Y sólo los deportes de motor, por su naturaleza bífida, por la importancia de los vehículos en el resultado, pueden permitirse que eso ocurra.

«Ahora tenemos un grupo de estudio dedicado a las zapatillas, hablando con las marcas, consultando con expertos y eso es muy importante. En el atletismo siempre ha habido avances; en los últimos años hemos hablado de Nike, pero antes dominaba Adidas. Lo esencial para mantener la integridad de la competición es conseguir el equilibrio entre tecnología y regulación», señala

Sebastian Coe

, presidente de la World Athletics y doble campeón olímpico de 1.500 metros en conversación con este periódico.

El ex mediofondista, hoy dirigente, se admite entusiasmado con los progresos en el diagnóstico de lesiones -«Ojalá hubieran existido en mi época», dice- y concluye que la tecnología sólo puede hacer que el deporte sea mejor: «Siempre habrá innovaciones sobre las que discutir, habrá que legislar sobre ellas, habrá que valorar su idoneidad, pero hoy en día hay tantos caminos abiertos para ayudar a los deportistas que, sin duda, sólo podemos animar a los investigadores a que continúen con su trabajo».

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