La hinchada reclama a Messi, y el Barça aspira a salvar carencias con jugadores libres como Iñigo Martínez o Gündogan
Cuentan quienes más cerca están del presidente del Barcelona, Joan Laporta, que éste, más allá del desvelo provocado por el caso Negreira y sus consecuencias, lleva semanas imaginando un abrazo con Leo Messi. Está tan empeñado en el asunto que no deja de darle vueltas a la manera de encajar su salario cuando LaLiga lo que le exige es que rebaje 200 millones de euros en sueldos este verano. El día en que el equipo de Xavi Hernández se dio de bruces frente al Real Madrid en las semifinales de la Copa del Rey encajando un 0-4 que remitía a los tiempos más oscuros, la hinchada clamó por el regreso del capitán argentino de 35 años. Y lo hizo, cómo no, en el minuto 10, mucho antes de que llegara ese segundo tiempo donde el proyecto azulgrana exhibió graves carencias que ni en la dirección deportiva ni en el cuerpo técnico pasan por alto. Por mucho que el título de Liga, con 12 puntos de ventaja sobre los de Ancelotti a falta de 11 jornadas, se dé ya por descontado y la conquista de la Supercopa de Arabia sea reivindicada en el discurso.
Aunque mientras Messi espera impaciente en París para saber si los cantos de reconciliación de Laporta van realmente más allá del partido de homenaje prometido al patriarca Jorge, la dirección deportiva que comandan Mateu Alemany y Jordi Cruyff tendrá que tratar de echar tierra sobre los socavones abiertos. Porque la plantilla, notable con todos sus titulares en pie, se desfigura en la emergencia.
Pedri y Dembélé, el constructor y el agitador, llevan en la camilla desde febrero, perdiéndose la parte determinante de la temporada. Sin el canario, el Barça no tiene un solo futbolista que genere entre líneas. Sin el francés, pese a su desquiciante irregularidad, el desborde es una quimera. A ello se unió en el pasado clásico las ausencias de Frenkie de Jong, cuyo perfil expansivo nada tiene que ver con el de Sergi Roberto o Kessié, y sobre todo Christensen, a quien suele suplir Marcos Alonso, con graves carencias como central y señalado en el 0-1 que abrió el duelo frente al Madrid.
Habiendo perdido el club toda su esperanza en que Eric García pueda ser un defensa de garantías -la última idea es que pueda ejercer de mediocentro para no acabar de perderlo-, el Barcelona se ha convencido de la necesidad de contratar a otro central. El principal aspirante es Iñigo Martínez, sobre todo porque acaba contrato. Aunque hay una posición aún más prioritaria, la de ese lateral derecho donde Araujo y un menguante Koundé se van turnando pese a no ser ni uno ni otro los más apropiados para el puesto. Al cuerpo técnico le sigue encantando el argentino Juan Foyth, pero el club no está para pagar cláusulas. Ni por el defensa del Villarreal (54 millones de euros), ni por un heredero para Sergio Busquets, el prohibitivo centrocampista de la Real Sociedad Martín Zubimendi (60 millones). De ahí que Xavi insista tanto en la renovación de Busquets, quien valora continuar un año más.
El peso de Pedri
Tampoco será sencillo encontrar a un jugador que pueda tomar el peso del juego del equipo, algo esencial ante los continuos problemas musculares de Pedri y la nula confianza en Pablo Torre. La principal opción, otra vez sin traspaso de por medio, es la de Ilkay Gündogan, de 32 años y que acaba contrato con el Manchester City el próximo 30 de junio. Será también difícil resolver la pobreza atacante con otro delantero, con Raphinha, Ferran Torres y, sobre todo, Ansu Fati, en el escaparate. Por mucho que Alemany y Jordi Cruyff trataran de convencer al padre de este último, Bori Fati, de que el club no pretende traspasar a su hijo.
Robert Lewandowski, mientras, tiene contrato hasta el verano de 2026. Laporta, que llevaba años admirando su capacidad anotadora, no tuvo inconveniente alguno en firmarle un generoso contrato (unos 26 millones brutos de media), y también duradero pese a su edad (el próximo agosto cumplirá 35 años). Pero el polaco, aunque sus cifras sean aún las de un nueve referencial (27 goles en 35 partidos, por los 25 tantos en 31 encuentros de Benzema), no ha recuperado el nivel mostrado antes del Mundial de Qatar. No solo eso, su rendimiento en los duelos de altura (ha marcado un gol en los cuatro clásicos que ha jugado este curso contra el Real Madrid) continúa ofreciendo muchas dudas.