Vuelta a España
Con el vencedor del Tour, Kuss y Roglic, el conjunto domina la etapa reina de la Vuelta
Exhibición en rojo y amarillo. Rojo de líder, amarillo del Jumbo. Una operación perfectamente planificada y ejecutada. Un alarde de superioridad en la gestión escalonada de los ataques. El Jumbo es aplastantemente superior y quiere que se note, que se vea. Una obra de orfebres titánicos. Vingegaard ganó la etapa, Kuss, segundo, conserva el rojo y Roglic hizo tercero el día en el que Remco Evenepoel implosionó hasta reventar en lo que quizás le obligue a replantearse sus futuros objetivos.
Remco dobló la rodilla. Y lo hizo bien temprano, al comienzo de la subida al Aubisque. Una doble sorpresa, por total y por prematura. Y con él, aunque eso era menos importante, Joao Almeida. Esa fue la impactante noticia de un magnífico día de ciclismo. Una jornada digna de la grandiosidad del entorno. Desde donde partía la etapa, el Portalet no es gran cosa, un puerto de tercera con cuatro kilómetros de ascenso moderado. Pero como aperitivo era indigesto. Y puede que, de modo inopinado, le sentase mal a un Evenepoel que, luego, desde las primeras faldas del Aubisque ya no levantó cabeza. Estaba K.O desde el desayuno.
De pronto, la carrera experimentaba una conmoción. Y, como la ocasión la pintan calva, el Bahrein (¿apostando por Landa?) tomó cartas en el asunto y contribuyó a empezar a romper el pelotón en numerosos e irregulares pedazos. Michael Storer coronó en cabeza el Aubisque (16 kms. con una pendiente máxima del 13% y una media del 7%), de categoría especial, y formó con Landa, Elissonde, Kron y Rodríguez un grupito en vanguardia. Hacía calor y la gente sufría.
¿Cómo acabará el podio?
La escabechina del Aubisque acabó dejando por delante a una veintena de elegidos, en lo que constituyó el cogollo jerárquico de la etapa, a la espera de lo que deparase el Tourmalet: Kuss, Vingegaard, Roglic, Gesink, Kelderman, Mas, Ayuso, Soler, Landa, Vlasov, Caruso, Martínez, De la Cruz, Carthy, López, Buitrago, Rubio, Uijtdebroeks… Nótese, en la relación, el encabezado con el repóquer del Jumbo, el equipo que rige, que manda, que impone.
En el Spandelles, de primera, Gesink era una máquina de tortura en un asfalto rugoso que se agarraba a las cubiertas. Saltó Storer, en busca de los puntos y, de paso, aunque le daba igual, los seis segundos de bonificación. Sí le importaba a Vingegaard, que agarró cuatro. Y a Ayuso, que arrambló con dos.
Empezó el Tourmalet, también de categoría especial, 19 kms. de pendiente máxima al 13% y media al 7,4%. Por sí mismo es una pendiente inacabable. Si remata una jornada brutal, se convierte en un muro. Bajo la siempre sacrificada iniciativa de Gesink, empezó, gota a gota, hombre a hombre, la hemorragia.
Demarró Vingegaard a 8 kms. de la llegada. Atrás se jugaban luchas secundarias en el juego de tronos. La general la encabezan ahora los tres Jumbos: Kuss, Roglic y Vingegaard. Ayuso, cuarto, aguanta. Mas, quinto, también, pero menos. Queda carrera: el cierre, ya mismo, de los Pirineos con Larra-Belagua; las dos etapas asturianas, con el Angliru y la Cruz de Linares. E incluso la sierra segoviana.
Pero la impresión actual es que el Jumbo domina y la única incógnita reside en los posibles cambios de piezas en el podio.