Mundial de Baloncesto
España 69 – Letonia 74
La selección, gris toda la tarde en el Indonesia Arena, cae ante los letones tras anotar sólo 11 puntos en el último cuarto (69-74). Debe ganar a Canadá el domingo para estar en cuartos.
Llegada la primera hora de la verdad, tan ansiada y tan temida a la vez en este tipo de aventuras, España sacó a pasear todas sus debilidades para meterse en un buen lío. Esta celebrada Letonia que despejó a Francia de la hoja de ruta, a la que sustentan en Yakarta más de 3.000 aficionados dispuestos a la gesta, puso en evidencia las debilidades del grupo de Scariolo, derretido y derrotado, sin referentes ni alma, al que ya sólo una victoria ante la temida Canadá el domingo le salva de no quedar expulsada del Mundial en el que defiende oro. [Narración y estadísticas (69-74)]
Todo lo que pudo salir mal le ocurrió a España en el Indonesia Arena, una tarde para el olvido. Desenfocada desde el amanecer, espesa siempre menos en un suspiro en el tercer acto, ni los ases en la manga de Scariolo surtieron efecto esta vez. Tampoco hubo héroe que sustentara una ventaja lograda con más sudor que buen baloncesto, pero que el corazón de Davis Bertans y compañía remontó con demasiada facilidad. Donde menos se esperaba, en el partido que le hubiera otorgado el billete para los cuartos de Manila, la selección hizo aguas.
Y fue de principio a fin. La misión inicial era la de contrarrestar el ímpetu letón y para ello Scariolo introdujo a Alberto Díaz como novedad en el quinteto. Y la segunda era la de encontrar a Willy como principio de todas las cosas en ataque, pues Luca Banchi opta por un baloncesto dinámico sin torre, jugando con la versatilidad de guerreros como Rolands Smits o Rodions Kurucs. Con las fuerzas parejas, el amanecer estuvo marcado por la aspereza, por más errores que aciertos. Iba a ser la tónica.
Fallos en los tiros libres
Y sin triples. Novedad, sobre todo en los letones, que viven y mueren del perímetro, francotiradores sin complejos. La segunda unidad de Scariolo aportó el colmillo defensivo, pero le costaba despegar a la selección como a un avión de papel entre la polución de Yakarta. Aldama no logró aportar ofensivamente en la espesura de ese tramo, en el que la selección se chocaba contra el músculo letón.
Los fallos se sucedían de forma alarmante, también en los tiros libres, todo un lastre, con malas selecciones de lanzamiento y porcentajes terribles. Pérdidas insólitas, nervios. La selección sólo fue capaz de anotar 18 puntos en los 17 primeros minutos. Y los triples letones iban a aparecer tarde o temprano. Y con ellos, las primeras ventajas (18-25). Tuvo que tocar fondo España para resurgir. Antes de que la cosa fuera irreversible. Un tiempo muerto de Scariolo, Llull a los mandos, defensa y (¡al fin!) transiciones. Y los Hernangómez como ejecutores fugaces.
Ese parón de Scariolo, al que habían antecedidos sus gritos, fue como si a España la espabilaran con un vaso de agua helada al rostro. Un 9-0 de vuelta, un 14-4 hasta el descanso, ya con ventaja, con el alivio de haber dado con la tecla y con el único inconveniente de la tercera falta de Juancho.
Pero todas esas buenas intenciones quedaron arruinadas en el 1:14 de la reanudación. Fue volver a meterse en un charco, no haber aprendido la lección. Un 0-8 de pura falta de concentración. Aunque Letonia -que no cuenta con Porzingis y perdió en el torneo al Dairis Bertans– también vivía al límite, cargadísima de faltas. Con Rolands Smits (4) y Zagars (3) en el banquillo y la irrupción de nuevo del coraje del banquillo, España encontró un resorte.
En esos detalles se sustenta el plan de Scariolo. Sin ‘top players’ en su plantilla, como se encarga de recordar; con los dos que lo podrían ser, los Hernagómez, en el banquillo también penalizados por las personales. Sin Aldama y sin Núñez (los debutantes no disputaron ni un minuto en la segunda parte)… Pero aparece un tipo que sabe que está precisamente para esos ratitos, para agitar el árbol cuando nadie lo espera. Tampoco el rival. Darío Brizuela devino en terremoto, en la gasolina que cambó la cara de España para afrontar la recta de meta con algo de viento a favor (llegó a mandar 54-42, min. 29).
Pero era la tarde de la angustia. La selección se enredó como si no fuera consciente de las consecuencias. Despertó la muñeca de Bertans y acudió una sequía devastadora, atasco total, 11 puntos en todo el acto final (y 27 encajados). Con los Hernangómez olvidados en el banco, nadie parecía capaz de anotar en España mientras los letones se subían a las barbas sin pausa. Zoriks fue el elemento sorpresa y Claver era incapaz de parar a Bertans. Cuando se quiso dar cuenta, la selección estaba en un laberinto sin salida (65-70 a falta de 1:28).
Ni la vuelta desesperada de Llull y los Hernangómez, ni los fallos en los tiros libres de los trémulos letones ni el triple de Brizuela… España estaba k.o., su primera derrota en un Mundial casi nueve años después a manos de un rival al que todos habían dado por propicio.