Fue un triste espectáculo acrecentado más por el nombre que por la persona, por las palabras que por los hechos. No hubo pelea. Mike Tyson no quiso o no pudo y Jake Paul decidió respetar a la leyenda. No quiso humillarla. Tyson ya no es la persona más mala del planeta, no se le acerca porque la edad, como muchos intuían, no perdona. Pese a que Paul hablara del miedo que le tenía y fuera haciendo rodar la bola de nieve, ésta se derritió en el contacto con los focos del AT&T Stadium de Texas.
Sobre el papel hacían falta agallas para subirse a un ring ante un “asesino nato”, como el propio Tyson se califica. Había que ser muy osado para desafiar al que fuera el campeón de boxeo más joven de la historia con tan solo 20 años y cuatro meses y había debutado como profesional con apenas 18 años. Pero, cuando Mike Tyson subió poco después de las 6 de la mañana españolas al cuadrilátero ya habían pasado casi 40 años de aquello y otros 20 desde su último combate.
Jake Paul nació el año en que Tyson arrancaba un trozo de oreja a Evander Holyfield en su revancha del MGM Grand de Las Vegas. Iron Mike no era ya el boxeador que llegó a encadenar 19 victorias seguidas por ko y, desde luego, no lo era esta madrugada del viernes al sábado en que por 80 millones de dólares decidió volver al ring en una pelea profesional, 7.097 días después, retado y finalmente apalizado por el youtuber.
A las 6.03 de la mañana en España volvían los pies de Mike Tyson a pisar un ring. Esos que pisó Paul en el careo de la pelea y que le costó al youtuber un bofetón que dio la vuelta al mundo. Ya no había espacio para bofetones, serían los guantes de 14 onzas, 4 más de los habituales, los que marcarían la contienda de ocho asaltos de dos minutos, que fue calificada de “circo” por muchos expertos y para la que Tyson debió de pasar unas pruebas especiales de la Comisión de Texas para poder pelear. Los expertos no se equivocaban.
Ambos en poco más de 103 kilos, Paul contaba con un mayor alcance que Tyson, unos 12 centímetros, además de mayor altura cosa que aprovechó en los 16 minutos de combate. Ventajas nada desdeñables si se suman a la edad de ambos, 58 contra 27 años, lo que hacía presagiar que el de Brooklyn buscaría finalizar al chico problemático en los primeros asaltos frente a las 80.000 gargantas que jaleaban en el AT&T Stadium.
Así, empezó Paul el primer round precavido, especialmente después de recibir el primer jab de Tyson, como sorprendido por la potencia del neoyorquino. El youtuber combinó huidas con abrazos hasta que pudo soltar su primer crochet de derechas, que sintió el ex campeón. Después, fueron más los golpes al cuerpo que los que buscaron la cabeza del oponente. Se querían quitar el aire mutuamente.
Las fuerzas de Tyson tanto físicas como psicológicas no pasaron del segundo asalto. Tampoco su coordinación, propia de un señor de 60 años. Una vez Paul perdió el miedo a la leyenda, comenzó a bailar a su alrededor y a golpearle sin oposición. Combinaciones sin respuesta, ganchos y jabs sin defensa pese a que Tyson se mantenía mordiendo el guante para, probablemente, recordar el mantener la guardia alta y evitar ser noqueado.
Ese y no otro pareció el objetivo de Tyson en la pelea. Si no, no tiene explicación que, en ocho asaltos, apenas conectase 18 golpes y lanzase 97, por los 78 de 278 de su rival. Era una auténtica paliza, pero con el respeto del niño a la leyenda, de la persona el mito. Eso fue lo único que evitó que el de Brooklyn besara la lona, aunque se tambaleó en un par de crochets de derecha de Paul.
“Estoy contento” decía Tyson tras ver como el árbitro de la contienda, Mark Calo Oy, elevaba el brazo de Paul por decisión unánime de los jueces. “No tengo que probar nada ante nadie, solo a mi”, expresaba el ex campeón. Desde luego no lo hizo, hasta el punto de que el propio Paul continuó con su respeto a Iron Mike diciendo que seguía siendo “la persona más mala del planeta”. “Intenté hacerle daño, pero tenía miedo de que me lo hiciera a mi”, concedía el youtuber ante un atónito público.
Gran combate femenino
Venía el show del verdadero gran combate de boxeo de la noche, la revancha entre Katie Taylor y Amanda Serrano por el título indiscutido de los pesos superligeros. Dos peleadoras muy duras con cartillas casi inmaculadas. Un combate que fue marcado por una terrible brecha en la ceja de la puertorriqueña, que el equipo médico decidió ignorar. La irlandesa, que fue la responsable del corte tras uno de los múltiples cabezazos, perdió un punto por seguir usando la misma táctica durante los 10 asaltos. Pero le sirvió, porque Taylor mantuvo sus tres cinturones ante una atónita Serrano por decisión unánime pese a que la puertorriqueña conectó 100 golpes más.
La velada, segundo gran evento retransmitido por Netflix en abierto para sus suscriptores, tuvo muchos problemas de emisión. Hubo varios cortes, probablemente debido a la expectación que generó esta velada entre los más de 282 millones de abonados que cuenta la plataforma en todo el mundo. No todos los días se podía presenciar la vuelta de un mito al cuadrilátero y otras leyendas como Shaquille O’Neal o Robert Gronkowski, tetracampeones de la NBA y NFL respectivamente, así como multitud de actores y personalidades quisieron verlo en directo.
Disfrutaron poco. Aquello, como se presagiaba, no fue un combate de boxeo pese a que contara como tal. De hecho, Paul eleva a 11 sus triunfos y Tyson suma 7 derrotas de manera oficial. “No creo que sea mi última vez”, sorprendía Tyson al finalizar el combate y retaba al hermano de Paul. “Te mato”, respondía Logan. Visto lo visto, hay que creer más al youtuber que a aquel boxeador que lleva desde 2011 en el salón de la fama.