Tres años después, el líder de Honda saldrá desde la primera posición de la parrilla con Fabio Quartararo y ‘Pecco’ Bagnaia muy atrás
Marc Márquez, en el circuito de Motegi.TOSHIFUMI KITAMURAAFP
El debate era lícito, incluso obligado: ¿Cuál es el nivel de la nueva generación? Después de las retiradas de Valentino Rossi, Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa y de la lesión de Marc Márquez era imposible ponderar a Fabio Quartararo y ‘Pecco’ Bagnaia, su velocidad, su precisión, su valentía. Ahora el regreso de Márquez ha resuelto la duda. Pese a los dos años de lesión, de sus dolores en el brazo derecho, el seis veces campeón de MotoGP sigue siendo más rápido que los jóvenes y apenas ha necesitado un par de días para confirmarlo.
Este sábado, en su segunda clasificación después de tres meses de parón, Márquez consiguió la pole, el primer puesto en la parrilla. No importó que el circuito fuera a derechas, es decir, que exija más a su brazo maltrecho. No importó que su Honda sea con diferencia la moto más lenta del Mundial. Con la lluvia como amiga, el español volvió a la posición de honor .
La tablet de las estadísticas molestaba a Juan Carlos Ferrero, que ni podía sentarse bien porque la tenía delante ni quería encenderla. En la mayoría de partidos, los entrenadores suelen echar un vistazo a los números que ofrece la ATP, pero este viernes el técnico de Carlos Alcaraz no tenía ninguna necesidad. ¿Para qué? En el último partido de la fase de grupos de las ATP Finals ante Alexander Zverev, su pupilo estaba sufriendo un asedio y no hacía falta que los datos lo corroborasen.
Mirar el aparato sólo le hubiera servido para saber que el rival del español estaba sacando mejor que nunca, que ya es decir: máximas de hasta 232 km/h y, lo que es peor, una media de 221 km/h en sus primeros, una barbaridad. Por dimensionar, el mejor saque de Alcaraz fue exactamente a esos 221 km/h de velocidad. Ante ese bombardeo, sólo quedaba la defensa, la resistencia, el aguante; ante ese bombardeo, sólo quedaba la desesperación.
Carlos Alcaraz, en el descanso entre sets ante Zverev.MARCO BERTORELLOAFP
Perdió Alcaraz por 7-6(5) y 6-4 y quedó eliminado del torneo en un partido en el que lo intentó todo y nada le funcionó. "Lo primero que pienses, ve con ello. ¡Convencido!", le reclamaba Ferrero, que viendo que su tenista no encontraba soluciones le proponía una. En el tie-break del primer set, el momento más decisivo del partido, se colocó muy atrás en la pista para intentar restar a Zverev, para como mínimo poner la pelota en juego.
El tie-break decisivo
"Sólo quiero meterla dentro", se repetía Alcaraz, pero seguía una táctica complicada. El español no es un especialista de la retaguardia, lo suyo es el ataque, y su rival tampoco se lo ponía fácil. En esa muerte súbita retrasarse al máximo en la pista le sirvió en un par de puntos, pero finalmente Zverev impuso su cañón para llevarse el periodo.
Zverev celebra su victoria ante Alcaraz.MARCO BERTORELLOAFP
En la vuelta a su banquillo, Alcaraz se gritaba consciente de la oportunidad perdida. Hasta llegar a ese tie-break había salvado siete bolas de break -una de ellas de set- y tener otra opción de ganar sería complicado. Un dato lo demostraba: en los últimos tres partidos, en cinco horas de juego en pista, Zverev no había concedido ni una sola oportunidad de ruptura y eso que se había enfrentado a Ugo Humbert, Andrey Rublev y Casper Ruud, es decir, a tres jugadores en el Top 15 del ranking mundial. En ese segundo set, Alcaraz lo logró, con 3-2 se fabricó dos bolas de break, pero no pudo aprovecharlas y el partido murió ahí.
Con su segunda derrota, Alcaraz cerró un participación honrosa en las ATP Finals. En las peores condiciones posibles para él -pista dura indoor- y con problemas físicos por culpa de un resfriado persistente, apenas jugó en su debut ante Casper Ruud y no se rindió en el segundo ante Andrey Rublev. Con las Finales de la Copa Davis del adiós de Rafa Nadal como objetivo histórico, ahora tiene tres días para rehacerse de uno de los mayores asedios sufridos en su carrera y recuperarse del todo.
Hay bolas que ya están muertas, su trayectoria lleva irremediablemente a segundo bote, cuando Carlos Alcaraz aparece, las rescata, las eleva y las convierte en arte. A veces es incomprensible; en realidad, siempre se entiende. Vuela el español en el Open de Australia más rápido que nunca, más rápido si cabe para alcanzar los cuartos de final por segunda vez consecutiva. Ante Novak Djokovic -que este domingo venció a Jiri Lehecka por 6-3, 6-4 y 7-6(4)- se revivirá el duelo intergeneracional después de las últimas finales de Wimbledon y de los Juegos Olímpicos de París con un condicionante: la actual frescura en las piernas de Alcaraz.
Su tenis alberga todavía ciertas dudas, la adaptación a los cambios realizados en la pretemporada está a medias, pero con esas piernas parece inalcanzable. Ante Jack Draper, en octavos de final, apenas necesitó una hora y media para superarle por 7-6 y 6-1 antes que el británico se retirara extenuado y dolorido.
Era un desenlace previsible, pero había que empujar a Draper al abismo. El británico, amigo de Alcaraz, que ha llegado incluso a compartir su lema -cabeza, corazón y cojones-, había acumulado en las tres rondas previas en Melbourne un desgaste exagerado y apareció en la Rod Laver con las fuerzas justas. Llevaba tres victorias en cinco sets y más del doble de horas de juego que el propio Alcaraz. Pero tampoco quería rendirse desde un inicio. En el primer set, con su habitual juego de saque y derecha tuvo sus oportunidades e hizo temblar a Alcaraz. No en vano ya le había derrotado el año pasado en Queen's, aunque sobre hierba, una superficie propicia.
"No quería ganar así"
Hubo momentos de peligro. Pese a romper pronto el servicio de Draper, Alcaraz pudo complicarse la jornada, incluso el torneo, después de una discusión con el juez de silla, el irlandés Fergus Murphy, que le llevó a dobles faltas consecutivas y a un break en contra. Para entonces el español ya sumaba demasiados errores no forzados -acabó el set con 21 por 21 'winners'- y la distracción podría haber ido más allá; Draper llegó a estar con 5-5 y 0-30 a favor. Pero Alcaraz supo enmendar lo ocurrido, arreglar el marcador y, tan eléctrico como se encuentra, llevarse el set y el partido.
"No es la manera en la que quería ganar. Obviamente estoy contento, pero al mismo tiempo un poco triste por Jack. En la pretemporada ya sufrió una lesión que no le permitió preparar bien la temporada y no hay podido estar al máximo", comentó Alcaraz, que confesó que v ería el partido de Djokovic mientras recibe tratamiento de su fisioterapeuta, Juanjo Moreno, y dejar entrever que le gustaría medirse con él."Este joven llamado Novak Djokovic parece que juega bien", ironizó primero y finalizó: "Hemos jugado unas cuantas veces y siempre ha sido emocionante".
Carlos Alcaraz trastea con su Instagram mientras batalla contra el recuerdo de Rafa Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer; anhela comer los domingos con su familia y al mismo tiempo soporta la comparación con Jannik Sinner; sueña con vivir tranquilo y sueña con ser una leyenda. Es complicado. A sus 21 años, ha ganado cuatro Grand Slam y ya es uno de los mejores de la historia, pero apenas tiene respiro. En los últimos meses, Alcaraz ha descubierto las exigencias de ser Alcaraz, la presión externa, todo a lo que tiene que renunciar, y eso le está afectando, pero este domingo encontró un brillante consuelo: levantó su primer Masters 1000 de Montecarlo, su segundo título de la temporada.
«Ha sido un mes difícil, he vivido situaciones complicadas y estoy orgulloso de cómo lo he gestionado. Me ha costado tanto dentro como fuera de la pista, pero el trabajo ha valido la pena. No quiero explicarlo en público, pero me ha costado encontrar la forma de jugar al tenis, de centrarme en las cosas importantes», confesó de forma enigmática, aunque ya había insinuado las razones de sus desvelos.
Pese a su juventud, su carrera está en una encrucijada. Es ahora, con números de récord, reconocimiento en todo el planeta y un rival antológico, cuando debe decidir si quiere ir a por todo o si se va a quedar a medias. Para lo primero deberá acostumbrarse a las opiniones ajenas y convertirse en un esclavo del tenis como sus predecesores. Para lo segundo, ya tiene las condiciones necesarias. No hay duda de que ampliará su cuenta de seis títulos de Masters 1000 y 18 en la ATP, pero sí que aguantará el ritmo del Big Three o incluso de Sinner.
La estrategia de Musetti
En Montecarlo, esta semana, Alcaraz demostró que su tenis en tierra batida es incontestable, que no hay nadie que le pueda ganar, que puede ejecutar todos los golpes posibles y también evidenció su falta de estabilidad. Tan pronto acumulaba puntos mágicos, como aquel globo entre las piernas que le clavó a Daniel Altmaier, como un montón de errores no forzados. El año pasado en Roland Garros y en los Juegos Olímpicos de París 2024 su juego era más consistente, pero todavía no había conocido la peor cara de su sueño. Ahora debe rearmarse.
SEBASTIEN NOGIEREFE
En su triunfo en la final ante Lorenzo Musetti por 3-6, 6-1 y 6-0, los vaivenes de Alcaraz fueron notables. En el primer set jugó algunos de sus peores puntos del curso -sumó 12 errores casi consecutivos-, a partir del segundo set, se reencontró y al final la extenuación de su rival negó el espectáculo. En dos de los cuatro partidos previos, Alcaraz había tenido que jugar tres sets, pero Musetti venía de dos palizas consecutivas ante Stefanos Tsitsipas y Álex de Miñaur -llevaba cuatro horas más en pista- y eso marcó el encuentro.
El italiano, un tenista en el mejor momento de su carrera, que este lunes se presentará a las puertas del Top 10 del ranking ATP, planteó el encuentro de la única manera posible, a la defensiva, y casi le funciona. Su intención era devolver las máximas bolas posibles y esperar a ver qué hacía Alcaraz y Alcaraz al principio falló demasiado. Por un exceso de precipitación, el español regaló ese periodo inicial y se complicó la final. Pero después reaccionó. Como le reclamaba su entrenador esta semana, Samuel López, se centró en poner la pelota en la pista y empezó a jugar. Ahí se acabó la competición, más con el cansancio de Musetti.
SEBASTIEN NOGIEREFE
Una fiesta y unas vacaciones
«No es la manera en la que quería ganar. Me siento mal por Lorenzo. Acabar un torneo así no es fácil», comentó, de entrada, Alcaraz, que luego admitió su desgaste psicológico en los últimos tiempos. En la gira americana, con su derrota en semifinales en el Masters 1000 de Indian Wells y en su debut en el Masters 1000 de Miami, el número tres del ranking sintió el peso de la obligación de recortar puntos en el ranking ATP al sancionado Sinner y poco después sintió la incomprensión de sus propios seguidores.
Una fiesta con el jugador de la NBA Jimmy Butler en Miami y unas vacaciones con su familia que ya tenía programadas le llevaron a recibir muchos comentarios negativos en las redes sociales y eso le dolió. En Montecarlo, raro en él, habló sobre los «aficionados que siempre quieren que llegue a la final» en clara referencia a las críticas leídas. Alcaraz ha descubierto las exigencias de ser Alcaraz y es complicado, pero su leyenda depende de que lo acepte.