Tadej Pogacar cierra la temporada a lo grande: tercera victoria consecutiva en Lombardía

Tadej Pogacar cierra la temporada a lo grande: tercera victoria consecutiva en Lombardía

Il Lombardia

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El esloveno suma otro Monumento a su palmarés tras un ataque a 30 kilómetros de la meta. Bagioli y Roglic completan el podio. Carlos Rodríguez, séptimo.

Pogacar celebra su victoria en Lombardía.MARCO BERTORELLOAFP

Fue una larga y lógica espera hasta que, en el Passo di Ganda, se decidió todo con Tadej Pogacar, rey de reyes, mostrando sus irrebatibles argumentos en un día luminoso y cálido, presidido por la noticia de la ruptura de las negociaciones para la cantada fusión-absorción del Jumbo y el Soudal.

Hacía calor, sí. El “Quinto Monumento” sigue siendo el “Quinto Monumento”. Pero “la Carrera de las Hojas Muertas” ha sido este año “la Carrera de las Hojas Moribundas”. En un otoño que no acaba de aparecer, sometido a un verano prolongado, las hojas no terminan de morir. Languidecen. Agonizan. Pero no mueren.

Con sus 238 kilómetros y sus 4.400 metros de desnivel, Lombardía es, en conjunto, una clásica más dura que San Remo, Roubaix, Flandes y Lieja. Al igual que en ellas, por otra parte, se sucedieron las escaramuzas de rigor, más o menos numerosas, más o menos duraderas, hasta que llegó el instante de la verdad, a la hora de la verdad y con el campeón de verdad: el mencionado, el esperado, el decisivo Passo di Ganda (9,2 kms. al 7,3%), en la parte final de la carrera, donde también se acumulaban el Passo della Crocetta y otras cuestas respetables.

Evenepoel no figuraba en la pomada. Se había caído nada más empezar a pedalear, tras la salida en Como. Está gafado en Lombardía. Hace tres años “voló” por encima de un parapeto, en el Muro di Sormano, al final de la prueba. Esta vez se fue al suelo al comienzo. Dolorido, dirigió, sin embargo, el segundo grupo de perseguidores y, además, les disputó victoriosamente el sprint. Tiene tanta raza como clase. Y amor propio, que es la forma más noble y admisible de egolatría, ese amor a uno mismo. Con él se había caído Enric Mas, que abandonó. Más tarde, Mikel Landa ‘besó el asfalto’. Aparte de sus capacidades y limitaciones, estos dos tienen mal fario.

El Emirates de Pogacar había sucedido al Jumbo de Roglic en el control de la carrera. Sin levantarse del sillín, Tadej atacó en la parte más dura del Ganda. Se le unió Vlasov y, más tarde, Roglic, Carlos Rodríguez, los hermanos Yates, Vlasov, Bagioli y Carapaz. Coronaron, pues, el Passo y Pogacar, volvió a atacar nada más comenzar el muy técnico descenso. Sorprendió a sus compañeros. No esperaban algo así. Y si lo esperaban, no era en ese momento y en ese punto, cuando hay que tomarse un respiro después del extremo esfuerzo de la subida. Los metros que cogió Pogacar en esas precoces e inopinadas curvas resultaron decisivos. “Ipso facto”, el esloveno estableció entre él y la jauría de machos alfa una diferencia cronológica y otra psicológica. Ambas insalvables. Sorpresa. Una carrera esencialmente cuesta arriba ganada cuesta abajo.

Pogacar, en plena escapada.MARCO BERTORELLOAFP

En un momento de su cabalgada, Pogacar pareció sufrir calambres. No llegó la sangre al río. Mantuvo las diferencias. Y, en el repecho final del Colle Aperto, en la hermosa Città Alta de Bérgamo, entre murallas medievales y renacentistas, y murallas humanas de entusiastas aficionados, empapado en sudor, pero relajado, saboreó la gloria. Ganaba su tercera Lombardía consecutiva. Y su segundo “monumento” de la temporada, luego de su triunfo en Flandes. Era, por añadidura, su 17º victoria del año. Tras él, Bagioli y Roglic. En séptimo lugar, Carlos Rodríguez.

Inmenso más que enorme, grandioso más que grande, Pogacar volvió a dar una exhibición de clase y sabiduría. Con 25 años, sólo su futuro es más esplendoroso que su presente.

kpd