LaLiga Santander
Valladolid 3 Barcelona 1
El futbolista brasileño del equipo azulgrana, con el puño en alto, homenajea a su compatriota y estandarte del Real Madrid
Raphinha salió del terreno de juego de Zorrilla con el puño en alto. Bajo la camiseta del Barcelona, un mensaje de apoyo a su compatriota Vinicius, la misma letra del War de Bob Marley que lleva tatuada en el muslo el estandarte del Real Madrid, engullido por el racismo. Una imagen ya icónica para la historia de la Liga, y que debe servir para que los colores y las bufandas dejen de corromper la lacra.
El episodio dio lustre a un partido en el que el guion parecía escrito. Nada tiene que ver jugarse la vida con defender el prestigio. Ni siquiera la aspiración por un puñado de récords iguala el miedo al abismo. El Valladolid venció al Barcelona porque donde los blanquivioletas veían demonios de los que huir, los azulgrana veían ombligos de los que cuidar. Ter Stegen encajó dos de los tres goles (ya son seis en los últimos tres partidos y no puede volver a ser batido si quiere superar a Liaño como el mejor Zamora de siempre), y el campeón sumó su segunda derrota consecutiva. El alivio vallisoletano fue de aúpa, alejado por ahora de los puestos de descenso donde quedan incrustados Getafe y Espanyol.
Había algunos asuntos a los que atender. Ya fuera la insistencia de Xavi Hernández en acelerar la reconversión de Eric García como mediocentro, ya fuera la primera titularidad de Pablo Torre en la Liga. El centrocampista cántabro de 20 años apenas había disputado hasta la fecha 57 minutos repartidos en seis partidos. Una participación residual de la que Xavi nunca tuvo dudas, convencido de que el chico no merecía más. Síntoma de los peligros de una expectativa mal gestionada. Pablo Torre, pese a ser de los azulgrana más activos del primer acto, no salió de la ducha tras el entretiempo.
Christensen remite a Spasic
Por entonces el Barcelona, por mucho que un motivado Raphinha probara la estabilidad de Masip, ya perdía 2-0. Aún despertaba el partido cuando Christensen ya se había marcado en propia puerta con un cabezazo que remitió al del desdichado madridista Spasic en el clásico del Camp Nou de 1991. Y el Valladolid no tardó en ampliar la ventaja después de que Ter Stegen interpretara mal una salida y Eric García correspondiera al despropósito con un penalti a Gonzalo Plata. Larin no falló desde los once metros.
Xavi, una vez Ter Stegen no pudo sumar una muesca más a su cifra de porterías a cero (25, a una de Liaño), concedió el segundo tiempo a Iñaki Peña, que llevaba toda la temporada esperando. Fue éste quien recibió el tercero de Plata tras validarlo el VAR -Eric rompía el fuera de juego-, y quien vio estrellar dos balones en el poste brindados por el propio Plata y Rosa. El Barça no dijo ni mu, por mucho que Lewandowski sí cumpliera con su parte aclarando el Pichichi con sus 23 goles en la Liga (17 para Benzema).
Pero en el recuerdo quizá no quede nada de eso. Y sí la escena del minuto 63, cuando Raphinha, sustituido, se quitó la camiseta, apretó el puño y recordó a Vinicius que el racismo no se discute, se combate.