Entre el éxtasis por su victoria el martes en primera ronda de Wimbledon ante la vigente campeona, Marketa Vondrousova, la española Jessica Bouzas recordó que viéndola por televisión estaba su ídolo, Garbiñe Muguruza, y se emocionó todavía más. “Precisamente hoy he visto un comentario suyo en una entrada mía de Instagram. Ha sido pura casualidad. Estaba comiendo y he pensado: ‘No debe ser ella, es una cuenta falsa’. Pero no, no, lo comprobé y era ella”, comentaba la joven de 21 años, de repente la sensación del Grand Slam londinense.
Este jueves, en segunda ronda, se enfrentará a la también española Cristina Bucsa y, al revés que hace sólo 48 horas, muchos aficionados ya estarán observando sus golpes. Porque Vondrousova, sexta del ranking mundial, no llegaba al All England Club en su mejor forma, demasiados altibajos -pese a sus recientes cuartos de final de Roland Garros-, demasiado dudas, pero igualmente el triunfo de Bouzas supuso un terremoto para el torneo. Sólo una campeona el año anterior había caído tan pronto, Steffi Graf en 1994; tanta es la importancia de la gesta.
“Cinco cosas que no sabías de Jessica Bouzas”, titulaba este miércoles la web del circuito WTA y entre esas cosas varias curiosidades. Por ejemplo, los siete tatuajes que luce en su cuerpo, uno de ellos, un ‘Shhhh’ en un dedo como reivindicación adolescente: silencio, a callar. Por ejemplo, su pasión por los caballos, una obsesión infantil que ha acabado transformando en hobbie en su vida adulta. O por ejemplo, las ganas que tiene de vivir las Festas de San Roque de su pueblo, Vilagarcía de Arousa, que se celebran a mediados de agosto y siempre le pillan en plena gira americana de cemento.
Este año es su año
Más allá de eso, Bouzas ejemplifica que entre la crisis generacional del tenis español sigue sobrando talento y que el trabajo de las escuelas del país volverá a florecer en algún momento. Futbolista de niña, su padre le animó a probar el tenis en el Club de Tenis O Rial y se enganchó tanto que a los 13 años ya estaba haciendo las maletas para instalarse en la Academia David Ferrer de La Nucía. Allí, lejos de la lluvia de Galicia y plenamente profesionalizada, destacó como junior y empezó a visitar torneos Futures. En poco menos de dos años, entre 2021 y 2023, ganó en 11.
Pero le faltaba el salto entre las mejores del mundo que llegó esta primavera. En cuestión de semanas ganó su primer torneo WTA 125 en Antalya (Turquía), entró por primera vez en el Top 100 del ranking mundial y eliminó a Paula Badosa en primera ronda del Mutua Madrid Open. Su triunfo ante Vondrousova, su primer triunfo en un Grand Slam, en realidad sólo era un paso más en una progresión que debería llevarla a cimas más altas.
“Sabía que ella sentiría mucha presión como defensora del título y soy consciente de que las primeras rondas siempre son complicadas para las favoritas. Yo intenté no pensar en ello cuando estaba en pista, procuré centrarme en mí misma y jugar muy suelta, sabiendo que no tenía nada que perder”, analizó la española que ahora debería afianzarse en el ranking y en la élite. Con un juego agresivo, asimilable al estilo de Muguruza pese a la diferencia de altura, Bouzas promete un porvenir esperanzador.
Después de la retirada de Muguruza y entre los problemas de Badosa por culpa de la espalda es lo que necesita el tenis español. A los cercanos Juegos Olímpicos de París, por ejemplo, sólo acudirán dos representantes, Sara Sorribes y Bucsa, con más opciones en el cuadro de dobles que en el torneo individual. Bouzas ejemplifica que entre la crisis generacional del tenis español sigue sobrando talento y que el trabajo de las escuelas del país volverá a florecer en algún momento