El pebetero olímpico volverá a alzarse con todo su esplendor sobre el jardín de las Tullerías del 23 de junio, y así durante todos los veranos hasta los Juegos de Los Angeles, por gentileza del COI y como símbolo del espíritu olímpico que aún empapa París, dispuesta a “jugar el tiempo extra” para prolongar aquella inolvidable sensación.
Por aclamación popular, el globo aerostático con la “llama olímpica” diseñado por Mathieu Lehanneur, iluminará de nuevo las noches parisinas gracias al efecto creado por 40 luces LED y agua nebulizada. Su vuelta a las Tullerías, con decenas de eventos culturales en su entorno, durará temporalmente hasta 14 de septiembre, marcada como nueva fiesta nacional del deporte y la inclusión.
El destino final del pebetero está aún en el aire, como lo estuvo en su día la torre Eiffel, diseñada para la Exposición Universal del 1889 como una estructura temporal que iba a durar no más de veinte años. El Hangar y en Meudon, diseñado por el propio Gustave Eiffel para albergar zepelines, se baraja como el “garaje” definitivo del pebetero, que podría volver a brillar como una segunda luna sobre París en momentos especiales.
Para saber más
En cualquier caso, la llama olímpica parece dispuesta a prolongarse en el tiempo. Jouez les prolongations es el precisamente el lema elegido para la campaña que aspira relanzar el París post-olímpico y reivindicar para Francia el título del país más visitado del mundo (codeándose en el podio con España). El tirón de los Juegos sirvió para elevar el listón hasta los 100 millones de turistas extranjeros en el país a lo largo del año olímpico.
“El 2024 está ya grabado en la historia como un año excepcional para Francia”, certificó la ministra de Turismo Nathalie Delattre en un acto celebrado en la torre Eiffel, por la que pasaron en el 2024 cerca de siete millones de turistas (el 7% españoles). “El 2025 ha arrancado con un aumento del 8% de las llegadas aéreas internacionales”, certificó la ministra, gracias sobre todo al impulso de los visitantes de Canadá, Brasil, Japón, China y los países nórdicos (y a pesar del estancamiento de los turistas estadounidenses, que el año pasado fueron los primeros).
“Los Juegos de París fueron mucho más que un evento deportivo”, agregó Nathalie Delattre. “Por primera vez en la historia, los Juegos salieron de los estadios y se disputaron junto a la torre Eiffel, en La Concorde, el Gran Palais… Fueron una gran celebración popular y una inmejorable ocasión para mostrar al mundo nuestro patrimonio cultural. Más de 5.000 millones de espectadores fueron testigos y más de 11 millones de visitantes de 222 países pasaron por la región de París, que se ha beneficiado enormemente”.
Los baños en el Sena (a partir del 5 de julio), la red de carriles-bici que supera ya los mil kilómetros o la extensión del metro al Gran París son ya parte del “legado” de los Juegos, así como el Centro Acuático de Saint-Denis (una referencia mundial de construcción sostenible) o el Prisme de Bobigny (el mayor hub deportivo para discapacitados, estrenado por los atletas de los Paralímpicos). Se estima que las emisiones de CO2 fueron la mitad de los Juegos Olímpicos de Londres, con el 100% de la energía para las instalaciones deportivas provenientes de renovables.
La la ministra de Turismo, Nathalie Delattre (c), en el acto de la agencia de desarrollo turístico Atout France.
A la trilogía de Libertad, Igualdad, Fraternidad, la agencia de desarrollo turístico Atout France aspira a añadir la de “sostenibilidad”, con la mirada puesta en los Juegos de Invierno del 2030, y con los Alpes convertidos en el segundo polo de atracción del país después de París. El 80% de los visitantes del país se concentran el 20% del territorio, de ahí el empeño en diversificar la oferta y ensanchar la geografía.
En ciertos momentos del día, la saturación turística toca techo en los alrededores de Notre-Dame, que con 30.000 visitantes al día ha recuperado desde su reapertura el diciembre el título del monumento más visitado de Francia (los Juegos sirvieron por cierto para iluminar otra joya del gótico en el Gran París, la basílica de St. Dennis, considerada por expertos como “la abadía de Westminster” francesa).