No le gusta hablar de éxito o fracaso, sino de “logro” y “no logro”. Se dice exigente pero algunos deportistas retirados le tratan como si fuera su tío. Vive sus quintos Juegos Olímpicos presenciales siempre en segundo plano y dispuesto a aparecer si hace falta. “Esto es muy duro, llevo muchos días durmiendo poco, cuando vas con varios deportes se te solapan, pero todo merece la pena”. El psicólogo Pablo del Río (Torrearévalo, Soria, 1955) llegó
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Desde su altura superior a 1,90, Pablo Bouza camina sin apresurarse, fijando la mirada unos metros por delante del suelo que pisa. Jugó con Argentina el Mundial de 2003 y ha participado en otros como entrenador asistente, primero de los Pumas y después de Uruguay. Desde hace quince meses vive en España, "muy contento" pese a la lejanía de la familia, su primera experiencia como seleccionador. "El desafío de clasificar un equipo al Mundial, eso fue lo que me llamó", afirma en conversación con EL MUNDO.
Un reto que se ha convertido para muchos aficionados en casi una obsesión porque los Leones sólo han participado hasta ahora en el lejano mundial de 1999. También por el sobrepeso de las decepciones. La selección masculina se clasificó para los dos últimos bajo la dirección de Santiago Santos y las dos veces fue descalificada por alineación indebida. "No quedan muchos, pero los que estuvieron sí lo sienten", dice Bouza y pasa página. "No hablamos del pasado".
El Mundial de Australia 2027 crece de 20 a 24 conjuntos y la federación internacional amplía a cuatro las plazas en juego en el llamado Campeonato de Europa. Ocho equipos en dos grupos de cuatro. Una sola vuelta en febrero; es decir, tres partidos. Y acceso directo al Mundial para los dos primeros de grupo. El resto luchará en marzo por la quinta plaza, que da opción a la repesca. Una clasificación exprés con una fecha clave, el 2 de febrero.
Con las 6.000 entradas agotadas, este domingo España recibe en Madrid (12:45, Estadio Nacional Complutense y Teledeporte) a Países Bajos. Como el grupo lo completan Georgia, favorita, y Suiza, a priori inferior, el ganador del choque tendría medio billete. "El partido es muy importante", insiste Bouza, pero rechaza que el camino, aun corto, sea fácil. "Hoy el rugby tiene muchas variables, hay más situaciones en que los árbitros pueden sacar tarjeta roja...". El quince neerlandés ha subido de nivel. Hace un año en Amsterdam estuvo a punto de ganar por primera vez a los Leones y el seleccionador ve hoy a ambos conjuntos "parejos".
"Países Bajos tiene muy buen juego con el pie, un pie largo, y también un pack de forwards [una delantera] grande, va a ser muy muy duro", analiza Bouza. Cuando se le pregunta por el contrario, responde con su equipo. "Me gusta hablar de lo mejor que podemos hacer nosotros". Si se le cita la palabra "favorito", la rechaza y ofrece otra. "Tenemos que tener mucha confianza". Aunque España parezca superior en el juego a la mano, no quiere retroceder en el cuerpo a cuerpo. "El contacto físico va a ser fundamental". Lo aprendió como jugador. "Lo peor de todo es sentir que uno en el contacto no está bien".
Precisamente para progresar en ese combate la selección española se ha enfrentado desde el verano a cinco rivales muy físicos, casi todos mundialistas: Samoa, Tonga, Uruguay, Fiyi y Estados Unidos. Cosechó dos victorias y tres derrotas pero tuvo opciones en casi todos los partidos. Cayó 19-31 ante un equipo de la élite como Fiyi, al que fue ganando 50 minutos. "La identidad de este grupo es competir, el equipo pone el cuerpo, responde, que esté por encima de lo que puede es lo más difícil como entrenador".
Javier BarbanchoEL MUNDO
El seleccionador espera que esta preparación marque la diferencia. "Sólido" es el adjetivo que repite sobre su quince. "Que tenga buenas formaciones fijas, una gran defensa y, cuando llegas a la 22, hacer puntos". Sorprende con una ironía, "no sé qué es jugar lindo", en un discurso sin frases rotundas ni estridencias.
Pablo Bouza no esconde que está "muy contento" con el staff -que heredó de Santos-, con "la entrega tremenda" de sus hombres, con la defensa y la melé. Tiene los pies en el suelo y prefiere que con el pie saquen sus hombres el balón desde campo propio. "Es lo que pueden aprender y desarrollar mejor". Asume que no han obtenido demasiados puntos con el touche- maul, admite que trabajan para frenar las plataformas de los equipos rivales y reducir los golpes de castigo. "Dedicamos mucho tiempo a las infracciones, a las que hicimos, a las que tratamos de evitar y a ver qué tipo de árbitro es".
El flaco Bouza mira directamente al periodista cuando le da una respuesta corta pero si busca un argumento extenso pierde la vista en un punto indefinido, como si hubiera una biblioteca con los detalles de partidos jugados hace meses. A petición suya, se ha detenido una semana la Liga española para mejorar el descanso de los jugadores. "El rugby demanda que piensen mucho, analicen mucho y se aprendan los movimientos, lo que necesitan es estar frescos".
Pulmones, músculo y cabeza. "Lo más importante es lo mental, mantener lo que venimos haciendo los cinco últimos partidos", señala Bouza. Con su plantel colabora, cuando alguien lo requiere, el psicólogo Pablo del Río, especialista en acompañar a deportistas de élite. "Es algo que pedí yo, me parece que la demanda mental que tienen los jugadores es muy grande, entonces es descargar y hablar".
El seleccionador actual comparte un problema con sus predecesores: no siempre puede contar con los jugadores de equipos profesionales franceses. Aunque la federación internacional obligaría a cederlos en partidos oficiales, los clubes pueden presionarles con sus contratos. "El jugador está en medio, no tendría que pasar. Algunos arriesgan el trabajo para venir con España, eso vale un montón". Las tareas deportivas se complican con viajes para negociar, bajas inesperadas, mucha paciencia y más cintura.
Para este domingo "están los que queríamos, tenemos opciones para todos los puestos", tranquiliza el técnico argentino. Tras el arranque de los proyectos de Alto Rendimiento en España, ha apostado por los jóvenes. En 2023 la selección sub-20 se clasificó para su mundial -de sólo 12 equipos- y en 2024 logró la permanencia. Un grupo de canteranos con experiencia al máximo nivel está irrumpiendo en la selección absoluta. "El relevo se fue dando, fue natural", explica el seleccionador. "Hay que dar la oportunidad, con algunos estamos muy contentos". Con apenas 20 años, varios han capitaneado a los Leones.
Después del crucial choque contra Países Bajos, el 9 de febrero la selección española visitará a la recién ascendida Suiza y el 16 recibirá en Madrid a Georgia, habitual dominadora del segundo nivel europeo. Pablo Bouza sabe que dos victorias serían suficientes, que el regreso a un mundial cumpliría su objetivo en España. "De ganar no voy a hablar". Él regresa al proceso. "El techo de la selección es mejorar siempre". Cuando se le pregunta hasta dónde, mira de nuevo sólo unos metros por delante del suelo que pisa. "Estamos pensando en Países Bajos, no voy a pensar cuál es el techo ahora", concluye con una sonrisa, como pidiendo comprensión.
No muestra el rugby más completo y sólo una de sus selecciones ganó una vez un mundial pero el Seis Naciones se cimenta sobre un imán para los aficionados: la rivalidad. Secular, anual, imperecedera. Un aliciente al que suele sumarse la incertidumbre, que este año se prolongará probablemente hasta el final del último encuentro. Tres conjuntos tienen posibilidades reales -y un cuarto, opciones matemáticas remotas- de conquistar el torneo este sábado en la última jornada. Sí se ha despejado una incógnita: en 2025 no hay campeón invicto.
Después de cuatro encuentros, Francia encabeza la clasificación con 16 puntos, seguida de Inglaterra (15), Irlanda (14) y Escocia (11). Como la victoria supone cuatro puntos, y se reparte uno extra cuando un equipo anota cuatro o más ensayos, estos conjuntos aspiran al título. Pero no en las mismas condiciones. El quince galo entra en la recta final con la ventaja de que depende de sí mismo. Y, en segundo lugar, con la tranquilidad de que, salvo tanteos de escándalo este sábado, los empates en la clasificación final le favorecerán porque el primer criterio es la diferencia global de puntos y lleva +106, muy por delante de Inglaterra (+20) e Irlanda (+13). Habrá drama por arriba y drama por abajo. Italia, con 4 puntos, y Gales, con 3, competirán en paralelo para evitar la deshonra del último puesto.
La jornada decisiva arranca a la hora de la comida y concluye después de la cena. Italia e Irlanda abren el sábado en Roma (15:15, hora peninsular española; los tres partidos, en Movistar+). El conjunto visitante aún aspira a convertirse en el primero que se lleve tres veces consecutivas el torneo. Algo que nunca ha ocurrido desde que, en el año 2000, se incluyó precisamente a Italia. Debe vencer, mejor anotando cuatro o más ensayos y por amplia diferencia, y esperar un tropiezo de Inglaterra y luego otro de Francia. Complicado.
Si Irlanda no puede influir en esos hipotéticos fallos ajenos, en la última semana ha visto desmoronarse las certezas sobre su dominio durante las dos ediciones anteriores. El pasado domingo cayó ante Francia en Dublín por un inesperado 27-42 con dos ensayos postreros que maquillaron su derrota. Más dura es la sensación de que su muy fiable motor diésel se vio superado. Con todo, los irlandeses son favoritos en Roma y tratarán de sentenciar cuanto antes. Italia también se juega mucho. Una victoria le daría el prestigio y la confirmación de que planta cara a todos. Y el orgullo. En su último partido en Roma, Francia le hizo nada menos que 74 puntos.
A las 17:45 Gales recibe a Inglaterra en un encuentro aderezado por la difícil vecindad, resumida para el anecdotario en la hiperbólica, quizá retocada, arenga del capitán Phil Bennet a sus compañeros en 1977. "Mirad lo que esos bastardos han hecho a Gales. Se han llevado nuestro carbón, nuestra agua, nuestro acero. Compran nuestras casas y sólo las usan una quincena al año, de vacaciones. ¿Y que nos han dado? Nada. Hemos sido explotados, violados, sometidos y castigados por los ingleses. Contra esos tipos jugamos esta tarde". Aquel equipo venció; le sobraba el talento. Sin llegar a semejante memorial de agravios, el quince local necesita hoy imperiosamente el triunfo por razones muy distintas. Ha perdido sus últimos 16 partidos.
Enfrente, Inglaterra precisa, además del tropiezo francés, de la victoria y, si es posible, anotando cuatro o más ensayos. Es mejor equipo que el anfitrión y debería imponerse. Sin haber hecho un gran torneo, habiendo vencido dos encuentros en el último suspiro y por un solo punto, los ingleses se plantan en la última jornada con la posibilidad de ganar el Seis Naciones. Pueden confiar en su ataque. Hace una semana metieron siete ensayos a Italia (47-24), tres de ellos casi seguidos al inicio de la segunda mitad para cerrar un choque hasta entonces igualado.
El supersábado y el Seis Naciones 2025 concluirán con el partido que disputan en París (21:00) Francia y Escocia. Los locales reconquistan el torneo si ganan marcando cuatro o más ensayos; es muy posible que les sirva la victoria sin llegar a ese número de marcas. Y, aun así, es presumible que las metan a juzgar por sus amplísimos tanteos anteriores.
Las remotísimas opciones de Escocia pasan por una triple carambola: las derrotas de Irlanda e Inglaterra y su triunfo en París marcando cuatro o más ensayos y con una diferencia de 52 o más puntos. En rigor, lo que hace peligroso a este conjunto no es tanto ese cálculo casi imposible como su imprevisibilidad, el placer de dar un disgusto al que anfitrión mientras prepara la fiesta. ¿Sucederá? Es difícil.
Francia llega muy motivada por la lesión de su líder, Antoine Dupont. Recibió hace una semana en Dublín, en un agrupamiento espontáneo, un fuerte impacto lateral en la rodilla derecha que le ha causado una rotura del ligamento cruzado anterior. La polémica sobre si fue una circunstancia del juego o una carga intencionada arreció en los días siguientes. Su federación ha intentado sin éxito que se citara a dos jugadores irlandeses ante una comisión disciplinaria. Sus compañeros, que reaccionaron sobre el césped con una exhibición de buen juego, quieren dedicar el torneo al gran capitán y, por descontado, demostrar que un buen equipo es capaz de sobreponerse a la ausencia de su estrella más brillante.