Que el tenis depende de la confianza es una certeza. En cualquier pista, desde la central de un Grand Slam hasta la última esquina de un club, el jugador más seguro de sí mismo es quien tiene más probabilidades de ganar. Siempre. Por eso Jaume Munar ahora es otro. Fue un especialista en tierra batida que luchaba, pero acababa perdiendo ante rivales con más argumentos; hoy es un tenista capaz de vencer a cualquiera, en toda situación. A los 28 años, en la mejor temporada de su vida, este jueves venció a Jiri Lehecka por 6-3 y 6-4 en el segundo partido de los cuartos de final de la Copa Davis y salvó a España de la eliminación a manos de la República Checa.
Sin Carlos Alcaraz ni Alejandro Davidovich, Munar es el líder. Y, en estos momentos, la razón más importante para creer en la séptima Ensaladera. Si el dobles formado por Marcel Granollers y Pedro Martínez consigue derrotar a la pareja checa —en principio, Tomas Machac y Adam Pavlasek—, el próximo rival, sea Alemania o Argentina, deberá temer a Munar.
Porque en este deporte, y más concretamente a final de temporada, entre lesiones y crisis, que haya un jugador con tanta determinación es especialmente extraño. Lehecka, número 17 del mundo y el segundo mejor tenista en esta Final a Ocho, tiene más recursos que el español: más potencia, mejor físico. Pero en ningún momento se creyó capaz de vencer. Solo en el segundo set, cuando ya estaba todo perdido, sacó el orgullo y logró inquietar a Munar. En el resto del encuentro se impuso la fe del español, especialmente sólido con su servicio.
La derrota de Carreño
Antes de su éxito, el triunfo de Jakub Mensik, un tenista en plena progresión, ante Pablo Carreño, que admite que encarrila la retirada, obligaba a España a imponerse en los dos duelos que se disputaban a continuación.
Pese al marcador, 7-5 y 6-4 en una hora y 39 minutos de juego, Carreño tuvo sus opciones, pero el éxito no dependía ya de él. Después de años de dolores en el codo derecho, quien fuera uno de los diez mejores del mundo ha perdido las armas con las que tumbaba a un adversario así y solo le quedaba la resistencia. Mensik venía en mala racha, con ciertos problemas físicos, y podía enredarse en errores propios. No lo hizo.
El checo, de solo 20 años y campeón esta temporada del Masters 1000 de Miami, no mostró la brillantez de entonces —se notaba la falta de confianza—, pero el saque (sumó 20 aces) y la derecha le bastaron para llevarse el punto. En el primer set, Carreño llegó a adelantarse con un break (4-3) que apenas le duró unos minutos y luego aguantó hasta dos bolas de rotura antes de entregarse en la tercera. En el segundo set, con Mensik más afinado, peleó sus servicios, pero la empresa ya era demasiado complicada.





