El antiguo ciclista francés Pascal Hervé, que llegó a vestir en una etapa la ‘maglia rosa’ en el Giro de 1996 (antes de verse implicado por el caso Festina) murió el 24 de diciembre a los 60 años, anunció la Unión Nacional de Ciclistas Profesionales (UNCP).
Las circunstancias de su muerte no fueron precisadas, pero el pasado mes de septiembre reveló haber sido operado de “un tumor canceroso en el estómago” a mediados de año.
“Pascal era una figura emblemática y una voz imprescindible de nuestro deporte. La gran familia del ciclismo está de luto”, reaccionó en X la UNCP francesa.
El anuncio de su muerte suscitó las muestras de condolencia en redes sociales de muchos de sus antiguos compañeros, como Laurent Brochard.
Ex campeón del mundo amateur, Pacal Hervé había puesto fin a su carrera con 37 años tras un control positivo en el Giro de Italia de 2001, tres años después de ser suspendido dos meses por su implicación en el caso Festina, junto a Richard Virenque, del que fue fiel gregario durante mucho tiempo.
Tadej Pogacar continuó engrandeciendo su figura y rindiendo homenaje al ciclismo obteniendo, en el boloñés Giro de Emilia, su victoria número 87 y la 24ª de la temporada. Una menos que, en 2005, Alessandro Petacchi, "sólo" un sprinter, sin ánimo de ofender, récord de lo que llevamos de siglo. En su estreno con el jersey arcoíris, al que también honró de modo sumo,Poggy ofreció al mundo su enésima demostración de poderío y ambición con un triunfo que nadie discutió, al que nadie osó oponerse, del que nadie podía dudar.
Esta vez, "modestamente", Tadej no atacó a falta de 100 kms. para la llegada, sino a 37. Pero donde podía y debía hacer daño. En la primera de las cuatro subidas al Santuario de San Luca (1,8 kms. al 11% de pendiente media y una máxima del 19%), demarró, como de costumbre, sin levantarse del sillín, a pura potencia sin descomponer el gesto ni desbaratar la postura. Y se acabó la carrera. "Finito". Cuando puso pies en polvorosa, estaban a su lado o a su espalda, Evenepoel, Roglic, Mas, Tiberi, Pidcock, Yates, Woods, Jorgenson, Healy, Gaudu y compañía. Dio igual. Ellos sabían que, en esa subida, tarde o temprano, atacaría el esloveno. ¿Y qué? Bajaron la cabeza, doblaron la rodilla y se dedicaron a tratar de ser segundos.
Pogacar, segundo a su vez en 2022 tras Enric Mas y en 2023 tras Roglic en sus dos anteriores participaciones, ataca desde tan lejos que los demás no se atreven a seguirle. Ni lo intentan, aunque sólo fuera para salvar la cara. Temen una humillación que, de todas formas, se produce. Tal vez si Poggy arrancara desde más cerca, tratarían de resistirse porque aún les durarían las energías. Pero a esas distancias asumen la convicción de que aguantarle la rueda es una tarea destinada al fracaso. Así que para qué esforzarse. Eso se llama impotencia física e inferioridad psicológica. No importa la longitud o la dureza del trazado, Pogacar vuela; otros, los mejores, andan. El resto repta.
Llovía, pero el arcoíris no desteñía. Había niebla, pero la figura de Pogacar no se desdibujaba. Sólo una caída podía privarle de la victoria. No se cayó, porque, además, Pogacar no se cae nunca, o poco menos. Fue aumentando paulatinamente la ventaja. Después de él, a, prácticamente dos minutos, llegaron, para hacer podio, Tom Pidcock y Davide Piganzoli, con Enric Mas en octavo lugar.
Quien diga que Poggy ha matado la emoción en el ciclismo, no tiene razón. Para empezar, ni siquiera el esloveno puede ganar todas las carreras. Para seguir, la incertidumbre queda sometida a la admiración. ¿Desde cuándo las exhibiciones de un campeón excepcional, se llame como se llame, son aburridas? ¿Desde cuándo no se disfruta del placer de ver elevarse hasta el divino cielo de la bicicleta a un humano designado para la inmortalidad deportiva? En otros deportes individuales, ¿aburría Usain Bolt? ¿Aburría Michael Phelps?
Pogacar correrá todavía, completando el tríptico lombardo, los Tres Valles Varesinos (martes) y el Giro de Lombardia, el Quinto Monumento (sábado). Su victoria en San Luca hace la número 78 del UAE esta temporada. Su figura grandiosa contribuye al éxito colectivo del equipo. No quedan ya palabras para exaltar las hazañas de este muchacho de 26 recientes años. Pero habrá que inventarlas. Esto no ha acabado ni aquí ni aún.
En la liga de los segundones, el equipo Polti Kometa de Alberto Contador marca tendencia. Nadie aprovecha mejor el escaparate publicitario que esta modesta formación. En esta primera semana del Giro de Italia ha conquistado unas valiosas cuotas de pantalla para compensar el desembolso presupuestario. Este domingo, dos integrantes de este grupo, Andrea Petrobon y Mirco Maestri, acapararon enorme protagonismo al meterse en la fuga buena del día. Más de 180 kilómetros con las cámaras de televisión mostrando los nombres y anagramas de sus patrocinadores. Cuando la victoria es una utopía, lo mejor es tirar de pragmatismo.
Nueva plataforma de lanzamiento del Polti Kometa, que el pasado miércoles consiguió que una imagen de Contador se hiciera viral al mostrar su incontenible emoción (gritos, saltos, golpes en la mesa) en la cabina de transmisión de Eurosport al narrar el final de etapa, en Lucca, en la que Pietrobon se quedó a un palmo de vencer con un soberbio golpe de osadía.
La repercusión mediática es esencial. Eso lo sabe muy bien el joven velocista neerlandés Olav Kooij (22 años), que este domingo impuso su punta de velocidad en una de las llegadas con más gancho turístico: Nápoles, con su particular ecosistema urbano, y su cercanía al imponente Vesubio.
Contraataque de Narváez
El corredor del Visma se aprovechó del trabajo realizado por el Trek de Jonathan Milan, que en los últimos 20 kilómetros encabezó el pelotón para emprender dos excelente maniobras de caza. La primera, para neutralizar dos acometidas de un hiperactivo Julian Alaphilippe y la segunda para contrarrestar un espectacular contraataque del Jhonatan Narváez. La ofensiva del ecuatoriano ha sido uno de los grandes momentos de este Giro. Aceleró en el último repecho, desarmó al pelotón y voló por las avenidas Dohrn y Caracciolo. Le sobró el último kilómetro, en el que, sorprendentemente, Pogacar ejerció de lanzador de Juan Sebastián Molano. El esloveno está sobradísimo y se arriesga en exceso.
En esa última pelea emergió la figura de Kooij, que, sin la ayuda de Van Aert, se busca la vida como puede en las llegadas masivas. El neerlandés, debutante en la Corsa Rosa, ya se anotó en esta temporada dos etapas en el Tour de UAE, Clásica de Almería y París-Niza (dos).
Este lunes, primera jornada de descanso, previa a nueva jornada de montaña, con salida en Pompeya y final en el alto de Cusano Mutri, con más de 20 kilómetros de ascensión al 4,6% de desnivel.
El confesor de Tadej Pogacar es el Kapo del pelotón. El ciclista más deslumbrante del siglo pone su destino en las manos prodigiosas de un vasco. Joseba Elguegazal es un masajista vizcaíno de 42 años que lleva unido al esloveno desde hace un lustro. Ambos coincidieron en la Vuelta a España y desde entonces son inseparables. En un año, entre carreras y concentraciones, coinciden durante más de 200 días. Kapo, que trabajó en la granja de su padre y fue portero de discoteca, estudió fisioterapia y pronto se abrió paso en el ciclismo. Empezó en el Caja Rural y en 2019 le contrató el UAE. Nadie conoce mejor los músculos del genial esloveno.
Joseba es uno de los capitanes del ejército español de Pogacar. El bicampeón del Tour, en su reto de reconquistar la Grande Boucle, se ha rodeado de 24 hispanos que sobresalen por su altas prestaciones. Al frente de todos ellos se encuentra Josean Fernández'Matxin', un vasco de 53 años, el máximo responsable técnico de la escuadra patrocinada por Emiratos Árabes Unidos, con sede en Magnago (Italia). Él descubrió a Pogacar. Es el padre, tutor y guía del fenómeno. El preparador de Basauri comparte la gestión del UAE con los italianos Mauro Gianetti y Andrea Agostini.
El UAE teams, cuyo presidente es Matar Suhail al Yabhuni Al Dhaheri, que cuenta con la absoluta confianza del príncipe heredero de Abu Dabi, funciona como una empresa, en la que trabajan cerca de 80 profesionales y 40 corredores. Los ciclistas españoles son Juan Ayuso, 21 años, estandarte de una nueva generación, que este sábado se estrena en el Tour de Francia; Marc Soler (30), que también estará en la salida de Florencia y que es uno de los gregarios preferidos de Tadej Pogacar; Igor Arrieta, un navarro de 23 años, hijo de un ex ciclista y preparador deportivo del Movistar, que no va al Tour, y Pablo Torres, un madrileño de 18 años, integrante del equipo nodriza.
El ángel de la guarda
UAE desplaza al Tour a ocho corredores y a alrededor de 30 especialistas y técnicos. Entre ellos destaca la figura de Alejandro Torralbo, considerado el mejor mecánico del mundo. Este cordobés de 61 años lleva en el ciclismo más de 40, ha trabajado con Indurain, Olano, Ullrich, Chava Jiménez, Sastre, Valverde. Él es el más veterano de los cuatro mecánicos desplazados y se ocupará de la puesta a punto de la bicicleta de Pogacar y de sus siete compañeros. El esloveno, además de Ayuso y Soler, contará con la ayuda del portugués Joao Almeida, el franco-ruso Pavel Sivakov, el belga Tim Wellens, el británico Adam Yates y el germano Nils Politt.
Torralbo compartirá tertulias y sobremesas con su amigo Paco Luna, un masajista valenciano de 55 años que ya cuidó a Marco Pantani y que ahora es el ángel de la guarda de Ayuso. En el Tour cada corredor cuenta con un masajista. En este departamento también están integrados Lucio Domínguez, un manchego que trabajó en el Kometa de Alberto Contador; Cristian Batanete, un ovetense de 40 años, y José Teixeira, un vasco de 67, que es otra institución en el World Tour, con larga trayectoria en formaciones de primer nivel. Ellos colaborarán esporádicamente en el Tour ejerciendo labores de intendencia, en varias ocasiones se les verá en los arcenes de la carretera entregando bidones a los corredores.
El UAE también cuenta con la colaboración de Daniel Ortega, un fisio experto en deportes de resistencia (atletismo, natación y triatlón) y Víctor Moreno, recuperador y profesor en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Este alicantino es un apasionado del deporte, ha recibido el Premio Nacional de Investigación por un trabajo sobre las lesiones de los futbolistas.
Espaguetis con queso y pimienta
La evolución de Pogacar está controlada desde larga distancia por Íñigo San Millán, un vitoriano de 52 años. Es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado, donde realiza trabajos clínicos y de investigación en metabolismo celular, especialmente en diabetes, enfermedades cardiometabólicas y cáncer. Compatibiliza su labor de Alto Rendimiento en el UAE con la preparación de la primera plantilla de fútbol del Athletic de Bilbao.
Pogacar mantiene una sintonía especial con Esteve Ramírez, porque nadie prepara mejor su plato preferido: espaguetis con queso y pimienta. Este cocinero de 34 años, que a los 22 se marchó de Barcelona a Francia para aprender el oficio, se unió al equipo en 2019. También estará en el Tour y cuenta con dos estrechos colaboradores: Luis Fernando Olalla e Israel Ruiz.
Pogacar y sus gregarios, en Florencia.AFP
Esteve Ramírez adereza los platos siguiendo las instrucciones de Gorka Prieto, un navarro de 34, reputado nutricionista. El diseña los menús y vigila la dieta. A Pogacar le insiste en que debe ser prioritaria la ingesta de hidratos de carbono, con el consumo de arroz, pasta, quinoa, boniatos, cereales y patata. También le advierte de que debe tomar las mínimas cantidades de grasas y huir de los risottos, aceite y postres con mantequilla.
En la sección de entrenadores figura Didac Navarro, un valenciano de 48 años que fue contratado por Matxin en 2022. Fue seleccionador español de ciclismo en pista en los Juegos Olímpicos de Pekín. También destaca Javier Sola, un sevillano de 37 años, que llegó en 2023 y que es profesor de Ciencias del Deporte en la Universidad de Loyola. Cumple su segunda temporada junto a Pogacar.
La nómina del ejército español se completa con el biomecánico David Herrero, un bilbaíno de 44 años, ex ciclista del Euskaltel, experto en la preparación de pruebas de contrarreloj, y con el abogado Íñigo Landa, licenciado por la Universidad de Deusto, experto en el asesoramiento a deportistas y a entidades deportivas. Un ejército multidisciplinar para la reconquista del Tour.