Salvatore ‘Toto’ Schillaci, el que fuera máximo goleador del Mundial de Italia 1990 y delantero del Inter de Milán y la Juventus, ha fallecido este miércoles a los 59 años en Palermo, en Sicilia, a causa de un cáncer de colón que le diagnosticaron hace dos años.
El ex ariete, que a nivel de clubes ganó la Copa de la UEFA de 1990, llevaba ingresado en el Hospital de Palermo desde el 9 de septiembre y en las últimas horas su estado de salud había empeorado. La Federación Italia de Fútbol confirmó su muerte a través de las redes sociales. “Adiós, ‘Toto’, héroe de las noches mágicas”.
Schillaci llegó al Mundial de Italia 1990 como teórico suplente y salió como ídolo eterno de la afición local. Haciendo pareja con Roberto Baggio, se convirtió en el máximo goleador de la competición con seis goles y llevó a la ‘azzurra’ a las semifinales al tercer puesto. Aquel año, sólo Lottar Matthaus, líder de la Alemania campeona del mundo, le superó en la votación por el Balón de Oro.
“Antes del Mundial ni loco podía imaginar lo que estaba a punto de pasarme. Hay periodo en la vida en la que todo sale bien. Entonces sólo debes tomar aire y hacer lo tuyo. A mí ese estado de gracia me coincidió justo en el Mundial”, comentó años después de su retirada en una entrevista para ‘Tutto Juve’.
El italiano, que arrancó su andadura en el mundo del fútbol en la modesta Messina de Serie C en 1982, saltó a la Juventus en 1989 y jugó la temporada 1992-1993 en el Inter, se retiró en 1997 compitiendo en el Jubilo Iwata japonés tras hacer más de 200 goles en su carrera.
Carismático y muy querido, después se metió en política con Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, participó en varios realitys e incluso actuó en una serie llamada ‘Squadra antimafia-Palermo Oggi’ interpretando a un mafioso.
Hubo un hombre, en el origen de todo, que tuvo que explicar al Real Madrid cómo se jugaba al fútbol. No se trataba de un debate estético, sino de una cuestión embrionaria, primordial. Hubo un pionero que enseñó a sus compañeros de equipo -los primeros socios del club- que había que pasarse el balón y no avanzar a lo loco con él, como haría cualquier niño; que había que nombrar a un capitán; que cuando la pelota salía del campo había que devolverla con prontitud en lugar de encender un cigarrillo junto a la línea de cal. Ese pionero, autor del primer gol en la historia del Madrid, se llamaba Arthur Johnson y hoy recibirá una ofrenda floral en el cementerio de Wallasey antes de que la Champions eche a rodar en Anfield.
«Johnson es un símbolo de la importancia que tuvo lo extranjero en el desarrollo económico español. En cómo se incorporó el deporte en la cultura. Se trata de un concepto básico del regeneracionismo del 98 y de la Institución Libre de Enseñanza, con su empeño de europeizar España. Una de las formas de europeizarnos fue el fútbol», explica Ángel Bahamonde, autor de El Real Madrid en la historia de España (Taurus, 2002), el libro que mejor ha profundizado en la evolución del club blanco a lo largo del siglo XX. «Su lápida debería ser cuidada desde aquí. Tendría que ser un compromiso moral», subraya, en conversación con EL MUNDO.
A juicio de Bahamonde, durante la etapa de Johnson, aquel Madrid FC era «un grupo de amigos que se dedicaban a jugar al fútbol, sin más». «Los socios del club eran los que disputaban los partidos, así de simple. No es que fueran amateurs, sino que se trataba de un mero divertimento. Y es algo que creo que aún no llegamos a entender bien», añade el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Carlos III.
13 de mayo de 1902
Nacido en Dublín el 31 de agosto de 1878, Johnson llegó a Madrid en 1900 por motivos laborales. Trabajaba como ingeniero en la United Alkali Company, una empresa química británica con la que andaba de allá para acá. En la capital contrajo matrimonio y nació su primogénita, a la que puso el nombre de Carmen. Según contaba Julián Palacios, primer presidente del Madrid, su boda se celebró un sábado porque el novio quería participar, a toda costa, en el partido del domingo.
El 13 de mayo de 1902, Johnson ejerció de capitán del Madrid FC durante la semifinal de la Copa Coronación, saldada con derrota ante el FC Barcelona (1-3), donde él anotaría el gol del honor, el primero en la historia del club. En 1904, abandonó la Villa y Corte. Y ya nunca regresaría. En España sólo ha quedado registrada otra breve estancia en la localidad onubense de Valverde del Camino. Después se instaló en Liverpool, donde falleció el 23 de marzo de 1929, con 50 años, víctima de una neumonía.
Hasta aquí las evidencias de un personaje envuelto en la bruma y sobre el que se amontona el polvo del olvido. Algo habitual entre los padres fundadores del Madrid. Su legado sólo quedó por escrito en Heraldo del Sport. Fue el 22 de marzo de 1902 cuando esa revista publicó sus cuatro normas «para el mayor desarrollo de este sport y para que en nuestra patria llegue a ejercitarse en toda su pureza».
La tumba de Johnso y su esposa, en el Cementerio de Wallasey.
«El Barcelona cuida muy bien su historia, pero el Madrid sólo la atiende a partir de Santiago Bernabéu. Es lo que yo llamo Bernabéu, año cero. Se han preocupado de una parcela importante, aunque antes de Bernabéu no tienen ni idea. Y no les interesa, que es lo peor del caso», subraya Bahamonde. Hoy, 96 años después de su muerte, Johnson recibirá un pequeño acto de reparación. No de un modo oficial, sino gracias a un grupo aficionados del Liverpool y del Real Madrid, que colocarán una corona de flores sobre su tumba y rezarán una breve oración en su memoria.
La iniciativa ha contado con el impulso de Les Wright, veterano hincha de los reds, acostumbrado a confraternizar con las peñas madridistas durante los últimos años. «Los ingleses nos siguen dando lecciones, no solamente de cómo llevan la Premier y el negocio del fútbol, sino del modo en que cuidan la tradición y la traen al presente», admite Juan Antonio Simón, autor de Construyendo una pasión: el fútbol en España, 1900-1936 (UNIR, 2015).
Cuando en 2011 defendió su tesis, sobre el origen y desarrollo del balompié en nuestro país, Simón se dio de bruces con la realidad. Apenas existía un rastro que seguir sobre aquel primer tercio del siglo XX. Por entonces, el propio Real Madrid aún proclamaba a Johnson como su primer técnico. Un disparate para quien haya leído algo sobre aquella época primigenia. «Por entonces no existía la figura del entrenador, como tampoco la del entrenamiento», zanja este especialista en Historia del deporte.
El primer partido entre el Madrid CF y el FC Barcelona, en 1902.ARCHIVO ABC
«El rol de entrenador llegará a partir de la segunda mitad de los años 20, cuando se empieza a apostar por el profesionalismo. Eso significa una estructura donde hay que tener contratos, sueldos y hay que intentar jugar el mayor número de partidos para generar un beneficio económico. Y no partidos del Campeonato Regional, donde quizá no haya grandes taquillas, sino de los buenos. Lo que se plantea ahora con la Superliga ya se hacía a principios de siglo», afirma Simón.
Durante los últimos años, este profesor en el INEF se ha topado con las dificultades para rastrear en las actas, en las hojas de contabilidad, en los presupuestos, en los papeles roídos por el tiempo, en las cajas que abultaban demasiado y terminaron en el vertedero. Casi en las antípodas de lo que sucede los clubes británicos. «Ellos tienen un culto al fútbol. Cada dos por tres andan homenajeando a sus pioneros. Es algo que aquí no entendemos», abunda Bahamonde.
De regreso a la figura seminal de Johnson, el autor de Madrid 1939. La conjura del coronel Casado (Cátedra, 2014) destaca algunos aspectos que arrojan algo de luz sobre aquellos jóvenes en pantalones cortos que daban patadas a un balón entre las calles Narváez y O'Donnell. «Hasta 1920, los socios jugadores del Madrid aún eran niños bien, con posibilidades económicas, muchos de ellos estudiantes», describe. Al citado primer clásico contra el Barça, disputado en el Hipódromo, se acercaron unos 2.000 curiosos.
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«Muchas veces pensamos que el fútbol es global desde hace 10 minutos, pero cuando vemos el ejemplo de Johnson nos damos cuenta que el fútbol ya lo era a principios del siglo XX. También se ve en el caso de un suizo como Joan Gamper, fundador del FC Barcelona. Estos jóvenes extranjeros se trasladaban por cuestiones profesionales y allá donde caían, en Francia, en España o en Alemania, intentaban seguir desarrollando el fútbol, el rugby u otros deportes», recalca Simón. «Aunque la colonia británica no fue muy importante en el fútbol de Madrid, a diferencia de lo que sucedía en Barcelona, Bilbao, San Sebastián o Huelva, sí hubo quienes dieron ese primer paso para organizarlo. Johnson, aunque estuvo muy pocos años en el Madrid CF, fue quien les enseñó a jugar, así que a nivel cualitativo fue clave», sostiene el autor de Football and International Relations under Francoism (Routledge, 2024).
Aún hoy, más de un siglo después, causa asombro el modo en que aquellas formas precursoras del fútbol iban a convertirse, en tiempo récord en un fenómeno de masas. «¿Cómo fue posible que en sólo dos décadas la gente fuese a recibir al Madrid a la estación de Atocha? ¿Y que se construyeran estadios como el Metropolitano, Les Corts, Montjuic, o el viejo Chamartín para que miles de personas llenen las gradas? Eso es lo increíble. Eso es lo que se tiene que seguir investigando?», concluye.
Entrevista
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Miércoles,
21
junio
2023
-
09:39El portero del Athletic y de la selección, que admite que "de...
El pasado 9 de septiembre comenzaba la promoción de la nueva novela de Pepe Mel, la sexta de su carrera como escritor: El despertar del diablo. El ex futbolista y entrenador se preparaba para empezar la difusión del libro cuando, apenas una semana después, era presentado como nuevo técnico del Tenerife, tras la destitución de Óscar Cano por los malos resultados. "Iba a ocuparme al 100% del libro y mira, el trabajo siempre es el trabajo, al final escribir para mí es un hobbie y lo que me da de comer es entrenar", cuenta a EL MUNDO el técnico del conjunto canario.
Menos de un mes después, ha conseguido ya su primera victoria al mando del equipo tinerfeño y, aunque sigue último, el entrenador es consciente de que "la Segunda es muy larga" y "da tiempo a hacer cosas". Y espera que le vaya mejor que la primera vez que cogió el banquillo de un club que hoy, a su juicio, es algo totalmente diferente. "Estuve cuando las Torres Gemelas, fíjate si ha pasado tiempo", anota un técnico que ha pasado por 15 banquillos.
Así, Mel vuelve a una profesión que, por su exigencia, resulta increíble que le brinde tiempo para poder escribir, porque para leer tiene de sobra. "Soy lector de hoteles, estaciones de tren, aeropuertos y autobuses, tengo mucho tiempo muerto. Lo que pasa es que a mí no me gusta mezclar porque el público no entendería muy bien que presente una novela, cuando, por ejemplo, el Tenerife va en descenso", apunta el entrenador, como es el caso.
"la enseñanza de no mezclar temas"
Es consciente de que su responsabilidad en un banquillo es la de defender un club y a sus miles de seguidores. Y eso le traslada más presión que la de afrontar un nuevo libro. De hecho, recuerda que su primera obra, El Mentiroso, la presentó la semana antes de jugar contra el Real Madrid como entrenador del Betis. "Por eso tuve la enseñanza de no mezclar temas", insiste.
Y es que, no suele escribir cuando está en un banquillo, pero sí lleva un cuaderno para anotar ideas o tramas para futuras novelas. Esta última la había escrito antes de su periodo en el Almería, en el que estuvo desde marzo hasta final de la temporada pasada. Y para ella y para otras se inspiró en rasgos de futbolistas a los que había entrenado. "Al Guaje, le puse así como un pequeño guiño a mi profesión", revela respecto al protagonista de sus dos últimas novelas y cuyo apodo está basado en el de David Villa, también por ser la tierra de origen de su mujer.
Este último libro está basado en la época previa a la Guerra Civil española. Es la historia un lugar común en los libros de Mel, salvo en La Prueba, una novelita para adolescentes basada, curiosamente, en el fútbol. "Es el libro que más me ha costado escribir porque tuve que cambiar mi vocabulario y las formas de expresarme", recalca el escritor.
Portada del nuevo libro de Pepe MelEditorial Almuzara
No obstante, Mel sabe que un folio el blanco, el miedo de los escritores, es algo fácil de afrontar con una gran capacidad de expresión en comparación con el examen semanal que supone un banquillo porque "son cosas que no siempre dependen de ti". Y enumeraba algunas de ellas como una mala estrategia, una pobre actuación de un jugador o un error arbitral como factores externos que podían inclinar la balanza para uno u otro lado. "En la escritura tienes tiempo, en el fútbol es todo instantáneo", comentaba.
Eso sí, los momentos de satisfacción son compartidos. Y eso Mel lo valora mucho. Más que ver su nombre en el escaparate de cualquier librería. Esos últimos tres puntos ante el Cartagena supieron a gloria al entrenador madrileño, pero sevillano de adopción.
Otra de las satisfacciones compartidas para Mel es el creciente interés por la lectura y la cultura en el mundo del fútbol, algo que no era muy común en su época de jugador. Cuenta el técnico que hoy ya son habituales los permisos a futbolistas para realizar exámenes, como la EVAU por ejemplo, algo que en los años 80 era impensable. "Yo conocí a mi hija con dos días", revela el ex jugador.
De los futbolistas a los que ha entrenado tiene el recuerdo del recién retirado, Jorge Molina, como uno de los deportistas que siempre llevaban un libro en la mano. Hubo otros que incluso leyeron sus propios libros. Ninguno, claro, le quiso dar su opinión: "No tienen cojones a decir: '¡qué mal escribes!", bromea.
Resulta curioso que Pepe Mel sea de los pocos protagonistas del mundo del fútbol que cuente con tres etiquetas para definirle. Hablamos obviamente de las de futbolista, entrenador y escritor.
¿Cuál de las tres prefieres?
Si pudiera ser futbolista, yo no era entrenador ni de coña. El fútbol está hecho para los que juegan. Nosotros estamos durante la semana intentando marcarles el camino, pero luego llega el día y los que se divierten son ellos. Yo me harto de decirles que disfruten del día a día, que esto se acaba, que yo también he tenido 18 y se me pasó volando, pero cuando pasas la línea de banda hacia el otro lado, esto se acaba.
Top de técnicos y escritores
Como entrenador y escritor, Pepe Mel tiene un gusto muy definido por el producto nacional. Así, el técnico del Tenerife se considera fan de Arturo Pérez-Reverte y es lector habitual de autores españoles porque "hablan de cosas que le interesan".
En los banquillos mantiene también gran predilección por técnicos no sólo españoles sino que han compartido con él épocas en los banquillos. Unos, que ya no están, como Luis Aragonés y otros a los que se enfrentará este domingo como Víctor Fernández. «De todo el mundo aprendes, tanto cosas buenas, que te sirven a ti, como cosas malas», dice.