Baloncesto
Entrevista
El base brasileño, a punto de cumplir 40 años, repasa su impresionante carrera, que pudo alargar gracias al veganismo y la meditación, antes de afrontar la Final Four de la Basketball Champions League con el Lenovo Tenerife.
Pocos desafíos al paso del tiempo en el deporte profesional como el de Marcelinho Huertas (Sao Paulo, Brasil, 1983), aquel diablo que llegó hace 19 temporadas al Joventut para moldearse en la sabiduría de Aíto García Reneses, que fue líder en el Barça y el Baskonia, que compartió cancha con Kobe Bryant en los Lakers y que sigue impartiendo lecciones a unos días de cumplir 40 años en el Lenovo Tenerife con una pócima mágica a base de raíces, alimentos veganos, meditación y la «gasolina» de sus tres hijos pequeños. Este viernes, en el Martín Carpena, los de Txus Vidorreta afrontan la Final Four de la Basketball Champions League contra el Hapoel Jerusalen (17.30 h., Teledeporte; la otra semifinal enfrenta al Unicaja contra el Telekom Bonn, 20.30 h.).
- En febrero ganaron la Intercontinental y disputaron la final de Copa. Ahora buscan su tercera Champions League en seis años. ¿Cuál es el secreto del Lenovo Tenerife?
- Es cuestión de suerte y de mérito. El equipo siempre es capaz de dar un pasito más y nuestra lucha es ver hasta dónde podemos llegar. Aquí casi todos somos veteranos. La química es importante, mantener el bloque. Los equipos que suelen tener éxito son los que tienen identidad en el tiempo. Y somos buenos en hacer sufrir al rival, en encontrar sus puntos débiles. Y de ganar… es una rareza. Juegas 20 años y los días que levantas títulos son poquísimos. Hay que saber disfrutar también del camino. Si sólo estás contento cuando eres campeón, vas a vivir amargado
- El Tenerife de Shermadini y Huertas, una pareja tan extraña en sus orígenes como efectiva
- Los otros dos pívots con los que he tenido una conexión especial fueron Thiago Splitter y Ante Tomic. Los tres son diferentes, pero tienen una cosa en común: son muy inteligentes y saben posicionarse en el sitio perfecto para recibir la pelota. Te entienden con la mirada, reciben en medio del caos. Con Sherma se ha notado mucha química estos cuatro años, dentro y fuera de la pista.
- Con Txus Vidorreta se cruzó hace 15 años en Bilbao.
- El motivo que más me empujó para que venir a Tenerife fue su presencia. Me llamó nada más terminar mi temporada en Baskonia, me quería aquí en Canarias. Sabía de lo que era capaz, habíamos tenido química. A mí me gusta mucho su estilo de entrenar y de jugar. Era una oportunidad de oro para triunfar. Tuve otras ofertas, pero no dudé ni un momento. A veces te tienes que dejar llevar por tu intuición.
- El 25 de mayo cumple 40 años. ¿Hubiera imaginado tanto éxito y tan largo?
- Ni loco hubiera imaginado una carrera así. En mis inicios, yo veía a jugadores de 32 o 33 años que se retiraban. Y pensaba que con llegar hasta ahí ya me daría por contento. Tuve suerte de no tener lesiones que me hicieran bajar el nivel, me permitió llegar hasta aquí sin pensar en la edad, con ilusión de empezar cada temporada. Todo el mundo me habla de la edad, pero yo sigo con la misma cabeza. Hasta que las piernas no puedan más… La cabeza me ayuda para dar un empujoncito más.
- ¿Qué le hace seguir?
- Me mueve seguir intentado buscar la perfección, mejorar cada día. En el momento que dejas de hacer estas cosas, dejas de competir.
- En un momento de su carrera cambió radicalmente su alimentación.
- Fue en 2017, al volver de la NBA. Mi mujer y yo empezamos a leer mucho sobre el tema, a ver documentales. Poco a poco fui dejando la carne, la leche, los alimentos de origen animal. Fui haciendo pruebas, no fue fácil cambiar tradiciones y costumbres y encontrar esos alimentos que te den la misma cantidad de nutrientes que te hacen falta para seguir. Y a nivel de energía, la proteína que necesitas. Tuve que buscar fuentes de alimento vegetal, semillas. Y no fue un cambio de la noche al día: hice un seguimiento con un nutricionista de deportistas veganos en Brasil, porque es algo muy delicado para el deportista.
- El año pasado fue MVP de la final de la Champions, hace unos días le hizo 43 puntos al Murcia. ¿Cuál son las claves de su longevidad?
- Intento cuidarme al máximo. Me preocupo en buscar las mejores herramientas para estar a mi 100% en lo físico y lo mental. El descanso, las noches. También hago trabajo a nivel mental, psicológico, con coaching, meditación. Y yoga cuando puedo. Todo lo que se pueda hacer para sumar, aprender. Pero lo que mueve todo es la ilusión, levantarte cada día con ganas de seguir disfrutando del baloncesto.
- Ya no es tan raro ver deportistas rindiendo por encima de los 35.
- La gente empieza a tomarse en serio no sólo el tema de la alimentación, también los cuidados fuera del campo. Fíjate en el tenis con Nadal, Federer, Djokovic… Es una tendencia y empieza a pasar cuando llegas a los 30 años, cuando ves que puedes empezar a bajar. Hasta los 30, sales, te tomas una Copa y el cuerpo no lo nota tanto.
- ¿Pero se echa de menos algo?
- A veces. A mí me encantaba la carne, el queso… de vez en cuando tengo muchas ganas e intento aislarme. He generado un estilo de vida y ya no creo que tenga nunca la alimentación de antes, ni cuando me retire. Sí que si me apetece algún día comer algo especial, lo haré. Pero veo difícil que vuelva atrás. Lo que hice me vino bien no solo para el deporte, también para mi vida personal.
- Está cerca del récord de asistencias en ACB de Pablo Laso. ¿Le motiva?
- Tantos récords… una carrera muy larga (ríe). Son cosas que te vienen naturalmente. Uno cuando empieza a jugar no piensa en ningún tipo de récord. Piensas en hacer lo que te gusta y hacerlo bien. Luego lo demás es una consecuencia.
- ¿Recuerda cuando llegó a España en 2004?
- Fue un cambio radical, de Brasil, de una Liga con un estilo completamente diferente a Europa. Tener a Aíto como primer entrenador fue un aprendizaje increíble. Me costó la adaptación a nivel de juego. Yo era más agresivo, sólo tenía la visión de anotar. Tuve que aprender a jugar de otra manera, a dirigir, a manejar los tiempos de juego, a hacer que todo el mundo estuviera involucrado. No fue fácil. Gracias a esos primeros años con Aíto, con Elmer Bennett, con Ricky aunque tenía 14 años, con Carles Marco… Me ayudaron. Seguramente muchas de las cosas que sé hoy es gracias a ellos.
- ¿Cómo le llegó la pasión por el baloncesto en Brasil?
- Viniendo de un país donde el fútbol es el deporte rey, tienes que tener alguna historia detrás para jugar al baloncesto. En mi caso, viene de familia. Mi hermano mayor ya jugaba. Yo quería ser como él. Le iba a ver a los entrenamientos, le robaba las pelotas… Teníamos una canasta en la habitación. Me apasionó desde bien pronto, a los seis años ya estaba en una escuela de baloncesto, Athletico Paulistano. Y desde ese día no lo dejé nunca más.
- Hasta llegar a la NBA con 32 años.
- Yo quería probarlo, pero nunca fue fácil por temas de contrato. Y estaba cómodo, tanto en Baskonia como en Barça. La experiencia fue increíble, por todo lo que representa la NBA y jugar en la mayor franquicia del baloncesto mundial. Vestir la camiseta de los Lakers, jugar en el Staples, ver día a día la vitrina de trofeos. Venían jugadores de la época del Showtime. Byron Scott como entrenador, James Worthy y AC Green nos ayudaban en los entrenamientos. Pensaba,: “Si le cuento a alguien que estos tipos me están reboteando para que yo tire no se lo creen! Es una locura”. Para un chaval que salió de Brasil, llegar a debutar con los Lakers fue una locura.
- ¿Cómo recuerda ese último año de Kobe?
- Qué te voy a decir, un lujo. Esa última gira de despedida era la piel de gallina cada partido, tenía que aguantar para no llorar en cada homenaje que le hacían. Y el último… Conmigo tenía una relación muy abierta, peculiar. A veces me hablaba en castellano, otras en italiano. Y nunca de basket. Fue sorprendente. Nos habíamos cruzado ya con la selección, algo me conocía. Fue un año especial. En lo deportivo, con altibajos. Porque la NBA no es todo lo bonito que se ve desde fuera. Muchas veces es un negocio más que un deporte. Mis minutos estaban limitados.
- De su país nos llega una crisis política permanente, los escándalos de Bolsonaro. ¿Le preocupa?
- Sigo bastante la política, me gusta estar al tanto de todo lo que pasa, no sólo baloncesto. Todo lo que puede influir en mi vida personal o que es interesante. En Brasil está pasando por un momento delicado a nivel político y claro que me preocupo. Tengo allí a mi familia, a mis padres. Pero es un tema personal, porque muchas veces se interpretan mal las cosas que se dicen.
- Por último, ¿qué quiere ser Marcelinho de mayor?
- ¿Jugador de baloncesto se puede? [Ríe] Creo que tengo un entrenador dentro, pero tengo que pensarlo bien, porque conlleva muchas cosas en lo personal. Cuando llegue el momento, lo pensaré con calma. Será complicado que no este metido de alguna forma en el mundo del basket.