Los trucos de Jordi Vilalta, el referente del parapente en España: “Los buitres son nuestros guías”

Los trucos de Jordi Vilalta, el referente del parapente en España: "Los buitres son nuestros guías"

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El primer español en acabar la Red Bull X-Alps, el Tour de Francia del aire. “Al volar descubres lo lento que caminamos”, comenta

RED BULL

«El parapente tiene una parte mágica: debes entender el aire, saber leer algo invisible. Para volar, más allá de la táctica o la habilidad de cada uno, lo más importante es interpretar la meteorología», resume Jordi Vilalta sobre un deporte que nadie entiende. ¿Cómo se sostienen esos pájaros humanos? Con sus alas, sus sillas y los cables que unen ambas partes son capaces de ascender hasta los 5.000 metros de altitud, de recorrer 60 kilómetros de un solo vuelo, de superar los 40 km/h. ¿Cómo lo hacen?

«La clave son las columnas térmicas. Cuando el sol irradia sobre el terreno, crea encima una masa de aire caliente que va ascendiendo. Lo que nosotros hacemos es meternos dentro de esa masa y subir con ella dando vueltas en su interior. Replicamos lo que hacen los buitres. De hecho, junto a las nubes cúmulos, los buitres son nuestros guías para detectar dónde están esas térmicas, que es lo más difícil del deporte. Un vuelo consiste en planear y subir, planear y subir», describe Vilalta, uno de los mejores del mundo cruzando montañas con estas aeronaves.

El pasado julio se convirtió en el primer español en acabar la Red Bull X-Alps, algo así como el Tour de Francia del parapente. La mayoría de competiciones se basan en la velocidad, ver quién cruza antes un valle, pero esta no. La Red Bull X-Alps es una prueba de resistencia en la que los participantes, escogidos por la marca por sus méritos, deben cruzar los Alpes, tal cual suena. Este año empezaron en Salzburgo, en Austria, cruzaron Suiza, dieron la vuelta al Mont Blanc y volvieron por Italia para llegar a Zell am See, nuevamente en Austria. En total, unos 2.200 kilómetros a recorrer en menos de 12 días. Vilalta, que acabó vigésimo cuarto, hizo 570 kilómetros andando y 1.700 volando con una altitud máxima de vuelo de 3.986 y una velocidad media de 36,11 km/h.

«Es la meca del deporte. Yo soy bombero, el parapente es sólo mi hobby, soy un amateur, pero la mayoría de los que participan son profesionales. Está el suizo [Christian] Maurer [ganador de las últimas ocho ediciones, todas desde 2009] y es como ser aficionado al tenis y poder jugar en Wimbledon contra Roger Federer», comenta Vilalta.

¿Y cómo empieza uno a tirarse en parapente?
Desde pequeño siempre he hecho montaña. Soy de Ripoll, cerca del Pirineo y veía a gente practicar parapente y pensaba: «¡Qué guapo!». Hace 14 años, cogí un equipo de parapente muy viejo que tenía mi tío en el garaje y me presenté en una escuela. Me dijeron que dónde iba con eso, que alquilara uno nuevo para hacer el curso. Me enganché.
¿Hasta qué punto es peligroso?
Si eres prudente, no mucho, el riesgo es bastante bajo. El parapente no es un deporte para valientes. Debes controlar muy bien todo lo que ocurre porque si te la juegas puede llegar a ser muy peligroso, claro. Yo nunca he sufrido un accidente, aunque he tenido algún susto. El principal peligro es la competición, cuando quieres alargar un vuelo porque si bajas pierdes muchísimo tiempo.

«Es que cuando vuelas te das cuenta de lo lento que vas caminando», concluye Vilalta, de 38 años, que difícilmente volverá a la Red Bull X-Alps. Aunque Red Bull regalaba la inscripción y el material se lo proporcionaba un patrocinador, él tuvo que pagar sus gastos y los de sus amigos, que hacían las veces de asistencia con una furgoneta en la que dormía. Al final, un buen pellizco. Además, la prueba exige llegar una semana antes a Austria para pasar varios controles médicos y disputar el prólogo por lo que estuvo casi un mes, todas sus vacaciones, fuera de casa.

«A nivel familiar es muy difícil de compaginar, más si contamos los entrenamientos previos. El año que viene es la X-Pyr [una carrera que cruza los Pirineos, de Hondarribia a Port de la Selva, en una semana] y espero poder estar», finaliza Vilalta que, a la mínima que tenga un descanso en el parque de bomberos de Granollers, cogerá su parapente ultraligero, de apenas seis o siete kilos, subirá a los Pirineos y se lanzará al vacío para ascender como un buitre entre una bolsa de aire caliente invisible. Para volar sólo hace falta «entender el aire, saber leer algo invisible».

kpd