Los nueve segundos sin sentido que salvaron a España: “Ha sido el partido más loco de mi vida”

Los nueve segundos sin sentido que salvaron a España: "Ha sido el partido más loco de mi vida"

Mundial de balonmano

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La selección ganó a Noruega en cuartos de final del Mundial después de estar eliminada: un error del noruego Bjornsen permitió la prórroga y, a la postre, la victoria española

Los jugadores de Noruega lamentan la derrota.STIAN LYSBERG SOLUMAFP

Para el ojo no iniciado en el balonmano, el pasivo es una sanción incomprensible. Para el ojo experto, también. Según el reglamento, los árbitros pueden señalar pasivo cuando no hay “un intento de conseguir una posición para lanzar a portería”. ¿Eso exactamente qué quiere decir? Quién sabe. Al contrario que en el baloncesto, donde se limita la posesión a 24 segundos, en el balonmano se puede pitar pasivo tras una jugada de dos minutos o en apenas un suspiro. Depende del criterio de los colegiados. En la mayoría de ocasiones, éstos levantan primero un brazo en señal de advertencia y, poco después, si no se busca el gol, castigan. Pero a veces no hace falta aviso. Noruega lo recordará siempre pues un pasivo repentino le dejó sin semifinales del Mundial y permitió a España vencer en la prórroga.

Su líder, Sander Sagosen, no daba crédito. Su afición en el Ergo Arena de Gdansk clamaba al cielo. El error del extremo Kristian Bjornsen no tuvo justificación ninguna.

Quedaban nueve segundos del tiempo reglamentario y Noruega lo tenía todo a favor: ganaba por un gol (25-24), jugaba en superioridad y estaba en posesión del balón. Imposible fallar. O no. Después de superar la presión de España, Sagosen cruzó la mitad del campo, le entregó la pelota al central Christian O’Sullivan y, éste, con Ángel Fernández delante, hizo un pase a Bjornsen, que estaba solo. Ya únicamente restaban seis segundos. En ese momento el extremo, infalible en todo el encuentro -nueve de nueve en lanzamientos-, podía haber hecho cualquier cosa. Acercarse a portería y marcar para sentenciar. Acercarse a portería y lanzar el balón donde fuera: a las gradas superiores si hacía falta. O simplemente acercarse a portería, sin más. Pero hizo lo único que no podía hacer: se frenó y envió el balón atrás, a su compañero Harald Reinkind. Los árbitros pitaron pasivo. Y Reinkind tuvo que dejar la pelota en el suelo de inmediato.

Con sólo cuatro segundos restantes, Alex Dujshebaev la cogió veloz, se la entregó a su hermano Dani que se había quedado de palomero, en campo contrario, y éste destrozó la portería noruega con su lanzamiento. Empate. Prórroga.

“Ha sido un subidón”

“Ha sido el partido más loco de mi vida, creo que ni la última final de Champions, y lo bueno es que se ha decantado a nuestro lado”, explicaba el extremo Ángel Fernández, que ganó la última Champions con el Barcelona en la tanda de penaltis. “Ha sido un subidón y aunque hemos intentado aprovecharlo en el tramo inicial de la primera prórroga, teníamos enfrente un gran rival”, reconocía el seleccionador Jordi Ribera no sin razón.

Piotr HawalejAP

Porque después del fallo, sorprendentemente Noruega no decayó, mantuvo su juego. Pese a haber resucitado, España todavía necesitó dos prórrogas, un gol antológico de Dani Dujshebaev y una parada para siempre de Gonzalo Pérez de Vargas para clasificarse para las semifinales del Mundial. Se enfrentará este viernes otra vez a Dinamarca (18.00 horas, Teledeporte). Ni el aficionado esporádico ni el entrenador más estudioso del mundo saben muy bien cómo funciona el pasivo. Pero España está en semifinales del Mundial gracias a tan ambigua norma.

kpd