El penalti de Villalibre que dejó al Levante a segundos del ascenso a Primera División ha desencadenado una cascada de decisiones económicas, sociales y deportivas en el club de Orriols que marcarán no solo el futuro de la próxima temporada sino la vida de la entidad a largo plazo. La primera de ellas se consumó en la noche del miércoles con el anuncio de Quico Catalán de que abandona la presidencia del club que dirige desde abril de 2009. Los suyos han sido los años más exitosos de los 112 de vida del Levante, a los que pondrá fin cuando acabe su mandado a final de año.
“El reto era subir y no lo hemos conseguido. Empieza una nueva etapa en el club y se van a tener que tomar decisiones importantes. Tenemos una estructura de Primera porque hemos estado once años en Primera, pero el club va a tener que amoldarse a la nueva etapa y la primera decisión es que el máximo responsable se tiene que marchar. Ese es el mayor de los motivos”, admitió Catalán tras asistir a la reunión del patronato de la Fundación, la máxima accioinista del club.
Este adiós del presidente, y buena parte de su consejo, se produce en diferido porque el Levante tiene cinco grandes incógnitas que resolver en las próximas semanas que marcarán su futuro.
Delicada situación económica
El Levante es una SAD cuyo accionista mayoritario es una Fundación que no tiene recursos propios y, por tanto, no puede rescatar económicamente al club ante una situación que pasó de estar casi saneada hace tres temporadas, solventando el concurso de acreedores que arrastraba desde 2008 y con estabilidad en Primera, a ser precaria. Desde la 18/19, se han acumulado pérdidas de 45 millones por la gestión y el impacto del Covid. Los balances se desequilibraron y esa losa solo se soportaba en con el equipo en Primera. Incluso con un año en Segunda se podía. Más es imposible.
A estas pérdidas ordinarias se suma el incremento del endeudamiento por los dos grandes proyectos que puso en marcha: la remodelación del Ciutat de València y la nueva Ciudad Deportiva en Nazaret. Un préstamo de hasta 60 millones de la banca Rothschild, del cual hay ejecutados cerca de 35, le permitía afrontarlos ajustándose el cincturón y permaneciendo en la máxima categoría. A ello se suma CVC, contra cuyos ingresos existe otro crédito.
Estas tensiones obligan al Levante a buscar una inyección de capital por una vía diferente a la de sus accionistas.
Inyección de un fondo con Boluda
Consciente de la necesidad de generar ingresos, el consejo de Catalán presentó al patronato un plan que llevó a la mesa el consejero José Dánvila que supone la inyección de 15 millones de euros por parte de un fondo del que él mismo forma parte junto a otros empresarios como el naviero y presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) Vicente Boluda.
El propio Quico Catalán agradeció que diera un paso al frente para “ayudar al Levante” por el sentimiento granota que tiene la familia. Cómo se ejecutará esa ayuda es una incógnita pero las vías son dos: un préstamo contra beneficios futuros, con un coste de la operación que no será inferior al 5%, y que podría asumirse si el club asciende de nuevo la próxima temporada. De no hacerlo, se capitalizaría a través de una ampliación de capital.
La otra sería directamente una ampliación, a la que la Fundación no acudiría a suscribir de manera preferente porque no tiene recursos propios y este grupo podría comprar acciones por valor del capital que quiere inyectar.
En ambos casos, el precio que el consejo de administración pusiera a cada título es determinante para el control del equilibrio de mayorías accionariales y si se puede mantener la máxima que Catalán expresó: “El Levante no se vende”.
El acuerdo de la Fundación fue llegar abrir “un período para recibir las posibles propuestas de cualquier otro propietario de acción o acciones” que se cerrará el lunes 10 de julio a las 24:00. “El día 12 de julio la comisión ejecutiva estudiará las propuestas que se hayan presentado y el día 19 de julio habrá una reunión del patronato extraordinaria sobre este asunto”. Hay sectores críticos que ya advierten que este plazo tan ajustado limita la posibilidad de presentar alternativas viables.
El papel de la Fundación
El patronato se ve abocado a tomar esta decisión por su condición de máximo accionista que le vino dada por el concurso de acreedores. La necesidad de salvar al club de una quiebra técnica llevó a los Administradores a pactar con el anterior propietario, Pedro Villarroel, la compra de su mayoría para depositarla, de manera transitoria, en una Fundación, que sin fondos recibió un préstamo de 16,5 millones con aval del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) al que hizo frente con las aportaciones que el club le hacía llegar cada ejercicio a través de un convenio de colaboración. La asistencia financiera no fue denunciada por ningún accionista y permitió al Levante mantenerse como una rara avis dentro de las SAD: con una propiedad en manos de una institución.
El problema es que esa Fundación que ahora debe decidir ha declinado durante años su papel fiscalizador de la gestión del consejo de administración y ahora se enfrenta al dilema de cómo enmendar la mala gestión de los últimos años sin recursos y con la certeza de que marcará el futuro del club.
Venta de jugadores
Además de hacer frente a un endeudamiento que LaLiga vigilará con especial rigor a partir de la próxima temporada, una vez pasado el periodo transitorio del Covid, el club tiene que equilibrar su cuenta de resultados. En Segunda, y ya sin la ayuda al descenso, los gastos han de reducirse. La plantilla debe ser más barata y eso implica la venta de jugadores con mercado por los que el Levante ya está recibiendo intereses. Catalán reconoció De Frutos, Vezo y, especialmente Pepelu.
El medio de Denia, que firmó contrato hasta el 2032, tiene sobre la mesa una oferta del Valencia y una cláusula de cinco millones de euros que el Levante pretende exigir. Mucho más si el interesado es el vecino. La presión sobre el jugador ya es evidente. “Pepelu tiene una cláusula de 5 millones. Si quiere irse, es muy sencillo. Primero, tiene que venir Pepelu y comunicarnos que quiere irse y luego, el Levante tomará decisiones. Sabemos el interés del Valencia y le hemos remitido a la cláusula. Esto es muy sencillo. Hay tres partes. El Levante no quiere vender a Pepelu, parece que el Valencia le quiere, porque nos lo transmite el entorno Pepelu, y el Levante no lo quiere vendery no lo va a vender por lo menos de la cláusula. El Levante tiene que vender pero no antes del 30 de junio. Las rebajas están en El Corte Inglés“, sentenció el presidente.
Reconstrucción del proyecto deportivo
En esta transición, a Quico Catalán también le tocará armar el proyecto deportivo. De momento la confianza se la siguen dando a Felipe Miñambres en la dirección deportiva y a Javier Calleja en el banquillo, dos hombres a los que se les señala por el fracaso de no ascender. Se han incorporado a dos jugadores Óscar Clemente y Oriol Rey, pero quedan por concretar todas las salidas y la capacidad que tendrá el Levante de recaudar por ellas.
El escenario de incertidumbre no acabará con el arranque de la competición y el cierre de las cuentas, sino que se prolongará cuando la Fundación tenga que abrir el proceso de relevo del consejo de administración de Quico Catalán.