La masacre de Vingegaard: destroza a Pogacar en la crono y vuelve a encarrilar el Tour

La masacre de Vingegaard: destroza a Pogacar en la crono y vuelve a encarrilar el Tour

Tour de Francia


Contrarreloj: Passy – Combloux

Actualizado

El líder, que no cambió de bici, arrasó en los durísimos 22,4 kilómetros y aventajó al esloveno en 1:38. Carlos Rodríguez sale del podio por cinco segundos.

Vingegaard, tras finalizar la crono.CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

Los inseparables separados esta vez por dos minutos en la salida de Passy, con el Mont Blanc y sus nubes de tormenta dominando al fondo, y 22,4 kilómetros plagados de trampas y calor. Una contrarreloj que era un gymkhana, la única de este Tour 2023 fabricado a la carta para los colosos. Pero esta vez no hay rueda que valga, sólo las referencias del pinganillo, tantas veces engaños de los directores para espolear al pupilo. Voló Jonas Vingegaard, la carta que tenía escondida, un golpe tremendo hasta su segundo Tour, unas diferencias impensables con un Tadej Pogacar desencajado, derrotado, otra vez con una misión ‘imposible’ por delante hasta París. Fue lo inesperado, una distancia de 1:38 en la meta de Combloux, escenario ya para siempre de la masacre del danés. [Narración y clasificaciones]

Se queda el Tour de nuevo encarrilado, el mismo cuento de hace un año. Complicadísimo para Pogacar, pues no sólo es la distancia en la general (1:48), es el golpe moral, la confirmación del ‘plan’ de Vingegaard, siempre sereno pese a los arañazos recientes, confiando en que no serían las bonificaciones lo que lo decidieran. Lo venía repitiendo, que un día alguien abriría brecha, y fue en la lucha contra el crono, la que enseña las verdades. El danés dominó de principio a fin, con una distancia in crescendo. Y acabó hasta festejando en meta: no le faltó mucho incluso para doblar a su rival, al que observó en el horizonte.

Carlos Rodríguez, que se hundió en los tres kilómetros finales, cedió por cinco segundos su plaza en el podio con Adam Yates, 24 segundos peor que él. Pello Bilbao, extraordinario, acabó cuarto.

La colina de Hinault

Iba a ser la colina de Domancy donde todo se iba a escribir, en esos seis kilómetros finales al 7%, especialmente en el muro intermedio de 2,5 al 9,4%, con puntas del 17% pasado Reservoir. En la colina de Hinault, bautizada así desde 1980, cuando la ‘masacre de Sallanches’ en un Mundial que la ascendía 20 veces, una tortura, que se llevó el Tejón (Alberto Fernández hizo bronce) y que sólo acabaron 15 de los 107 que empezaron.

Pocas bromas ahí, aunque ya Vingegaard le llevaba 34 segundos a su rival antes de empezar. Y muchas dudas. Por la mañana, Tadej y Jonas acudieron al enésimo reconocimiento. Y el esloveno probó a cambiar de bici, a dejar la cabra justo en el inicio y tomar su Colnago de todos los días, dos kilos menos de peso. Lo iba a repetir después, el único de entre todos los mejores en hacerlo. Pero de poco le serviría, pese a la premura de la operación.

Era cuestión de fuerza lumbar, como la del Tejón hace 43 años, único en ese ejercicio brutal de pedalear sentado. Un trazado que pronto se demostró que no era para especialistas, sólo había que ver la agonía de Stefan Küng, de más a menos a pesar del cambio de bici. Pero el premio gordo estaba en el trabajo aerodinámico de Vingegaard, serio y concentrado en la salida, arriesgando mucho de inicio, como hace un año en Carcassone con el Tour ganado, frenando sólo al final para otorgar el capricho de la victoria de etapa a su compañero Van Aert.

En Domancy, pese a ascender con cabra, Vingegaard le endosó 34 segundos a Pogacar, en menos de tres kilómetros. En los seis finales, más de un minuto en total. Se acabó. ¿También el Tour? Sólo una gesta el miércoles camino de Courchevel, la etapa reina o el sábado con el final en los Vosgos, podría ya cambiar un guion perfecto de momento para el del Jumbo Visma.

kpd