Esta vez Carlos Alcaraz corría un riesgo.
Hace dos temporadas, en 2022, con sólo 18 años, su primera visita a Brasil fue perfecta. Allí ganó su primer torneo ATP 500, se coló entre los 20 primeros del ranking mundial y arrancó la inercia que le llevaría en los meses siguientes a ganar los Masters 1000 de Miami y Madrid y el US Open. En la pasada temporada, en 2023, visitar Sudamérica tampoco le fue nada mal. Aunque en Río de Janeiro cayó en la final ante el británico Cameron Norrie, previamente había ganado en el ATP 250 de Buenos Aires y la gira le ofreció el ritmo que le lanzó hacia los títulos en Masters 1000 de Indian Wells y Madrid y en Wimbledon.
Pero esta vez Carlos Alcaraz corría un riesgo.
Con más trabajo que en sus visitas anteriores, el español se plantó de nuevo en Buenos Aires y en Río de Janeiro con más que perder y el tour acabó este martes con la peor suerte. La intención era la misma, completar dos torneos en dos lugares amables y ante rivales asequibles, pero el resultado en esta ocasión fue adverso. En el ATP 250 argentino, Alcaraz cayó en semifinales ante el chileno Nicolás Jarry y multiplicó algunas dudas que le había generado su derrota en cuartos de final del Open de Australia. Y en el ATP 500 brasileño directamente no pudo jugar.
El momento de la lesión
A los pocos minutos de empezar su primer partido, ante el local Thiago Monteiro, se torció el tobillo derecho y tuvo que retirarse por culpa del dolor. Según las primeras exploraciones, se trata de un simple esguince de grado I, es decir, le bastarán 10 días de descanso para bajar la inflamación y volver a las pistas. Pero el parón no era lo que ahora necesitaba. “Tanto mi fisio como el de la ATP creen que no es algo serio”, declaró el número dos del ranking mundial que igualmente mostró su preocupación. La próxima semana, el domingo 3, afronta un partido de exhibición ante Rafa Nadal en Las Vegas y, lo que es más importante, luego tiene la gira estadounidense con los Masters 1000 de Miami e Indian Wells y muchos puntos que defender.
En todo caso, lo ocurrido cambiará su planificación de las próximas temporadas. Después de jugar en cemento en el Open de Australia, cambiar a tierra batida para luego regresar al cemento en Estados Unidos no es lo ideal y eso ya lo sabía, pero se había comprometido con el torneo brasileño. Su propio entrenador, Juan Carlos Ferrero, admitía esta semana en una entrevista a ‘Clay’ que lo ideal sería que se hubiera mantenido en pista rápida y quizá disputar el ATP 500 de Rotterdam como Jannik Sinner o el ATP 500 de Acapulco. Será otro año.
Esta vez Carlos Alcaraz corría un riesgo. Y no pudo salir airoso.
