Los Mossos d’Esquadra, que pidieron al Barcelona que se contuviera en sus celebraciones sobre el terreno de juego, afirman que la responsabilidad de la seguridad de un evento deportivo es del club a través de su seguridad privada
El fútbol se reencontró con muchas de sus miserias la noche del domingo en el RCDE Stadium de Cornellà.
Un centenar de radicales, incontrolables para la seguridad privada del club blanquiazul, asaltó a sus anchas el terreno de juego y obligó a interrumpir la celebración del título de Liga del Barcelona tras vencer al Espanyol (2-4). “A por ellos”, gritaban.
Hubo quien aprovechó para robar una nevera cargada de bebidas isotónicas. Un encapuchado aprovechó para llevarse un maletín médico. Otro tiró una cámara del club al suelo antes de volver a su localidad con disimulo. Y los que más corrieron lograron alcanzar la entrada del túnel de vestuarios, donde efectivos de la Brigada Móvil y la ARRO de los Mossos d’Esquadra, porra en mano, se parapetaron para que los ultras no alcanzaran a los jugadores azulgrana. La policía catalana incluso incautó armas blancas. Un episodio grotesco que sólo concluyó cuando, desde la megafonía, se amenazó por dos veces a los hinchas descontrolados con ser sacados a la fuerza del campo. Antes de marcharse, reenfocaron su ira y arremetieron contra el palco pese a que allí no se encontraba su propietario, el empresario juguetero Chen Yansheng.
Este diario ha podido saber de fuentes implicadas en la preparación del dispositivo de seguridad que los Mossos d’Esquadra pidieron al Barcelona contenerse en sus celebraciones sobre el terreno de juego. No solo antes, sino también durante el transcurso del duelo. Los futbolistas de Xavi Hernández, una vez confirmado su triunfo en la Liga, se reunieron en un corro en el círculo central. Aquello fue el prólogo del caos. La seguridad privada del Espanyol no supo cómo controlar el avance de los radicales que se disponían a tomar el campo, muchos de ellos desde la llamada Grada Canito. La escasez de efectivos de seguridad en esa zona en plena celebración del título barcelonista contrastó con el posicionamiento lejano de los antidisturbios de los Mossos, que recuerdan que sólo pueden actuar sobre el terreno cuando hay una alteración de orden público. No de manera preventiva. «La responsabilidad de la seguridad de un evento deportivo es del club a través de su seguridad privada», insisten desde la policía catalana.
La investigación
Por el momento, los Mossos d’Esquadra investigan desde anoche los incidentes. En concreto tratan de identificar, a partir de las cámaras de seguridad y otras imágenes, a los responsables de invadir el campo ante delitos de desórdenes públicos y contra la Ley del Deporte. Fuentes policiales señalan que antes de actuar los agentes de la Brigada Móvil y el Área Regional de Recursos Operativos «se avisó por megafonía a las personas que habían saltado dentro del campo para que salieran».
Los agentes entregarán su informe al juzgado así como a la Dirección General de Administración de Seguridad de Interior, que podría iniciar un expediente sancionador por estos incidentes contra esos aficionados que podría estar castigado con una multa y la prohibición de entrar a un estadio para los implicados en la trifulca.
Desde el Espanyol, además de lamentar los hechos, se han comprometido a actuar «con firmeza» contra los responsables de los altercados. Aunque también asumen con cierta impotencia que no pudiera establecerse un perímetro de seguridad mucho más efectivo ante la previsión de incidentes.
El árbitro del partido, De Burgos Bengoetxea, no recogió lo ocurrido en el acta del partido al no haber presenciado lo sucedido. Se encontraba ya en la zona de vestuarios. El informe que emita el director de LaLiga será determinante para la actuación del Comité de Competición. La patronal, por lo pronto, informó este lunes de haber estado revisando las imágenes y que no dudará en denunciar los hechos.
Se expone el Espanyol a un amplio abanico de sanciones a partir del Código Disciplinario de la Federación Española de Fútbol, que van desde la clausura total o parcial del estadio hasta multas que oscilan entre los 18.001 y los 90.000 euros.