La “cerveza enorme” de Chus Mateo y la inexplicable noche de Mirotic

La "cerveza enorme" de Chus Mateo y la inexplicable noche de Mirotic

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La felicidad del técnico tras derrotar al Barça contrasta con el aroma de fin de ciclo en el vestuario azulgrana. “Cuando el Chacho saca la muleta y se pone a torear…”

Chus Mateo, con sus jugadores detrás, en KaunasEnric FontcubertaEFE

No existe el término medio tras un clásico, menos todavía en las cumbres de una Final Four. La alegría del Real Madrid era tan desmesurada como la desolación del Barça anoche en las entrañas del Zalgirio Arena. Eso tienen las expectativas. Esta vez estaban de lado azulgrana, por el camino hasta Kaunas, por las ganas de revancha y hasta por la salud de su plantilla en contraste con la del rival.

Y hasta por cómo le entraban los triples en la primera mitad (9 de 14). «Si nos dejas con vida, si no nos rematas…». Nunca se vio tan pleno a Chus Mateo como tras la enésima hazaña de sus chicos. El técnico madrileño ha logrado en unos días el más difícil todavía, levantar de las cenizas a un grupo de jugadores que ahora está ante las puertas de la historia: el domingo (19.00 h., DAZN) puede conquistar la Undécima Copa de Europa del Real Madrid.

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Mateo repartió elogios hacia sus pupilos, hacia el «trilero» Sergio Rodríguez -“cuando saca la muleta y se pone a torear…»-, autor de nueve puntos de carrerilla en el tramo decisivo, de nuevo tan letal como en el quinto ante el Partizan. En unos días cumple 37 años, quien lo diría. Cómo no, hacia el factor Tavares: «Sin su amigo Poirier es importante que se mantenga en la pista 39 minutos. Todo gira en torno a él». Y hasta para ese Eli Ndiaye que, ya para siempre, será el pívot al que lanzó al estrellato Chus Mateo.

Pero el eterno asistente, el tipo que ha soportado críticas y desprecios, el entrenador que todavía no tiene seguro si continuará en el banquillo blanco el próximo curso, no quiso ponerse medallas ni saldar cuentas. Sólo quiso disfrutar del momento. «La cerveza que me voy a tomar después con mi staff va a ser enorme», se soltó. Y analizó un triunfo que se cimentó, otra vez, en la resiliencia de sus chicos tras el descanso. «Supimos esperar el momento. Ellos acabarían fallado y teníamos que estar atentos al rebote. Y no volvernos locos. Después, la ventana se abrió de par en par y volvimos a tener capacidad de sufrir. Estoy muy contento con la química que han alcanzado mis jugadores», detalló.

Y también habló del sus tres gladiadores, de la capacidad de Rudy, Llull y el Chacho de dominar «el ritmo» en los últimos compases. «Estaban frescos porque habían jugado poco antes», bromeó.

Jasikevicius

Todas esas sonrisas chocaban de lleno con el duelo azulgrana. Había aroma a fin de ciclo, aunque Jasikevicius no quisiera hablar de su futuro. El lituano, tres Final Four seguidas sin éxito, no dudó en echarse toda la culpa: «Tengo que mirar por qué no hemos jugado como equipo y por qué no he sabido calmar a mis chicos». «Es un palo muy duro. Va a doler no solo ahora, durante muchos años. Creo que el equipo ha tenido buena dinámica, pero hoy no ha sido así. Las palabras ahora sobran. Hay que levantarse y terminar la temporada ganando la liga. No va a ser fácil,», confesó, antes de quitar hierro a la noche aciaga de su estrella: «¿Mirotic? Las personas son humanos y pueden tener malos días. A todo el mundo le puede pasar».

Pero el montenegrino no tenía consuelo. Sin Deck ni Yabusele enfrente, su noche en el Zalgirio Arena fue desastrosa. Falló siete triples y un tiro libre clave en la hora de la verdad. Su primera y única canasta llegó en el minuto 37. «Ha sido un desastre de principio a fin. Y no te puedo explicar el porqué. Sin duda, el día más duro de mi carrera».

kpd