Eurocopa 2024
El punta del Espanyol, que debutaba, hizo el doblete más rápido en la historia de la selección y maquilló una puesta en escena discreta.
Iba la noche del estreno del seleccionador hacia una función sosa, sin gracia, un ni fu ni fa que hubiera dejado al personal frío. Más todavía. La insignificancia de la selección española para una gran mayoría de la afición al fútbol tras los últimos fracasos le van a exigir a esta nueva etapa ejercicios mejores que el de anoche en Málaga, pero este sábado, al menos, la noche, ante Noruega, dejó el sabor dulce de los goles al final, de los goles del debutante, Joselu, de los goles a la vieja usanza, con centros desde la banda y remates de cabeza, con balones tontos en el área que botan y que van para dentro porque hay alguien por ahí. Dejó el partido, en fin, el sabor de un triunfo con caras nuevas. ¿Suficiente? No parece. Pero algo es algo.
El once, el primer once, de Luis de la Fuente fue bastante previsible. Numéricamente, respecto a la etapa de Luis Enrique, introdujo cuatro novedades: Kepa, Nacho, Mikel Merino y Aspas. Los demás habían estado en el último Mundial. Así que sí, hubo cambios, pero fue más revolucionaria la lista que el primer equipo decretado. Eso, en el fondo, no sirve sino para constatar que, más allá de quien esté en el banquillo, el nivel de España, hoy, es el que es. Sorprendió, si acaso, que no apostase de inicio por un jugador como Ceballos, al que le tiene mucha fe, y que designara a Aspas en lugar de Oyarzabal. Pero, por lo demás, y conviene no olvidarlo, el nivel de España es el que es.
El anunciado doble pivote (Rodri y Merino) no fue tal, pues siempre que España tuvo el balón, el futbolista de la Real Sociedad se metía, junto a Aspas, por detrás de los centrocampistas noruegos. Lo hacía por dentro para recibir y desde ahí generar superioridades por fuera, con Gavi y Olmo tirando desmarques de de fuera a dentro para que los laterales ocuparan ese espacio. Morata, el hombre, con la misión de fijar a los centrales, apenas tocó el balón. Tampoco Aspas, desdibujado toda la noche, incapaz de justificar el debate que se montó en torno a su figura en Qatar.
España, durante 80 minutos, fue un ni fu ni fa, una cosa insípida. Porque lo de jugar a menos toques, lo de ser más vertical, lo de pasarse la pelota más rápido, etc… está muy bien decirlo, pero cuando los equipos se repliegan como Noruega es muy difícil filtrar pases. Y sin filtrar pases, la horizontalidad es la misma que con Luis Enrique. Pero es más. Es la misma que con Lopetegui, y que con Del Bosque, y que incluso con Luis Aragonés… Porque, en realidad, no hay fórmula que valga para desmontar a un equipo que se repliega que no sea el talento individual, y en eso España no va sobrada.
CAMBIOS
El gol llegó en una circulación por el balcón del área de Morata, que cedió a Balde. El centro chut del lateral del Barça casi rebotó en Olmo, que había ocupado el espacio de Morata. Y toda la jugada había nacido en una recuperación inverosímil de Merino, de lejos el mejor. Es un jugador distinto, y eso está bien.
Tras adelantarse, España siguió igual de intrascendente, pero dando muestras de nuevo de no ser la más poderosa defensivamente. Kepa sacó un balón que era gol a la media hora, justo antes de que Merino, otra vez él, rematase un centro de Carvajal. No fue gol de milagro. En los últimos 10 minutos los noruegos decidieron aparecer en el partido y cogieron la pelota. No hicieron mucho, pero anestesiaron al equipo de De la Fuente, que llegó al descanso sin sobresaltos.
Sí los tuvo a la vuelta, cuando Noruega se puso a jugar y desarmó a España en un primer cuarto de hora ciertamente preocupante. La reacción del nuevo seleccionador fue meter a Oyarzabal y Ceballos en el lugar de Gavi y de Aspas. Ceballos alegró algo el panorama, pero la segunda parte fue otra sesión de irrelevancia cuya única emoción era lo corto del resultado. Noruega, sin nada que perder, tiró de todos los recursos, tampoco demasiados, en el campo. Con todas y esas, a falta de 10 minutos Sorloth tuvo la oportunidad del empate tras una buena jugada colectiva.
De la Fuente volvió a agitar el árbol, y entonces sí. La figura del delantero centro, esa tan polémica en España, tan incluso despreciada en los últimos años por sonar a rancio, se reivindicó. Lo hizo en la figura de Joselu, que en dos minutos arregló todo. El primer gol fue un remate de cabeza de los de antes a centro de Fabián, el que había entrado con él al campo, y el segundo gol fue un balón suelto de esos que siempre reclaman al tipo oportunista, al que está ahí por instinto. Así, con una cara nueva, con un delantero a la antigua, con el tipo que ya es dueño del doblete más rápido de la historia de la selección, arregló España su intrascendencia.