España – Escocia (20:45 h.)
La Federación, que sigue convulsa por el ‘tsunami’ de Rubiales, reza para que el fútbol ayude a recuperar la normalidad en el día a día.
Estos días, en Las Rozas, la convivencia sigue siendo muy extraña. Por mucho que pasen los días, la abrupta salida de Luis Rubiales de la Federación sigue provocando movimientos en las entrañas mismas del organismo, que lucha estos días por apenas sobrevivir. Faltan algunos trabajadores habituales de la Federación, entre ellos el director de comunicación, Pablo García Cuervo, enlace desde 2018 con los medios. También falta Andreu Camps, pero como a él se le intuía más que se le veía, pues se nota menos, igual que Miguel García Caba. Siguen, aunque en un perfil más bajo, Albert Luque, el director de la selección, que ha tomado muchas de las decisiones del día a día de esta concentración que estaban pendientes el pasado viernes, a 48 horas de que llegaran los jugadores, porque el estado en el que vive la Federación es el de excepción. Nadie sabe muy bien quién manda.
Para saber más
El presidente es Pedro Rocha, eso sí, que medita presentarse a las elecciones, pero varias fuentes consultadas explican que es Elvira Andrés, la directora del Gabinete de Presidencia, la que de verdad tiene hoy el poder, apoyada en Alfredo Olivares, director de competiciones y hombre, que lo fue, de confianza de Rubiales. Rocha es la cara visible (el martes se reunió con el presidente de Aragón, Jorge Azcón, y con la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, como primer paso del análisis de las posibles sedes para el Mundial) y Andrés la no visible, la que ha pactado con el Gobierno los plazos que desembocarán en unas elecciones en febrero o marzo del año que viene.
Los trabajadores, entre tanto, esperan con interés acontecimientos y tratan de llevar a cabo su día a día dentro de un ambiente que sigue siendo turbio. En la pasada concentración de septiembre, una alta ejecutiva que va y viene en importancia dentro de la casa aludía a Juego de Tronos para explicar lo que se vive ahí dentro estos días. «Si te tomas un café con uno, el otro no te saluda, y así», explicaba a sus interlocutores.
NORMALIDAD
La expedición llegó ayer a Sevilla, en parte, huyendo de todo ese ambiente. En las plantas habituales del Eurostars Torre Sevilla, la selección española, con Luis de la Fuente al mando, trata a estas horas de recuperar algo de normalidad. Ayuda el hecho de alejarse de Las Rozas, pero más ayudaría, dicen, ganarle a Escocia hoy y a Noruega el domingo, algo que dejaría al equipo clasificado de forma virtual a falta de los dos partidos de noviembre. «Es que solamente sabiendo que ganando nos metemos casi en la Eurocopa nos da una idea de la importancia de los partidos, no hace falta nada más», dijo al ser cuestionado sobre si, más allá de lo deportivo, España necesitaba más que nunca hablar del balón.
Necesitar algo así como dejarle al fútbol ocupar el protagonismo mientras todo sigue su curso en la Federación. El problema, en este caso, es que nadie sabe cuál es el curso que van a seguir los acontecimientos. Con el juicio a Rubiales en la Audiencia Nacional abierto (además del resto de litigios como el de la Supercopa), con mucha gente del entorno del ex presidente todavía dentro -algunos con cláusulas millonarias que impiden, o al menos dificultan, sus despidos-, la incertidumbre es el pan de muchos ahí dentro. Incluso pensando en que España se meta en la Eurocopa, eso no va a cambiar. Pero al menos ayudaría. O no.
Mientras, unos 4.000 escoceses andarán hoy por Sevilla, muchos de ellos con unas camisetas contra Rodrigo Hernández, que después del partido de ida dijo algo así como que el fútbol de Escocia había sido «un poco basura». En realidad, a la hinchada del rival de España esta noche le importa bastante más la temperatura de la Cruzcampo que lo que dijera el jugador del City que, como todos, acude a esta cita con mucha mejor cara que la que tenía al salir de Hampden Park en marzo con un feísimo 2-0 en contra. «Somos más fuertes de lo que lo éramos entonces. Somos mucho mejor equipo que entonces. Ahora hay que salir al campo y demostrarlo», cerraba De la Fuente, también más seguro de sí mismo.