Nations League
La goleada en Córdoba coloca a la selección de Montse Tomé como líder de su grupo y despeja dudas sobre la continuidad de la entrenadora (5-0).
No se guardan magia, ni goles, ni victorias, ni esfuerzos. Nunca. Menos después de tocar el cielo, bajar una estrella que estrenaron en el Nuevo Arcángel y demostrar que pueden exorcizar todos los demonios. Todos, no sólo los que corren tras el balón. También el de la discriminación, el del abuso. España necesitaba un festín y se lo dio ante Suiza. Todo un estadio, 14.194 voces batiendo récords y haciendo una exhibición de militancia, le recordó a las futbolistas de la selección española que han ganado todas las batallas. [Narración y estadísticas (5-0)]
Tuvieron que mancharse las botas con un lodo que las lastró durante un mes, soportando que se exhibiera un lado oscuro, recordando, también anoche, que #Se Acabó y luchando por conseguir que lo que se viera fuera únicamente su inmensa luz.
A Suiza le cegó. No supo cómo arrebatarle la pelota, pegada al pie de las españolas, ni pudo inquietarlas ni sujetó a una imperial Alexia Putellas para impedir que catalizara el ataque. España se paseó. Se instaló en campo helvético buscando la segunda victoria que le engrasa la clasificación para los playoffs de esta Nations League que tiene doble premio. El tercero era comprobar cómo ni el sueño ni las cavilaciones las distraen de hambre en el césped.
Carmona, la más ovacionada
Probó Lucía García a golpear rápido en el arranque, después Putellas con un zurdazo que se perdió alto y luego Aitana Bonmatí intentando cazar un pase atrás desde la línea de fondo de la capitana. Era cuestión de ir probando a una insegura Herzog. El único susto de Suiza lo pudo dar en un saque de esquina con cabezazo escorado de Bühler, la central del Tottenham. Y es que la pelota apenas pasaba por sus botas ni para lanzar contragolpes que rompieran a la defensa española en la que Montse Tomé alineó a Oihane pero Olga Carmona era la más ovacionada por la grada. Heroína del Mundial y andaluza, como para no emocionar a la afición cordobesa.
Había entrado en el once también Eva Navarro, que buscó aprovecharse de un error de las suizas con un tiro desde la media luna del área. Para entonces la pícara Mariona ya había detectado cómo temblaban las defensas cuando asomaban en tromba si el Arcángel rugía. Al segundo intento de presionar, de molestar su salida, provocó el fallo de la guardameta, se la regateó y le sirvió el primer gol a Lucía García. El de Montse Tomé y sus jugadoras, fluía. No era un duelo de desgaste como el propusieron las suecas y eso era una ventaja. Bajo el mando de Alexia, empezó a aparecer Aitana Bonmatí. El resultado aún era corto a pesar de que sólo Wälti había probado a Cata Coll con un remate lejano. Al filo del descanso, la ventaja se engordó con un centro de Carmona que Bonmatí cazó de bolea y la guardameta no pudo atajar pese a su intento. Al regreso del vestuario, el paseo de las españolas se aceleró.
El cierre a una semana oscura
Buscó la seleccionadora -seguida en el palco por el presidente Rocha y el del CSD, Víctor Francos- más electricidad con Athenea y remate con Gabarro, en un intento de repartir esfuerzos. Los de Alexia Putellas fueron los que permitieron la goleada. Asistió a Aitana para que marcara el tercero y después vio a la carrera a la veloz extremo del Real Madrid, cuyo disparo llegó a despejar la guardameta helvética pero lo empujó Inma Gabarro para hacer el cuarto gol y cerrar un partido y una ventana de la que van a estar especialmente orgullosas. Ni siquiera le pudo poner un lunar Lehmann porque perdió su mano a mano ante Cata Coll. España alzó la mano con el extraordinario gol de Maite Oroz empalando a bote pronto desde la frontal.
La selección cierra una semana oscura, que empezó con indignación, falta de sueño, reuniones eternas y la necesidad de luchar por el futuro más allá del campo. La Nations League, los Juegos Olímpicos de París y la Eurocopa en Suiza en 2025 se veía lejísimos ante un horizonte azul oscuro casi negro. La intervención política, la cordura de la RFEF y la sororidad de jugadoras y aficionadas de todo el mundo empujaron unos cambios que permitieron a estas futbolistas volver a preocuparse de lo que ocurre durante 90 minutos en un terreno de juego. Cuando lo hacen, no hay duda de que son las mejores del mundo. Y ahora, volverán a librar las siguientes batallas, que no parece se vayan a cobrar como víctima a la seleccionadora Montse Tomé.