En unos meses, España volverá a presentarse en los Juegos Olímpicos de París 2024 como lo que es: un país de equipos, aquí todo se hace en común. A falta aún de varios Preolímpicos y de la Nations League femenina, ya hay varias selecciones clasificadas e incluso se puede aspirar al pleno. En fútbol masculino, en baloncesto femenino o en hockey hierba masculino y femenino España estará seguro en la cita, pero hay un deporte en el que puede prometer que hará algo más: el waterpolo. Hoy en día los conjuntos más fiables del país están en el agua, no hay opciones de medalla más claras.
En el Mundial de Doha que se disputa estos días ambas selecciones, tanto la masculina como la femenino llegaron a semifinales en una racha histórica. La España masculina ha alcanzado esa ronda en los últimos nueve campeonatos, todos desde 2018 -unos Juegos, cuatro Mundiales y cuatro Europeos- y la España femenina lo ha conseguido en los últimos 11 torneos con la única excepción del quinto puesto en el Mundial de Budapest 2022.
Su fiabilidad es un ejemplo, incluso dentro de la piscina, de lo que hay que hacer para brillar: seleccionadores que llevan una década en el cargo –David Martín y Miki Oca-, referentes claros en ambos equipos y compromiso de los jugadores y las jugadoras pese a las muchas concentraciones en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat en plena temporada. Hace unas semana la selección masculina, campeona olímpica en Atlanta 1996 y del mundo en tres ocasiones, completó el triplete histórico al ganar el Europeo y a la selección femenina sólo le queda vencer en los Juegos Olímpicos. ¿Lo conseguirá esta vez? Es difícil. Porque mientras los hombres aspirarán a todo en París, dominadores de su disciplina, como deberían refrendar este jueves en semifinales del Mundial ante Italia (14.00 horas, Teledeporte), las mujeres sólo pueden ambicionar ser segundas, mantenerse en el podio. El oro es una quimera.
En las semifinales de este miércoles, una vez más, Estados Unidos volvió a demostrar que está por encima (11-9) y confirmó que el camino a la medalla olímpica pasa por evitar enfrentarse a ellas antes de la final. Después de 14 victorias consecutivas yankees, España venía de un triunfo, el año pasado en la Copa Mundial, pero rápidamente Maggie Steffens, Ashleigh Johnson y compañía recuperaron la hegemonía.
Desde el 3-0 inicial, apenas dejó respirar a las pupilas de Miki Oca, que trataron de atarse al partido (4-3) sin éxito. Pese a las muchas oportunidades de gol, los problemas en defensa condenaron a España. La portero, Martina Tarré, apenas tocó tres balones y entre todas las jugadoras sólo bloquearon un tiro rival: unos números insuficientes. Pese a todo, mañana la selección femenina competirá contra Hungría por el bronce, la que sería su quinta medalla en el Mundial desde el oro de Barcelona en 2013.
Siguen zumbando las máquinas en los exteriores del Camp Nou, donde las obras no paran pese a que ya es de noche cerradísima. En las cercanas oficinas del Barcelona se siente cierto alivio. Desde que empezó la remodelación de su estadio en junio de 2023, el club ha presionado al Ayuntamiento de la ciudad para trabajar todos los días y a todas las horas, pero las denuncias de los vecinos han impedido la concesión de un permiso permanente. Romper los horarios laborales debe ser una excepción. Como ocurrió otras veces, por ahora la constructora, la turca Limak, puede operar sin parar, pero a partir del próximo lunes deberá volver a descansar de noche y los fines de semana.
«Las ampliaciones de horario son clave para poder avanzar con un ritmo más rápido», reclaman desde la entidad que publicita los mecanismos que ha instalado para calmar a los vecinos: sonómetros, sensores de polvo... Pese a ello en las calles cercanas al estadio como la Travessera de les Corts, la calle Arístides Maillol o la calle Cardenal Reig parece difícil conciliar el sueño y en el descampado donde antes estaba el Mini Estadi el trajín retumba imparable. «Los vecinos no hemos fallado, pero ellos sí», repite Ana Ramón, presidenta de la Asociación de Vecinos de Camp Nou, sobre los incumplimientos del club con las obras.
En los 21 meses transcurridos ha habido tantos que el Consistorio ha abierto varios expedientes y ha expedido varias multas, aunque siempre ha sido por cantidades ínfimas: la mayoría de 300 euros que pueden acabar saldándose por únicamente 75 euros. En todo caso, en medio del desencuentro entre el Barcelona y sus vecinos, sólo hay una certeza: el Camp Nou todavía no está listo. Ni mucho menos.
Sin una fecha prometida
Los canales de Youtube creados para seguir las obras -de vecinos o de aficionados que se encaraman al montículo frente al cementerio de Les Corts- exhiben algunos avances. La estructura metálica de la tercera gradería va tomando cuerpo y en los últimos días se han probado los primeros marcadores LED o se ha instalado una tribuna de prensa provisional. Pero el regreso del fútbol parece todavía lejano. La renuncia de los Rolling Stones a una gira europea solucionó los apuros por la presente temporada, que el Barcelona acabará en el Estadio Olímpico de Montjuïc, pero la próxima aún es una incógnita.
David RamírezAraba Press
El sueño de volver a casa el pasado noviembre para celebrar allí el 125 aniversario del club se difuminó rápido y ahora, según fuentes de la entidad, la ilusión es regresar el noviembre que viene. El equipo podría disputar las primeras jornadas de Liga y Champions fuera de casa y estrenar el nuevo Camp Nou con una capacidad parcial de sólo 60.000 espectadores después del tercer parón FIFA, pero ni el presidente Joan Laporta se atreve a anunciarlo. En los últimos meses ya ha habido demasiadas promesas incumplidas: se iba a volver en febrero, también para el clásico de 11 de mayo... «Cualquier previsión de calendario está sometida a revisión por el propio desarrollo de la obra de Espai Barça y será debidamente comunicada», explica ahora el club a pregunta de EL MUNDO. En realidad, ni entidad ni constructora saben a ciencia cierta qué fecha prometer.
Si el balón rueda en el estadio este 2025 ya será un éxito. Si las obras acaban en 2027, otro. Las previsiones eran que todo el recinto, cubierta incluida, estuviera acabado en junio de 2026 y que se inaugurara el 24 de septiembre de ese año así que, como mínimo, habrá un año de retraso.
La indemnización de Limak
«Ahora mismo el Camp Nou es la obra civil urbana más grande de Europa», se defiende el Barcelona que, de momento, justifica el trabajo de la constructora Limak. «Ha habido problemas como la falta de disponibilidad de mano de obra cualificada y un número no previsto de reparaciones en la primera y la segunda gradería», argumenta la entidad, que ha admitido las carencias previas del recinto.
David RamírezAraba Press
Como bien histórico protegido por el Ayuntamiento de Barcelona, el Camp Nou, construido en 1957, debe mantener buena parte de su estructura y ésta estaba dañada antes de empezar la remodelación, pero todas las partes conocían esos problemas previamente. La demora también puede achacarse a las incidencia en la contratación de trabajadores -el club tuvo que admitir impagos salariales y horas extras no cotizadas por las subcontratas-, a las restricciones horarias impuestas por el Ayuntamiento e incluso a la escasez de ciertos materiales por culpa de la invasión rusa de Ucrania, aunque hay otra conclusión posible: las otras constructoras tenían razón.
Cuando la directiva de Laporta otorgó la remodelación a la turca Limak, las otras empresas aspirantes al proyecto -se crearon dos consorcios españoles- denunciaron que los plazos prometidos eran imposibles. Pero el club se protegió con una promesa. Supuestamente Limak iba a pagar un millón de euros por cada día sin fútbol en el estadio a partir del 29 de noviembre de 2024. Con los cálculos más optimistas eso supondría una multa de entre 300 y 400 millones, es decir, casi la mitad del coste de la obra, que ronda los 900 millones -1.450 millones para todo el Espai Barça-. ¿Realmente lo pagará la constructora?
David RamírezAraba Press
«El contrato lo contempla y el club en ningún momento renuncia a una indemnización», asegura la entidad a petición de este periódico, aunque se guarda una justificación: «El calendario sobre el cual se empezarían a aplicar esas penalizaciones es variable dependiendo de la causalidad y responsabilidad de los retrasos». Limak, que meses atrás atendía a la prensa a través de una agencia de comunicación española, ahora sólo remite al club por lo que queda por ver la realidad de esa compensación. Quizá, cuando acaben las obras, el Barcelona pueda reclamar cierta cantidad a la constructora o quizá «la causalidad y responsabilidad de los retrasos» difuminen ese posible pago. En todo caso, para eso todavía quedan muchos días y muchos meses. Mientras tanto siguen zumbando las máquinas en los exteriores del Camp Nou, donde las obras no paran pese a que ya es noche cerradísima.
Cristiano Ronaldo cuelga un post en Instagram para sus 644 millones de seguidores y nada parece extraño. Son fotos suyas, entrenando en el gimnasio del Al Nassr de Arabia Saudí, y un texto anodino: "Back to work". No hay nada noticiable más allá del hecho de que siga jugando a los 39 años, pero un detalle deslumbra. Emblema de Nike, con contrato vitalicio, en sus pies no se distingue el swoosh y de hecho calza unas zapatillas de otra marca. Son unas Five Fingers de Vibram -al parecer, unas V Trail-, el modelo 'barefoot' que usa cuando no está sobre el césped en las últimas temporadas. Una suela mínima de goma, nada de amortiguación, mucha anchura en la parte central y espacio para los cinco dedos: son como ir descalzo.
"El calzado deportivo está evolucionando hacia una forma más respetuosa con el pie. En el fútbol se necesitan tacos y en el baloncesto, agarre, pero todo se pueda dar en unas zapatillas más anchas. Hasta ahora siempre se ha hecho deporte con el pie apretado, sin permitir el desarrollo de la musculatura, eso va a cambiar. Ya he visto modelos de marcas incluso para jugadores de la NFL, que siempre utilizan mucha tecnología", explica Juanjo López, traumatólogo deportivo, médico de Carlos Alcaraz y diseñador del calzado respetuoso Mustang Free, de la marca Mustang.
Una solución a muchas lesiones
Más allá de los beneficios del calzado puramente 'barefoot' que ya vivió su auge y caída en el atletismo hace 15 años gracias al libro 'Nacidos para correr', la proyección es que el calzado sea cada vez más ancho, menos robusto para que el pie pueda trabajar y los dedos hagan su función. Es el llamado 'corefoot', la musculación del pie, crucial en la estabilidad y en el impulso de los deportistas. La tendencia, que se creó recientemente en la podología infantil, con toda una generación de madres y padres entregados a marcas como Zapato Feroz, ahora se traslada a los mayores. Si me preocupo por el desarrollo del pie de mi hijo, ¿Por qué no preocuparme por el mío propio?
"Muchos corredores llegan a nosotros después de comprar zapatillas a sus hijos o recomendados por podólogos. Quizá sufren un neuroma de Morton, que es bastante habitual, o una dolencia parecida. Y se dan cuenta que con nuestras zapatillas pueden fortalecer el pie como todos necesitamos y evitar estos problemas", comenta Eduard González, representante en España de Altra, la pequeña marca estadounidense que ha asaltado las carreras de montaña y que empieza a sobresalir en el asfalto. En el último Ultra-Trail del Mont Blanc (UTMB), la prueba de trail más importante del mundo, fue la tercera zapatera más utilizada sólo por detrás de Hoka y Salomon.
Su propuesta parte de hormas muy anchas, caja de dedos cuadradas y el 'controvertido' drop cero, es decir, prescindir del refuerzo específico en el talón. "No hacemos calzado puramente 'barefoot', nuestras suelas tienen volumen, tienen amortiguación, pero el talón no está más alto que los dedos. Entendemos que así el corredor puede hacer una transición hacia una zancada más natural", añade González que sabe que ahora el reto es saltar al rendimiento, es decir, competir con Nike, Adidas y el resto de gigantes en hacer las zapatillas más rápidas del mercado.
El punto débil de la nueva tendencia
En principio, la comodidad y la velocidad deberían ser compatibles, pero la tecnología ha ido tan lejos, que costará llegar a ese punto. "Ese es el punto débil de momento. Las zapatillas respetuosas pueden ser más pesadas y sobre todo menos reactivas. Pero está claro que en los diseños de running o incluso baloncesto ya se están viendo hormas más anchas y un cambio de tendencia", analiza Idoia Pascalet, podóloga deportiva de la Clínica Iknos que ha trabajado con equipos como el Bàsquet Girona de ACB.
"Lo que está claro es que una mejora en el corefoot lleva a una mejora en la estabilidad y en la propulsión. Hay deportes en los que nunca se podría utilizar un calzado 'barefoot' porque las protecciones son importantes, pero los diseños están cambiando, sin duda. Se ve mucho también en quienes hacen crossfit o incluso por la calle", finaliza Pascalet, que en su propia consulta utiliza calzado respetuoso y que aboga por la sustitución en los centros de salud de los clásicos zuecos por este tipo de zapatillas.