El delantero japonés Kazuyoshi Miura jugará cedido en el Oliveirense de la segunda división portuguesa.
Kazuyoshi Miura, durante un partido en Japón en enero.EFE
El delantero japonés Kazuyoshi Miura, que a sus 55 años está considerado el jugador profesional más veterano del mundo, se ha mostrado ilusionado “por poder asumir nuevos desafíos” tras su cesión al Oliveirense de la segunda división portuguesa.
“Me esforzaré al máximo para mostrarle a todo el mundo mi estilo de juego en esta nueva tierra”, dijo Miura, también conocido como King Kazu, en un comunicado publicado con motivo del anuncio de su traslado a Portugal.
Miura jugará en el Oliveirense cedido por el Yokohama FC de la J-League, y tras militar la temporada anterior en la cuarta categoría japonesa, en el Suzuka Point Getters.
El Yokohama FC es propiedad del Grupo Onodera, que a finales de 2022 adquirió la mayoría de las acciones de la SAD del Oliveirense. El atacante prosigue así una dilatada carrera que comenzó a principios de los 80, no en su Japón natal, sino en el fútbol brasileño.
Miura (Shizuoka, 1967) representó a clubes emblemáticos de São Paulo como el Santos y el Palmeiras antes de regresar a Japón para vestir la camiseta del Kawasaki Verdy, el Kyoto Sanga, el Vissel Kobe y el Yokohama.
Alternó el fútbol japonés con breves estancias, siempre de una temporada, en el Génova italiano, el Croacia Zagreb y el Sydney FC australiano.
En su trigésimo octavo año como profesional, Miura es considerado el futbolista más veterano de la historia de este deporte en Japón y también el más longevo en haber anotado en la máxima categoría futbolística del país, así como en divisiones inferiores.
El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), Mohammed Ben Sulayem, está siendo investigado por una supuesta interferencia en el resultado de una carrera de Fórmula 1, supuestamente al quitar una sanción de 10 segundos al piloto español Fernando Alonso (Aston Martin) durante el GP de Arabia Saudí 2023, una penalización que le hubiese dejado sin podio.
Según informa la BBC, el responsable de cumplimiento de la FIA, Paolo Basarri, envió un informe al Comité de Ética en el que afirmaba que Ben Sulayem actuó para anular una penalización impuesta al piloto asturiano en la cita saudí.
Además, la cadena pública británica señala que una fuente desveló que Ben Sulayem llamó al jeque Abdullah bin Hamad bin Isa Al Khalifa, vicepresidente deportivo de la FIA para la región de Oriente Medio y el Norte de África y que se encontraba en Arabia Saudí para ver la carrera, y le pidió que retirase la sanción de Alonso.
La eliminación de la penalización de 10 segundos al bicampeón del mundo, impuesta después de que uno de los mecánicos tocase el monoplaza con el gato durante una parada cuando Alonso cumplía una penalización previa de cinco segundos -por colocar su coche fuera de la casilla de salida en la parrilla-, le devolvió al podio por detrás del dúo de Red Bull formado por el mexicano Sergio Pérez y el neerlandés Max Verstappen. La sanción le hubiera hecho caer a la cuarta posición.
En ese momento no se sugirió que hubiera nada inapropiado en la decisión, después de que el director deportivo de Aston Martin, Andy Stevenson, presentara alegaciones en el caso del equipo ante los comisarios.
El perdón es una prerrogativa de reyes. La Champions tiene el suyo, que, como si se tratase de un acto de clemencia, jugueteó con Pep Guardiola, su peor enemigo en la peor situación posible. Al final, el rey dijo no, pero sin escarnio. La victoria del Madrid en el Etihad pudo ser un Waterloo para este club-estado, pero fue sólo una victoria, por la mínima. El cadalso para Guardiola se prepara en el Bernabéu, aunque el fútbol tiene destinos inescrutables cuando al enemigo se le deja con vida, y no es cualquier enemigo. [Narración y estadísticas, 2-3]
El Madrid es un equipo difícil de explicar. Siempre. Cuando marca desde la nada, como cuando no lo hace desde la abundancia. La diferencia es que lo segundo no es habitual, no encaja con su estado natural. Tampoco lo era este City, un carnero con piel de lobo. A De Bruyne o Bernardo Silva les queda el nombre, la solera, pero poco más. No es irrespetuoso, es el paso del tiempo.
El partido, entre dudas en defensa e imprecisiones en ataque, se correspondía con la Champions que ambos habían realizado, aunque el desplome del equipo de Guardiola, quinto en la Premier a 15 puntos de la cabeza, nada tiene que ver con el existir del Madrid, líder de la Liga. Nunca había tenido una oportunidad tan clara de dar un golpe de mano en el Etihad, donde logró su primera victoria. Un golpe de mano que pudo ser mucho mayor. Nunca, sin embargo, había acudido con una defensa tan parcheada, con un Tarzán de la cantera como pestillo de seguridad. A Asencio lo encontró superado la imagen del gol de Haaland, cierto, pero su pierna dura encontró el balón en la mayoría de balones de riesgo. Un gran escenario para una gran reválida.
Haaland celebra el primer tanto del partido.Darren StaplesAP
La presión alta con la que empezó el Madrid no está en su menú para todos los días, pero en lugares como el Etihad hay que jugar a la carta. Tenía sentido para hurgar en las dudas de una defensa en la que Guardiola alineó a cuatro centrales. Había un quinto, Stones, en el centro del campo. Si lo hiciera otro entrenador se agotarían los calificativos. Anatema.
Encontró su objetivo el equipo de Ancelotti en pérdidas que se traducían en ataques al espacio y en oportunidades. A Vinicius le faltaron centímetros para el gol y el penalti, Mbappé no cruzó lo suficiente para concluir una jugada digna de un manual de las transiciones, y Vinicius lanzó al larguero. El City estaba grogui, como un púgil que es incapaz de identificar por dónde llegará el siguiente golpe, pero no besó la lona en unos minutos frenéticos. Al Madrid le faltó el directo. Si lo hubiera tenido, la eliminatoria no necesitaría regresar al Bernabéu.
Sin Rodri, sin boya
Es sintomática la influencia que puede tener la baja de un futbolista en un equipo, pero es que la ausencia de Rodri no es una ausencia cualquiera. Es la baja del mediocentro, el mejor en su especialidad, en un equipo cuyo entrenador piensa como un mediocentro. Empezar a partir de un aseado Stones, que en la segunda parte regresó al puesto de central, no tiene nada que ver. Al City le faltaba la boya, con interiores lejos de su esplendor y, sobre todo, de la confianza. Si lo primero se puede jugar; sin lo segundo, jamás.
El equipo de Guardiola se encendía con el eléctrico Grealish o la interacción entre las líneas de Gvardiol. Haaland los necesitaba. Cuando el croata rompió la línea y se plantó en el área para asociarse con el noruego, llegó el gol, un gol de la nada, un gol que ponía el partido del revés. El marcador decía lo contrario que el césped, pero ofreció al City la confianza que no tiene para buscarse con la pelota, encontrar posesiones largas y amenazar, una vez que alcanzaba los tres cuartos. Era un espejismo. Al mínimo descuido, llegaba de nuevo el peligro frente a Ederson.
Mbappé, con la espinilla
El descanso no cambió el decorado, por insistente que fuera la charla de Guardiola. Ha dado muchas en los últimos meses. El técnico catalán tuvo que maniobrar por otra lesión y sustituyó a Akanji por Lewis, un lateral natural en la derecha. Contra un Vinicius on fire no habría podido ninguno. El brasileño cargó su banda para generar peligro constante y el City volvió a entrar en modo supervivencia. Valverde y Mbappé dispusieron de ocasiones antes de que el francés encontrara el fruto de la forma más cómica, en un remate con la espinilla al recibir en el espacio un balón de Ceballos.
Con el campo inclinado hacia el área de Ederson, Ceballos cometió un error al regresar a su área en el derribo a Foden. Haaland no falló en el penalti para volver a llevar el partido a la ilógica. Ancelotti, como siempre, dejó madurar el partido antes de los cambios, pero uno de los elegidos fue clave. Brahim saltó al campo y nada más aproximarse al área del City cazó el rechace de Ederson a disparo de Vini para volver a igualar el choque. Otro error de un equipo que no se reconoce y que entregó el último tanto tras una cadena de despropósitos, desde sus defensas hasta su portero. Bellingham marcó porque no había más perdón posible. El Bernabéu espera sentencia.